/ sábado 18 de abril de 2020

El miedo a la enfermedad se puede volver fobia

La crisis de salubridad que vivimos desemboca en otros problemas, como los económicos y los sociales, pero no hay que dejar de lado los posibles trastornos emocionales que pueden resultar todavía más graves que el coronavirus.

Decía Erasmo de Rotterdam que el miedo puede hacer que una hormiga se vea del tamaño de un elefante, afirmación que se ha visto comprobada en los millones de seres humanos que han sentido terror.

En primer lugar hay que definir un concepto muy importante: la fobia. Esta simplemente es un miedo irracional, el cual se incrementado por elementos que una persona imagina de un modo negativo. El miedo como tal es algo que nos hace sentir incómodos, pero que resulta necesario para nuestra supervivencia. Este sentimiento nos hace medir nuestras acciones y prevé los daños a futuro.

Un valiente mide el peligro y se afronta a él, como es el caso de esos grandes hombres denominados toreros, inclusive los médicos que se están arriesgando diariamente frente al covid-19 demuestran agallas. También tenemos el caso del temerario, aquel que no mide el riesgo y se lanza a la acción, con resultados sumamente negativos.

En ese sentido, las enfermedades han sido objeto de los miedos desde hace milenios, especialmente durante el obscurantismo, época en que la superstición y la religión dominaban el mundo lamentablemente.

Con la invención del microscopio y el descubrimiento de los microorganismos, se dio un paso sumamente importante para la medicina, se dejó de creer en castigos divinos y se identificó el problema. Con el avance de la ciencia, conocimos qué originan las enfermedades y el modo de combatirlas, pese a esto, la mente humana es capaz de convertir algo muy simple en algo complicado, es ahí donde surge el gran conflicto.

Recuerdo cuando el VIH empezó a surgir, hace unos 20 años, y la enorme cantidad de mitos urbanos en torno ese virus. Mucha gente tuvo problemas psiquiátricos al pensar que se podía contagiar por saludar de mano u otras cosas así de simples, situación que fue aminorando conforme al control que se ha ido teniendo de la enfermedad, surgiendo otro problema, la irresponsabilidad de muchas personas que no conocieron al virus cuando era mortal, es por ello que el contagio de esta enfermedad ha aumentado 300% en los últimos 10 años en la población más joven, pero ese es otro tema.

Ante la amenaza del coronavirus, hay que entender la naturaleza del organismo, totalmente vulnerable ante algo tan simple como el agua y jabón. Hay que tomar las precauciones debidas, no salir de casa, usar tapabocas y careta si es posible, además de sanitizar áreas comunes, pero sin caer en una psicosis que causa un malestar total.

El problema es que vivimos un país de extremos, por un lado tenemos a quien no le importa en lo absoluto la pandemia o señala que es un engaño global, o quien la usa simplemente para tratar de desahogar sus complejos o ambiciones políticas criticando a tal o cual gobernante; pero también tenemos a quien vive lleno de miedo ante la amenaza. Ambas posturas son nocivas y no hay que caer en ellas.

Recordemos que el arma y la defensa más importante que tiene un ser humano es la mente, seamos responsables y hagamos caso de las autoridades, pero no caigamos en una fobia que también mata de algún modo, ya que roba algo tan preciado para cualquier ser humano como lo es la paz. Los que puedan, resguárdense en casa; los que no, tomen todas las precauciones y esperemos que esto pase pronto y con las menos bajas posibles. Hasta la próxima semana.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.

La crisis de salubridad que vivimos desemboca en otros problemas, como los económicos y los sociales, pero no hay que dejar de lado los posibles trastornos emocionales que pueden resultar todavía más graves que el coronavirus.

Decía Erasmo de Rotterdam que el miedo puede hacer que una hormiga se vea del tamaño de un elefante, afirmación que se ha visto comprobada en los millones de seres humanos que han sentido terror.

En primer lugar hay que definir un concepto muy importante: la fobia. Esta simplemente es un miedo irracional, el cual se incrementado por elementos que una persona imagina de un modo negativo. El miedo como tal es algo que nos hace sentir incómodos, pero que resulta necesario para nuestra supervivencia. Este sentimiento nos hace medir nuestras acciones y prevé los daños a futuro.

Un valiente mide el peligro y se afronta a él, como es el caso de esos grandes hombres denominados toreros, inclusive los médicos que se están arriesgando diariamente frente al covid-19 demuestran agallas. También tenemos el caso del temerario, aquel que no mide el riesgo y se lanza a la acción, con resultados sumamente negativos.

En ese sentido, las enfermedades han sido objeto de los miedos desde hace milenios, especialmente durante el obscurantismo, época en que la superstición y la religión dominaban el mundo lamentablemente.

Con la invención del microscopio y el descubrimiento de los microorganismos, se dio un paso sumamente importante para la medicina, se dejó de creer en castigos divinos y se identificó el problema. Con el avance de la ciencia, conocimos qué originan las enfermedades y el modo de combatirlas, pese a esto, la mente humana es capaz de convertir algo muy simple en algo complicado, es ahí donde surge el gran conflicto.

Recuerdo cuando el VIH empezó a surgir, hace unos 20 años, y la enorme cantidad de mitos urbanos en torno ese virus. Mucha gente tuvo problemas psiquiátricos al pensar que se podía contagiar por saludar de mano u otras cosas así de simples, situación que fue aminorando conforme al control que se ha ido teniendo de la enfermedad, surgiendo otro problema, la irresponsabilidad de muchas personas que no conocieron al virus cuando era mortal, es por ello que el contagio de esta enfermedad ha aumentado 300% en los últimos 10 años en la población más joven, pero ese es otro tema.

Ante la amenaza del coronavirus, hay que entender la naturaleza del organismo, totalmente vulnerable ante algo tan simple como el agua y jabón. Hay que tomar las precauciones debidas, no salir de casa, usar tapabocas y careta si es posible, además de sanitizar áreas comunes, pero sin caer en una psicosis que causa un malestar total.

El problema es que vivimos un país de extremos, por un lado tenemos a quien no le importa en lo absoluto la pandemia o señala que es un engaño global, o quien la usa simplemente para tratar de desahogar sus complejos o ambiciones políticas criticando a tal o cual gobernante; pero también tenemos a quien vive lleno de miedo ante la amenaza. Ambas posturas son nocivas y no hay que caer en ellas.

Recordemos que el arma y la defensa más importante que tiene un ser humano es la mente, seamos responsables y hagamos caso de las autoridades, pero no caigamos en una fobia que también mata de algún modo, ya que roba algo tan preciado para cualquier ser humano como lo es la paz. Los que puedan, resguárdense en casa; los que no, tomen todas las precauciones y esperemos que esto pase pronto y con las menos bajas posibles. Hasta la próxima semana.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.