/ viernes 4 de septiembre de 2020

El mitote

Si en condiciones normales el mitote puede ser un grave problema que nos asola, en las condiciones actuales de pandemia puede convertirse en un verdadero infierno que nos llevará al sufrimiento y a la depresión. Por ello considero importante abordar el tema con la mayor precisión y objetividad posibles, desde mi personal óptica, a fin de contribuir con mi grano de arena a atemperar la situación de salud, trabajo y economía que estamos viviendo cada uno.

En su famoso libro Los Cuatro Acuerdos, Don Miguel Ruiz nos habla del mitote, término que utilizaban los toltecas naguales para hablar de la bruma o neblina generada por cientos de voces que te ordenan, que te exigen, que te meten miedo a cada momento en tu mente y que no te permite vivir en paz. Este autor nos dice que esta es la condición de la mayoría de las mentes humanas, “un gran mitote”, que ocasiona que sea imposible ver lo que realmente somos porque estamos envueltos en un sueño.

La mente es el gran instrumento que todos tenemos para lograr nuestra felicidad y paz si se usa correctamente, pero si se usa equivocadamente se torna muy peligrosa y destructiva. Para decirlo con más precisión, no se trata de que usemos la mente equivocadamente, generalmente no la usamos en absoluto, sino que ella nos usa a nosotros. Y esta es una enfermedad generalizada en donde cada uno piensa que es su mente, cuando en realidad la mente se ha apoderado de uno y por lo tanto nos gobierna.

Los místicos y los maestros espirituales le llaman ego o falso yo. Un proverbio Sufí dice: “tu peor enemigo de entre tus enemigos, es tu nafs, que mora dentro de ti”. Los Sufíes consideran al nafs, como el enemigo más peligrosos para el ser humano y, por ello, más que cualquiera otra cosa, recomiendan tener cuidado con él, ya que en todo momento busca reconocimiento, es hipócrita, arrogante y engreído, avaro y mezquino, codicioso, veleidoso, indolente y falso. Es en definitiva considerado el origen de todos nuestros males.

Los budistas suelen comparar el funcionamiento de la mente ordinaria con un mono muy inquieto que salta continuamente de rama en rama y de árbol en árbol, incapaz de permanecer inmóvil y tranquilo; “es un mentiroso que vive dentro de nuestra cabeza y termina adueñándose de nuestra vida”.

René Descartes, en su obra Discurso del método señaló: “que los sentidos no siempre nos muestran la verdad y son muy subjetivos; y que es casi imposible distinguir entre la vigilia y el sueño; y que puede que exista una especie de “genio maligno” que nos haga creer como verdad, cosas falsas.” Ese “genio maligno”, es lo que ahora describimos como el mitote.

Si observamos nuestra mente, el pensamiento parece estar siempre presente, incluso cuando dormimos; parece ser incontrolable y suele siempre estar divagando entre el pasado y el futuro, casi nunca está en el presente, gran parte del tiempo está en lucha constante, rechazando lo que es e intentando cambiarlo, siempre es temeroso y hedonista, se relaciona con las emociones y con el cuerpo; por un lado nos juzga y por otro nos transforma en víctimas.

Si comparamos lo que experimentamos a veces con nuestra mente y nuestros pensamientos, con la descripción del infierno que las religiones han divulgado, descubrimos que son exactamente iguales. Si el infierno es un lugar de castigo y sufrimiento donde el fuego te quema, cada vez que sentimos odio, celos, envidia o rencor experimentamos un fuego que arde en nuestro interior. Estamos viviendo en el infierno.

Cambiemos definitivamente esto. Napoleón Hill en su libro Piense y hágase rico nos habla de convertir la mente en nuestro instrumento para la prosperidad, como el genio de la lámpara maravillosa, para que se convierta en nuestro siervo más valioso que nos permita conseguir lo que nos propongamos… o sea, ¡El Cielo, en la tierra! Gracias Puebla.

Si en condiciones normales el mitote puede ser un grave problema que nos asola, en las condiciones actuales de pandemia puede convertirse en un verdadero infierno que nos llevará al sufrimiento y a la depresión. Por ello considero importante abordar el tema con la mayor precisión y objetividad posibles, desde mi personal óptica, a fin de contribuir con mi grano de arena a atemperar la situación de salud, trabajo y economía que estamos viviendo cada uno.

En su famoso libro Los Cuatro Acuerdos, Don Miguel Ruiz nos habla del mitote, término que utilizaban los toltecas naguales para hablar de la bruma o neblina generada por cientos de voces que te ordenan, que te exigen, que te meten miedo a cada momento en tu mente y que no te permite vivir en paz. Este autor nos dice que esta es la condición de la mayoría de las mentes humanas, “un gran mitote”, que ocasiona que sea imposible ver lo que realmente somos porque estamos envueltos en un sueño.

La mente es el gran instrumento que todos tenemos para lograr nuestra felicidad y paz si se usa correctamente, pero si se usa equivocadamente se torna muy peligrosa y destructiva. Para decirlo con más precisión, no se trata de que usemos la mente equivocadamente, generalmente no la usamos en absoluto, sino que ella nos usa a nosotros. Y esta es una enfermedad generalizada en donde cada uno piensa que es su mente, cuando en realidad la mente se ha apoderado de uno y por lo tanto nos gobierna.

Los místicos y los maestros espirituales le llaman ego o falso yo. Un proverbio Sufí dice: “tu peor enemigo de entre tus enemigos, es tu nafs, que mora dentro de ti”. Los Sufíes consideran al nafs, como el enemigo más peligrosos para el ser humano y, por ello, más que cualquiera otra cosa, recomiendan tener cuidado con él, ya que en todo momento busca reconocimiento, es hipócrita, arrogante y engreído, avaro y mezquino, codicioso, veleidoso, indolente y falso. Es en definitiva considerado el origen de todos nuestros males.

Los budistas suelen comparar el funcionamiento de la mente ordinaria con un mono muy inquieto que salta continuamente de rama en rama y de árbol en árbol, incapaz de permanecer inmóvil y tranquilo; “es un mentiroso que vive dentro de nuestra cabeza y termina adueñándose de nuestra vida”.

René Descartes, en su obra Discurso del método señaló: “que los sentidos no siempre nos muestran la verdad y son muy subjetivos; y que es casi imposible distinguir entre la vigilia y el sueño; y que puede que exista una especie de “genio maligno” que nos haga creer como verdad, cosas falsas.” Ese “genio maligno”, es lo que ahora describimos como el mitote.

Si observamos nuestra mente, el pensamiento parece estar siempre presente, incluso cuando dormimos; parece ser incontrolable y suele siempre estar divagando entre el pasado y el futuro, casi nunca está en el presente, gran parte del tiempo está en lucha constante, rechazando lo que es e intentando cambiarlo, siempre es temeroso y hedonista, se relaciona con las emociones y con el cuerpo; por un lado nos juzga y por otro nos transforma en víctimas.

Si comparamos lo que experimentamos a veces con nuestra mente y nuestros pensamientos, con la descripción del infierno que las religiones han divulgado, descubrimos que son exactamente iguales. Si el infierno es un lugar de castigo y sufrimiento donde el fuego te quema, cada vez que sentimos odio, celos, envidia o rencor experimentamos un fuego que arde en nuestro interior. Estamos viviendo en el infierno.

Cambiemos definitivamente esto. Napoleón Hill en su libro Piense y hágase rico nos habla de convertir la mente en nuestro instrumento para la prosperidad, como el genio de la lámpara maravillosa, para que se convierta en nuestro siervo más valioso que nos permita conseguir lo que nos propongamos… o sea, ¡El Cielo, en la tierra! Gracias Puebla.