/ jueves 21 de mayo de 2020

El futuro que viene: aprender a vivir con la pandemia

En las últimas semanas se ha generado un debate a nivel nacional e internacional, acerca de cuál es la mejor estrategia para superar la pandemia. Por un lado, están los que sugieren mantener las medidas de aislamiento social y el paro de sectores económicos no esenciales; y, por otro, están los que opinan que debemos terminar la cuarentena y comenzar a reactivar las actividades productivas.

Como muchos analistas, considero que éste es un falso debate. Sin salud no hay economía y sin economía no puede haber salud. Lo que estamos enfrentando en México y en el mundo entero, no es un problema binario. Lo que enfrentamos es un problema mucho más complejo y multidimensional.

Es cierto que, si continuamos la cuarentena y mantenemos cerrada la economía por más tiempo, corremos el riesgo de destruir más empresas y empleos; un remedio que terminaría siendo más costoso que la misma enfermedad. Pero también es verdad que, si reanudamos actividades demasiado rápido, sin tomar las medidas sanitarias necesarias, tarde o temprano tendremos que volver a parar debido al aumento de contagios y la saturación de hospitales.

Muchos países que han intentado reiniciar actividades han sufrido rebrotes agresivos. Ahí están los casos de China, Corea y Japón. Y aquellos que nunca pararon actividades del todo, siguen padeciendo altos niveles de contagio y letalidad. El reto es encontrar un punto intermedio en el que podamos ir aprendiendo a coexistir con el virus sin exacerbar el riesgo de salud de las personas, en particular de los grupos más vulnerables a la enfermedad.

Ello implica, en primer lugar, ir reactivando paulatinamente la actividad económica a partir de un esquema que contemple estrictas medidas de vigilancia epidemiológica. Y, en segundo lugar, ir desarrollando una nueva cultura, que podríamos denominar “anti-covid”, orientada hacia la prevención permanente y el constante distanciamiento social.

En esta tarea, es importante tener presente que cualquier estrategia diseñada para coexistir con el virus, de aquí a que se tenga una vacuna, deberá contar con la confianza de la gente.

Diversas encuestas indican que dos terceras partes de la población perciben que lo peor de esta crisis está por venir y muchos no confían en la información oficial. Muestra de ello son la confusión y las dudas generadas a partir del anuncio de las autoridades federales de salud acerca del regreso “gradual y seguro” a las actividades económicas y escolares. Muchos lo interpretaron como el fin del confinamiento y el retorno a la “normalidad”. Otros lo consideraron como una medida apresurada y riesgosa.

¿Cómo lograr la confianza y la participación coordinada de la gente en este delicado proceso de desconfinamiento y reactivación? Una posible respuesta puede ser la adopción de una estrategia de aplicación generalizada de pruebas de inmunidad, que es una práctica común en todos los países que han iniciado la reactivación de sus actividades productivas.

Pensando en ello, presenté un punto de acuerdo en la Cámara de Diputados para exhortar a la autoridad de salud a que, durante el proceso de reapertura, aplique un programa generalizado de pruebas de diagnóstico que nos permita ir avanzando poco a poco en la reconstrucción de la confianza y la cultura de la prevención.

Recientemente, Jeff Bezos, CEO de Amazon, anunció la reinversión de ganancias de la empresa en lo que denominó la “vacunación” de toda la cadena de valor de su negocio. Es decir, la aplicación de medidas sanitarias preventivas a lo largo de todos los procesos, incluida la aplicación masiva de pruebas. Esta es la mejor manera de brindar confianza y certidumbre a los trabajadores y sus familias, así como al consumidor final.

Sin duda, este tipo de prácticas deberá generalizarse en todos los ámbitos productivos hasta convertirse en una cultura laboral y empresarial. La aplicación de pruebas nos permitirá aprender y planificar de la mejor manera la reactivación de las actividades no esenciales, sin poner en riesgo la vida de las y los mexicanos más vulnerables.

En las últimas semanas se ha generado un debate a nivel nacional e internacional, acerca de cuál es la mejor estrategia para superar la pandemia. Por un lado, están los que sugieren mantener las medidas de aislamiento social y el paro de sectores económicos no esenciales; y, por otro, están los que opinan que debemos terminar la cuarentena y comenzar a reactivar las actividades productivas.

Como muchos analistas, considero que éste es un falso debate. Sin salud no hay economía y sin economía no puede haber salud. Lo que estamos enfrentando en México y en el mundo entero, no es un problema binario. Lo que enfrentamos es un problema mucho más complejo y multidimensional.

Es cierto que, si continuamos la cuarentena y mantenemos cerrada la economía por más tiempo, corremos el riesgo de destruir más empresas y empleos; un remedio que terminaría siendo más costoso que la misma enfermedad. Pero también es verdad que, si reanudamos actividades demasiado rápido, sin tomar las medidas sanitarias necesarias, tarde o temprano tendremos que volver a parar debido al aumento de contagios y la saturación de hospitales.

Muchos países que han intentado reiniciar actividades han sufrido rebrotes agresivos. Ahí están los casos de China, Corea y Japón. Y aquellos que nunca pararon actividades del todo, siguen padeciendo altos niveles de contagio y letalidad. El reto es encontrar un punto intermedio en el que podamos ir aprendiendo a coexistir con el virus sin exacerbar el riesgo de salud de las personas, en particular de los grupos más vulnerables a la enfermedad.

Ello implica, en primer lugar, ir reactivando paulatinamente la actividad económica a partir de un esquema que contemple estrictas medidas de vigilancia epidemiológica. Y, en segundo lugar, ir desarrollando una nueva cultura, que podríamos denominar “anti-covid”, orientada hacia la prevención permanente y el constante distanciamiento social.

En esta tarea, es importante tener presente que cualquier estrategia diseñada para coexistir con el virus, de aquí a que se tenga una vacuna, deberá contar con la confianza de la gente.

Diversas encuestas indican que dos terceras partes de la población perciben que lo peor de esta crisis está por venir y muchos no confían en la información oficial. Muestra de ello son la confusión y las dudas generadas a partir del anuncio de las autoridades federales de salud acerca del regreso “gradual y seguro” a las actividades económicas y escolares. Muchos lo interpretaron como el fin del confinamiento y el retorno a la “normalidad”. Otros lo consideraron como una medida apresurada y riesgosa.

¿Cómo lograr la confianza y la participación coordinada de la gente en este delicado proceso de desconfinamiento y reactivación? Una posible respuesta puede ser la adopción de una estrategia de aplicación generalizada de pruebas de inmunidad, que es una práctica común en todos los países que han iniciado la reactivación de sus actividades productivas.

Pensando en ello, presenté un punto de acuerdo en la Cámara de Diputados para exhortar a la autoridad de salud a que, durante el proceso de reapertura, aplique un programa generalizado de pruebas de diagnóstico que nos permita ir avanzando poco a poco en la reconstrucción de la confianza y la cultura de la prevención.

Recientemente, Jeff Bezos, CEO de Amazon, anunció la reinversión de ganancias de la empresa en lo que denominó la “vacunación” de toda la cadena de valor de su negocio. Es decir, la aplicación de medidas sanitarias preventivas a lo largo de todos los procesos, incluida la aplicación masiva de pruebas. Esta es la mejor manera de brindar confianza y certidumbre a los trabajadores y sus familias, así como al consumidor final.

Sin duda, este tipo de prácticas deberá generalizarse en todos los ámbitos productivos hasta convertirse en una cultura laboral y empresarial. La aplicación de pruebas nos permitirá aprender y planificar de la mejor manera la reactivación de las actividades no esenciales, sin poner en riesgo la vida de las y los mexicanos más vulnerables.

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