/ sábado 24 de octubre de 2020

El mexicano, miedoso ante sus complejos y temerario al Covid

Resulta curioso que en la sociedad mexicana estén insertos diversos miedos, quizá inconcientes, respecto a algunos aspectos psicológicos, pero al mismo tiempo, haya una indolencia respecto a cosas que verdaderamente resultan mortales. Obviamente no me refiero a todos los habitantes de este país, pero sí a una buena parte que resulta representativa.

Son muchos autores que señalan que buena parte de los mexicanos tiene actitudes medrosas respecto a los demás y a sí mismos, prueba de ello lo vemos en llamado Síndrome del Jamaicón, el cual señalaba a un futbolista que caía en desconfianza fuera de territorio nacional; también podemos mencionar a gente del interior de una entidad que se siente inhibida al llegar a una gran ciudad; es más, en materia de criminología tenemos a los delincuentes que son una amenaza notable en su pueblo, pero al llegar a una urbe inmediatamente su peligrosidad baja.

El miedo al éxito es un tema ya mencionado en muchas ocasiones, el cual se suma a toda la serie de complejos que crean una mentalidad de tercer mundo, en parte también por la gran cantidad de relatos históricos llenos de victimización, además de las innumerables historias donde se muestra la lucha de clases y una versión romántica de la pobreza.

Ahora bien, es hasta cierto punto normal que una persona traiga esa carga de problemas, lo importante es saber qué hacer con ellos. Decía el filósofo francés Jean Paul Sartre que “un hombre es lo que hace con lo que hicieron de él”, en ese sentido, debemos tener una actitud de autoayuda y reconocer lo que nos pasa, sin embargo, esto resulta hasta pavoroso para una persona, ya que se niega a aceptar muchas cosas de un modo irracional, un ejemplo simple lo tenemos en quien blanquea sus fotos de modo exagerado y afirma totalmente que es más blanco, todo surgido de un complejo racial, el cual quizá sea el más preponderante en nuestro país.

El ser humano es compensación pura, en el sentido de que una persona tiene que equilibrar sus emociones de alguna manera, a veces positiva y a veces negativa, como el sicario que se muestra con autos de lujo, bellas mujeres y joyas, pero en el fondo en un niño pobre e inseguro que quiere hacerse notar. De este modo, todos estos miedos y complejos que reinan en el imaginario nacional, quizá quieran ser compensados mediante una actitud de valentía aparente e indolencia, como aquellos que dicen “de algo me tengo que morir”, por lo cual existen notables actitudes de descuido que provocan que la gente no use un tapabocas, un condón o un anticonceptivo, situación que ha provocado el gran número de contagiados de covid-19, con riesgo de un rebrote ante la relajación de las precauciones; y la gran cantidad de embarazos no deseados y el incremento del VIH.

También podemos mencionar a quienes son férreos críticos en las redes sociales, inclusive llegando al insulto, pero esos mismos no tienen el valor para decir las cosas en foro público o aceptar que su mala situación surge de una responsabilidad propia.

Sin decir que ha sido buena o mala la administración del presidente López Obrador, pero me llama la atención cómo millones de personas muestran un odio total, quizá hasta patológico en contra del primer mandatario, lo cual obedece a algo muy natural en el ser humano: echar la culpa a los demás de las desgracias propias.

En estos días previos a las festividades de muertos, bien vale la pena reflexionar acerca de lo que es valioso y no estar desgastándose estérilmente en cosas absurdas, como odiar a los españoles por la conquista, para así lograr un balance positivo entre las emociones buenas respecto de las malas. Quizá la valentía más grande es enfrentarse a sí mismo y reconocer los defectos y complejos y decidirse a solucionarlos. El rebrote es una realidad, reforcemos las medidas preventivas, hasta la próxima.


Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.

Resulta curioso que en la sociedad mexicana estén insertos diversos miedos, quizá inconcientes, respecto a algunos aspectos psicológicos, pero al mismo tiempo, haya una indolencia respecto a cosas que verdaderamente resultan mortales. Obviamente no me refiero a todos los habitantes de este país, pero sí a una buena parte que resulta representativa.

Son muchos autores que señalan que buena parte de los mexicanos tiene actitudes medrosas respecto a los demás y a sí mismos, prueba de ello lo vemos en llamado Síndrome del Jamaicón, el cual señalaba a un futbolista que caía en desconfianza fuera de territorio nacional; también podemos mencionar a gente del interior de una entidad que se siente inhibida al llegar a una gran ciudad; es más, en materia de criminología tenemos a los delincuentes que son una amenaza notable en su pueblo, pero al llegar a una urbe inmediatamente su peligrosidad baja.

El miedo al éxito es un tema ya mencionado en muchas ocasiones, el cual se suma a toda la serie de complejos que crean una mentalidad de tercer mundo, en parte también por la gran cantidad de relatos históricos llenos de victimización, además de las innumerables historias donde se muestra la lucha de clases y una versión romántica de la pobreza.

Ahora bien, es hasta cierto punto normal que una persona traiga esa carga de problemas, lo importante es saber qué hacer con ellos. Decía el filósofo francés Jean Paul Sartre que “un hombre es lo que hace con lo que hicieron de él”, en ese sentido, debemos tener una actitud de autoayuda y reconocer lo que nos pasa, sin embargo, esto resulta hasta pavoroso para una persona, ya que se niega a aceptar muchas cosas de un modo irracional, un ejemplo simple lo tenemos en quien blanquea sus fotos de modo exagerado y afirma totalmente que es más blanco, todo surgido de un complejo racial, el cual quizá sea el más preponderante en nuestro país.

El ser humano es compensación pura, en el sentido de que una persona tiene que equilibrar sus emociones de alguna manera, a veces positiva y a veces negativa, como el sicario que se muestra con autos de lujo, bellas mujeres y joyas, pero en el fondo en un niño pobre e inseguro que quiere hacerse notar. De este modo, todos estos miedos y complejos que reinan en el imaginario nacional, quizá quieran ser compensados mediante una actitud de valentía aparente e indolencia, como aquellos que dicen “de algo me tengo que morir”, por lo cual existen notables actitudes de descuido que provocan que la gente no use un tapabocas, un condón o un anticonceptivo, situación que ha provocado el gran número de contagiados de covid-19, con riesgo de un rebrote ante la relajación de las precauciones; y la gran cantidad de embarazos no deseados y el incremento del VIH.

También podemos mencionar a quienes son férreos críticos en las redes sociales, inclusive llegando al insulto, pero esos mismos no tienen el valor para decir las cosas en foro público o aceptar que su mala situación surge de una responsabilidad propia.

Sin decir que ha sido buena o mala la administración del presidente López Obrador, pero me llama la atención cómo millones de personas muestran un odio total, quizá hasta patológico en contra del primer mandatario, lo cual obedece a algo muy natural en el ser humano: echar la culpa a los demás de las desgracias propias.

En estos días previos a las festividades de muertos, bien vale la pena reflexionar acerca de lo que es valioso y no estar desgastándose estérilmente en cosas absurdas, como odiar a los españoles por la conquista, para así lograr un balance positivo entre las emociones buenas respecto de las malas. Quizá la valentía más grande es enfrentarse a sí mismo y reconocer los defectos y complejos y decidirse a solucionarlos. El rebrote es una realidad, reforcemos las medidas preventivas, hasta la próxima.


Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.