/ sábado 5 de septiembre de 2020

El lenguaje inclusivo: ¿una simulación con errores lógicos?

Nadie duda de la importancia de la equidad de género y la legítima lucha por alcanzar una igualdad de oportunidades, además de la prioridad que debe tener la búsqueda de soluciones a los grandes problemas de machismo que existen en el mundo y en nuestro país, pero también no podemos dejar de mencionar que algunas de las acciones, que toman la bandera de las causas mencionadas, son poco o nada efectivas respecto al conflicto planteado.

En todo el mundo existe algo llamado simulación de procesos o gatopardismo, es decir, se realizan diversas acciones para justificar que se está atendiendo un problema, sin embargo, esto puede resultar todavía más negativo, ya que realmente no se hay acciones efectivas y se afirma que se está haciendo algo. Creo que esto es peor que tener una postura pasiva.

Vamos a poner un ejemplo muy cotidiano: la persona que toma refresco light para bajar de peso, pero sigue sin hacer ejercicio ni dieta; también tenemos la elección de fiscales autónomos o consejeros electorales, quienes supuestamente tienen un perfil imparcial, pero en realidad tienen una tendencia clara; así podría mencionar una gran lista de elementos que corren la misma suerte, recordando que en nuestro país hay una lamentabilísima ficción de múltiples temas.

El caso de hoy es sumamente importante, recordemos que la base de todo conocimiento humano es el lenguaje, sin él, sería imposible que cualquier ser humano pudiera razonar, es decir, crear conocimientos nuevos a partir de otros ya adquiridos.

Decía el filósofo Ludwig Wittgenstein: los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo, en alusión a la superlativa importancia de este medio para pensar y comunicarse.

Quienes pretenden deformar el lenguaje atentan contra un principio fundamental que todo lingüista conoce: la arbitrariedad, esta simplemente señala que las cosas se llaman de tal o cual modo porque así les pusieron y se debe respetar eso en función de un orden, el cual puede cambiar por el paso del tiempo, como lo señalan las diferentes diacronías de la morfología, la sintaxis y la semántica, pero esto es muy diferente a querer cambiar palabras de un día para otro.

Cuando alguien dice “todes” o “todxs” en lugar de todos, desvirtúa totalmente una palabra, en el entendido que los términos ya tienen definido el género, eso no es machismo ni nada por el estilo, es parte del fundamental principio de la arbitrariedad que tienen la totalidad de los lenguajes del mundo. Yo soy una persona y no estoy exigiendo que me digan “persono” o algo así. Decía Octavio Paz: cuando una sociedad se corrompe, lo primero que se gangrena es el lenguaje, situación que se concreta en nuestro México en donde la corrupción es prácticamente un estilo de vida, aparte del analfabetismo funcional, la pobreza del lenguaje y estas modas. Yo me considero un luchador por la equidad de género y aceptaría, aun con todos los fundamentos mencionados, que el lenguaje se desvirtuara si eso aportara a la mejorar las condiciones de las mujeres, pero los hechos y las estadísticas nos dicen lo contrario, así que podemos concluir que el uso del lenguaje inclusivo es una simulación.

Pensemos en distintas expresiones: mexicanas y mexicanos (Fox), señoras y señores, niñas y niños, eso es parte de cortesía que se enuncia conforme a la lingüística, muy diferente a lo que señalamos hoy.

El problema verdadero es la actitud de una sociedad en cuanto al machismo, la cosificación de la mujer, la falta de oportunidades y la descomposición social que la afecta, situaciones que son promovidas tanto por hombres como por féminas.

El maltrato, discriminación y violencia a la mujer son graves problemas que debemos solucionar entre todos y buscando soluciones efectivas, no mediante inventos poco edificantes, como lo es el llamado lenguaje inclusivo, sin embargo, cada quien se puede expresar como quiera o como pueda, en aras de la libertad que todos gozamos. Hasta la próxima semana.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.

Nadie duda de la importancia de la equidad de género y la legítima lucha por alcanzar una igualdad de oportunidades, además de la prioridad que debe tener la búsqueda de soluciones a los grandes problemas de machismo que existen en el mundo y en nuestro país, pero también no podemos dejar de mencionar que algunas de las acciones, que toman la bandera de las causas mencionadas, son poco o nada efectivas respecto al conflicto planteado.

En todo el mundo existe algo llamado simulación de procesos o gatopardismo, es decir, se realizan diversas acciones para justificar que se está atendiendo un problema, sin embargo, esto puede resultar todavía más negativo, ya que realmente no se hay acciones efectivas y se afirma que se está haciendo algo. Creo que esto es peor que tener una postura pasiva.

Vamos a poner un ejemplo muy cotidiano: la persona que toma refresco light para bajar de peso, pero sigue sin hacer ejercicio ni dieta; también tenemos la elección de fiscales autónomos o consejeros electorales, quienes supuestamente tienen un perfil imparcial, pero en realidad tienen una tendencia clara; así podría mencionar una gran lista de elementos que corren la misma suerte, recordando que en nuestro país hay una lamentabilísima ficción de múltiples temas.

El caso de hoy es sumamente importante, recordemos que la base de todo conocimiento humano es el lenguaje, sin él, sería imposible que cualquier ser humano pudiera razonar, es decir, crear conocimientos nuevos a partir de otros ya adquiridos.

Decía el filósofo Ludwig Wittgenstein: los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo, en alusión a la superlativa importancia de este medio para pensar y comunicarse.

Quienes pretenden deformar el lenguaje atentan contra un principio fundamental que todo lingüista conoce: la arbitrariedad, esta simplemente señala que las cosas se llaman de tal o cual modo porque así les pusieron y se debe respetar eso en función de un orden, el cual puede cambiar por el paso del tiempo, como lo señalan las diferentes diacronías de la morfología, la sintaxis y la semántica, pero esto es muy diferente a querer cambiar palabras de un día para otro.

Cuando alguien dice “todes” o “todxs” en lugar de todos, desvirtúa totalmente una palabra, en el entendido que los términos ya tienen definido el género, eso no es machismo ni nada por el estilo, es parte del fundamental principio de la arbitrariedad que tienen la totalidad de los lenguajes del mundo. Yo soy una persona y no estoy exigiendo que me digan “persono” o algo así. Decía Octavio Paz: cuando una sociedad se corrompe, lo primero que se gangrena es el lenguaje, situación que se concreta en nuestro México en donde la corrupción es prácticamente un estilo de vida, aparte del analfabetismo funcional, la pobreza del lenguaje y estas modas. Yo me considero un luchador por la equidad de género y aceptaría, aun con todos los fundamentos mencionados, que el lenguaje se desvirtuara si eso aportara a la mejorar las condiciones de las mujeres, pero los hechos y las estadísticas nos dicen lo contrario, así que podemos concluir que el uso del lenguaje inclusivo es una simulación.

Pensemos en distintas expresiones: mexicanas y mexicanos (Fox), señoras y señores, niñas y niños, eso es parte de cortesía que se enuncia conforme a la lingüística, muy diferente a lo que señalamos hoy.

El problema verdadero es la actitud de una sociedad en cuanto al machismo, la cosificación de la mujer, la falta de oportunidades y la descomposición social que la afecta, situaciones que son promovidas tanto por hombres como por féminas.

El maltrato, discriminación y violencia a la mujer son graves problemas que debemos solucionar entre todos y buscando soluciones efectivas, no mediante inventos poco edificantes, como lo es el llamado lenguaje inclusivo, sin embargo, cada quien se puede expresar como quiera o como pueda, en aras de la libertad que todos gozamos. Hasta la próxima semana.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.