/ domingo 25 de agosto de 2019

El informe que viene

La historia registra que en el periodo de 1850 a 1872, considerado como el gobierno de Benito Juárez, la independencia había dejado un saldo más que negativo para la economía, la sociedad y la política mexicana, amén de la pérdida de dos millones de kilómetros cuadrados del territorio nacional con los tratados de Guadalupe de 1848, por los que Estados Unidos pagó 15 millones de dólares por daños durante la guerra. Es por ello que Juárez se dedicó a gobernar creando las bases jurídicas de la política educativa (el laicismo y gratuidad), la política económica, la política fiscal y monetaria (que no se podía extraer de la expansión del sistema capitalista mundial). Claro, también despidió a 60 mil militares porque prefirió “maestros por soldados”, y el aplazamiento del pago de la deuda extranjera con Inglaterra, por ejemplo (en Historia Mínima de México, COLMEX/INE).

Cuando llega Porfirio Díaz al poder, ya sabemos el resultado de modernización que se registró. En 1909, Andrés Molina Enríquez publicó “Los grandes problemas de México”, en el ocaso del porfiriato que según los estudiosos de la época fue motivo del fundamento del artículo 27 constitucional en 1915, como el impulso para los detractores de Profirio Díaz.

Los puntos débiles del país enumerados en la obra eran: el problema de la propiedad, el problema del crédito territorial, el problema de la irrigación, el problema de la población y el problema político. Era claro que la sociedad de la época era eminentemente agrícola. Después de 110 años ¿cuáles de esos problemas se han resuelto? La respuesta no es sencilla ni unicausal.

Después de dos gobiernos panistas y uno más priísta en el siglo XXI, México todavía no produce el alimento que requerimos, se importa la mayoría de granos de la dieta nacional, el trabajo está cada vez más precarizado, se gana menos de lo necesario para vivir; las fuentes naturales de agua se están agotando, con una cereza: la aparición de la ola de violencia, crimen organizado y corrupción en las altas esferas del poder.

La globalización neoliberal que llegó al país en 1982, se instaló para no irse, igual que en el periodo de Juárez es imposible abstraerse de una tendencia mundial. Si bien la historia se construye, hay elementos que no se pueden controlar, tanto. Aún con los Planes Nacionales de Desarrollo, que vieron la luz como mandato constitucional con Miguel de la Madrid en 1983 (aunque antes fue el Plan Sexenal presentado por Lázaro Cárdenas en 1934), los resultados de los gobiernos están visibles.

Si bien no todo es negro, pero no todo es blanco. Desde el 1 de diciembre de 2018 el nuevo gobierno se enfrenta a retos heredados y sus disposiciones están en el PND 2019-2024, un programa político basado en principios morales más que técnicos. Después de 9 meses de romper moldes del sistema político mexicano, este 1 de septiembre seguramente veremos otro tanto, la duda es cómo presentará el gobierno mexicano su informe? Las mañaneras se han convertido en el despacho presidencial, mediático, imponiendo la agenda nacional hasta ahora.

La reforma educativa de 2014 se desarticuló y regresó el control de las plazas al sindicato magisterial-CNTE, el Ejército Zapatismo-EZLN se reveló, el aeropuerto de Santa Lucía está parado por amparos interpuestos por civiles, tenemos en frente una crisis petrolera (sujeta a los vaivenes internacionales), creció la inseguridad y la economía no. El saldo está en la precarización laboral. ¿Qué políticas se aplicaron? La sociedad no tiene paciencia. Veremos.

La historia registra que en el periodo de 1850 a 1872, considerado como el gobierno de Benito Juárez, la independencia había dejado un saldo más que negativo para la economía, la sociedad y la política mexicana, amén de la pérdida de dos millones de kilómetros cuadrados del territorio nacional con los tratados de Guadalupe de 1848, por los que Estados Unidos pagó 15 millones de dólares por daños durante la guerra. Es por ello que Juárez se dedicó a gobernar creando las bases jurídicas de la política educativa (el laicismo y gratuidad), la política económica, la política fiscal y monetaria (que no se podía extraer de la expansión del sistema capitalista mundial). Claro, también despidió a 60 mil militares porque prefirió “maestros por soldados”, y el aplazamiento del pago de la deuda extranjera con Inglaterra, por ejemplo (en Historia Mínima de México, COLMEX/INE).

Cuando llega Porfirio Díaz al poder, ya sabemos el resultado de modernización que se registró. En 1909, Andrés Molina Enríquez publicó “Los grandes problemas de México”, en el ocaso del porfiriato que según los estudiosos de la época fue motivo del fundamento del artículo 27 constitucional en 1915, como el impulso para los detractores de Profirio Díaz.

Los puntos débiles del país enumerados en la obra eran: el problema de la propiedad, el problema del crédito territorial, el problema de la irrigación, el problema de la población y el problema político. Era claro que la sociedad de la época era eminentemente agrícola. Después de 110 años ¿cuáles de esos problemas se han resuelto? La respuesta no es sencilla ni unicausal.

Después de dos gobiernos panistas y uno más priísta en el siglo XXI, México todavía no produce el alimento que requerimos, se importa la mayoría de granos de la dieta nacional, el trabajo está cada vez más precarizado, se gana menos de lo necesario para vivir; las fuentes naturales de agua se están agotando, con una cereza: la aparición de la ola de violencia, crimen organizado y corrupción en las altas esferas del poder.

La globalización neoliberal que llegó al país en 1982, se instaló para no irse, igual que en el periodo de Juárez es imposible abstraerse de una tendencia mundial. Si bien la historia se construye, hay elementos que no se pueden controlar, tanto. Aún con los Planes Nacionales de Desarrollo, que vieron la luz como mandato constitucional con Miguel de la Madrid en 1983 (aunque antes fue el Plan Sexenal presentado por Lázaro Cárdenas en 1934), los resultados de los gobiernos están visibles.

Si bien no todo es negro, pero no todo es blanco. Desde el 1 de diciembre de 2018 el nuevo gobierno se enfrenta a retos heredados y sus disposiciones están en el PND 2019-2024, un programa político basado en principios morales más que técnicos. Después de 9 meses de romper moldes del sistema político mexicano, este 1 de septiembre seguramente veremos otro tanto, la duda es cómo presentará el gobierno mexicano su informe? Las mañaneras se han convertido en el despacho presidencial, mediático, imponiendo la agenda nacional hasta ahora.

La reforma educativa de 2014 se desarticuló y regresó el control de las plazas al sindicato magisterial-CNTE, el Ejército Zapatismo-EZLN se reveló, el aeropuerto de Santa Lucía está parado por amparos interpuestos por civiles, tenemos en frente una crisis petrolera (sujeta a los vaivenes internacionales), creció la inseguridad y la economía no. El saldo está en la precarización laboral. ¿Qué políticas se aplicaron? La sociedad no tiene paciencia. Veremos.