/ sábado 9 de enero de 2021

El narcisismo resultó más peligroso que las bombas

El asalto al Capitolio es un hecho que solo se ha visto en las películas, la democracia con más prestigio fue ofendida y las instituciones de la primera potencia del mundo se han tambaleado, todo en torno al ego y demagogia de un hombre, cuyos ideales también son compartidos por millones de personas.

Nuestro país ha sido víctima de los Estados Unidos en múltiples ocasiones: la guerra de 1847; el apoyo para iniciar la Revolución, lucha civil que no trajo beneficio alguno y sí muerte y destrucción; y los tratados de Bucarelli que sumieron a nuestro país en un atraso que aún tenemos, pero no por eso podemos dejar de reconocer las grandes victorias que han tenido los vecinos del norte y las enormes dificultades que han superado para ser el mandamás del mundo. Pienso ahora en esa estatua dedicada a la batalla de Iwo Jima, cuando los marines izaron la bandera de las barras y las estrellas después de ganar una sangrienta lucha, de la cual emanó la idea que esa batalla aseguraba la existencia de la Armada Estadounidense por 500 años. Este episodio y otros tantos forjaron una solidez que no había sido vulnerada gravemente.

Durante décadas, el Pentágono y la Cia estuvieron al pendiente de la seguridad de EU, miles de veces, aviones, barcos y bases militares han estado en guardia ante la amenaza de un ataque. Los japoneses planeaban tomar Hawái y desde ahí enviar a sus bombarderos a América continental; los nacional-socialistas soñaron con disparar sus V1 y V2 a la costa este; los soviéticos pusieron misiles nucleares en Cuba y, pese a todo ese esfuerzo, Estados Unidos nunca sufrió un daño substancial, al menos en su capital, la cual tenía más de 2 siglos en no ser atacada, como fue en 1814, cuando los británicos incendiaron la Casa Blanca y el Capitolio, el cual sufrió un auténtico asalto hace unos días, hecho que sorprendió al mundo entero.

Recordemos que gran parte de la grandeza de nuestro vecino del norte se basa en el respeto a sus instituciones y democracia. El caso Watergate es un ejemplo de ello, pero todo eso se vio vulnerado cuando los simpatizantes, quizá enviados de Trump, tomaron por la fuerza ese inmueble legislativo, en donde perdieron la vida 5 personas.

Quizá a los mexicanos esto no nos sorprenda, aquí estamos acostumbrados a que esquiroles y/o golpeadores “revienten” sesiones, congresos o consejos, pero allá esto resulta sumamente peligroso, no solo por el gran prestigio institucional, sino por la permanente amenaza terrorista o de algún gobierno enemigo de Washington.

Todo esto se ha originado en un discurso narcisista, de odio y exclusión, tan común en nuestros días, no solo en EU, sino en muchas partes del mundo.

Pensemos un poco en algún ciudadano común, estadounidense o nacional, quien sube muchas fotos, sensuales o mostrando aparente éxito o riqueza, con el fin de motivar la admiración; una persona irresponsable e irrespetuosa que se siente merecedora de todo y que no admite argumento en contra, quien por cierto también resulta muy ignorante y reacciona de una forma irracional, negando la realidad, para muestra, veamos cualquier red social, en donde muchos asumen tener la razón y actúan de forma visceral e infundada. El gran problema es que el todavía inquilino de la Casa Blanca ha actuado así, moviendo los ánimos de millones de norteamericanos y hasta mexicanos que conciente o inconcientemente anhelan ser como él: rubio, millonario, famoso y rodeado de muchas conejitas de Playboy.

Esto nos debe hacer reflexionar y ver que la actitud de Trump es consecuencia de un imaginario muy vigente y que agudiza los habituales problemas. Creo que antes de criticar a Trump, los mexicanos bien podríamos analizar la calidad de la propaganda política, la cual ya suena a toda hora, llena de mentiras y ofensas, pero que resulta efectiva en buena parte de la población que actúa por odio e ignorancia.

Aunque haya sido por la amenaza de aplicar la Vigésimo quinta Enmienda y la renuncia de miembros de su gabinete, el rubio millonario ya aceptó la derrota. No veamos a Biden como un salvador, pero al menos da una posibilidad de que la Unión Americana seguirá en la senda de la institucionalidad y la legalidad, pese a los abusos mencionados al inicio de esta editorial, esta situación ahora resulta, en cierto sentido, benéfica para nuestro país debido a factores socioeconómicos y geopolíticos, por lo cual debemos desear la estabilidad de nuestro vecino, es más, hasta podríamos hacer un ejercicio emocional e intentar cambiar estas actitudes tan nocivas para EU y para cualquier persona. Hasta la próxima.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.

El asalto al Capitolio es un hecho que solo se ha visto en las películas, la democracia con más prestigio fue ofendida y las instituciones de la primera potencia del mundo se han tambaleado, todo en torno al ego y demagogia de un hombre, cuyos ideales también son compartidos por millones de personas.

Nuestro país ha sido víctima de los Estados Unidos en múltiples ocasiones: la guerra de 1847; el apoyo para iniciar la Revolución, lucha civil que no trajo beneficio alguno y sí muerte y destrucción; y los tratados de Bucarelli que sumieron a nuestro país en un atraso que aún tenemos, pero no por eso podemos dejar de reconocer las grandes victorias que han tenido los vecinos del norte y las enormes dificultades que han superado para ser el mandamás del mundo. Pienso ahora en esa estatua dedicada a la batalla de Iwo Jima, cuando los marines izaron la bandera de las barras y las estrellas después de ganar una sangrienta lucha, de la cual emanó la idea que esa batalla aseguraba la existencia de la Armada Estadounidense por 500 años. Este episodio y otros tantos forjaron una solidez que no había sido vulnerada gravemente.

Durante décadas, el Pentágono y la Cia estuvieron al pendiente de la seguridad de EU, miles de veces, aviones, barcos y bases militares han estado en guardia ante la amenaza de un ataque. Los japoneses planeaban tomar Hawái y desde ahí enviar a sus bombarderos a América continental; los nacional-socialistas soñaron con disparar sus V1 y V2 a la costa este; los soviéticos pusieron misiles nucleares en Cuba y, pese a todo ese esfuerzo, Estados Unidos nunca sufrió un daño substancial, al menos en su capital, la cual tenía más de 2 siglos en no ser atacada, como fue en 1814, cuando los británicos incendiaron la Casa Blanca y el Capitolio, el cual sufrió un auténtico asalto hace unos días, hecho que sorprendió al mundo entero.

Recordemos que gran parte de la grandeza de nuestro vecino del norte se basa en el respeto a sus instituciones y democracia. El caso Watergate es un ejemplo de ello, pero todo eso se vio vulnerado cuando los simpatizantes, quizá enviados de Trump, tomaron por la fuerza ese inmueble legislativo, en donde perdieron la vida 5 personas.

Quizá a los mexicanos esto no nos sorprenda, aquí estamos acostumbrados a que esquiroles y/o golpeadores “revienten” sesiones, congresos o consejos, pero allá esto resulta sumamente peligroso, no solo por el gran prestigio institucional, sino por la permanente amenaza terrorista o de algún gobierno enemigo de Washington.

Todo esto se ha originado en un discurso narcisista, de odio y exclusión, tan común en nuestros días, no solo en EU, sino en muchas partes del mundo.

Pensemos un poco en algún ciudadano común, estadounidense o nacional, quien sube muchas fotos, sensuales o mostrando aparente éxito o riqueza, con el fin de motivar la admiración; una persona irresponsable e irrespetuosa que se siente merecedora de todo y que no admite argumento en contra, quien por cierto también resulta muy ignorante y reacciona de una forma irracional, negando la realidad, para muestra, veamos cualquier red social, en donde muchos asumen tener la razón y actúan de forma visceral e infundada. El gran problema es que el todavía inquilino de la Casa Blanca ha actuado así, moviendo los ánimos de millones de norteamericanos y hasta mexicanos que conciente o inconcientemente anhelan ser como él: rubio, millonario, famoso y rodeado de muchas conejitas de Playboy.

Esto nos debe hacer reflexionar y ver que la actitud de Trump es consecuencia de un imaginario muy vigente y que agudiza los habituales problemas. Creo que antes de criticar a Trump, los mexicanos bien podríamos analizar la calidad de la propaganda política, la cual ya suena a toda hora, llena de mentiras y ofensas, pero que resulta efectiva en buena parte de la población que actúa por odio e ignorancia.

Aunque haya sido por la amenaza de aplicar la Vigésimo quinta Enmienda y la renuncia de miembros de su gabinete, el rubio millonario ya aceptó la derrota. No veamos a Biden como un salvador, pero al menos da una posibilidad de que la Unión Americana seguirá en la senda de la institucionalidad y la legalidad, pese a los abusos mencionados al inicio de esta editorial, esta situación ahora resulta, en cierto sentido, benéfica para nuestro país debido a factores socioeconómicos y geopolíticos, por lo cual debemos desear la estabilidad de nuestro vecino, es más, hasta podríamos hacer un ejercicio emocional e intentar cambiar estas actitudes tan nocivas para EU y para cualquier persona. Hasta la próxima.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.