/ lunes 9 de diciembre de 2019

El plan de inversiones público privado no alcanzará para hacer crecer 4% la economía

Los organismos internacionales y analistas nacionales coinciden en la opinión de que la economía de México no ha caído en recesión, sólo atraviesa por una prolongada etapa de estancamiento, de crecimiento cero, y sólo hace falta poner en marcha el plan de inversiones público y privadas que se ha anunciado por 859 mil millones de pesos en 174 obras de infraestructura para reactivar la actividad económica nacional en 2020 y 2021 y reiniciar la creación de empleos.

El anunciado plan de inversiones público-privado es atractivo, estimulante y viable en estos momentos de parálisis del crecimiento, pero ahora la nueva discusión nacional se ha centrado en si este monto de inversiones es en sí mismo suficiente o insuficiente para provocar un crecimiento anual de 4 y 5% del PIB, tal y como se lo propone el gobierno de la llamada 4-Transformación y el sector empresarial que se le ha asociado.

Definitivamente es una cifra insuficiente que resulta raquítica para apuntalar un crecimiento económico anual de 4 y 5% y romper los paradigmas del empantanamiento que ha padecido México los últimos 37 años en que no ha podido rebasar las tasas promedio de expansión de 2% del PIB por año durante todo el llamado periodo del neoliberalismo en que el mercado mexicano ha sido indiscriminadamente abierto al comercio internacional, todas las empresas del estado fueron privatizadas, la inversión extranjera pretendió convertirse en el pivote central del crecimiento y el desarrollo, y se congelaron y sacrificaron los salarios, se montó el crecimiento nacional sobre las explotadas espaldas de los trabajadores mexicanos.

Para el Congreso Nacional de Ingeniería Civil, celebrado hace dos semanas en la ciudad de México, se requieren realizar erogaciones anuales promedio que van de un billón a billón y medio de pesos en obras de infraestructura. Es decir de 50 a 70 mil millones de dólares anuales para generar un crecimiento de 4 y 5% anual del PIB; cifras que no se han invertido en ninguno de los años del neoliberalismo capitalista en que el estado dejó de ser el rector y el eje de la economía, y fue sustituido por la inversión privado.

En ese sentido México arrastra un déficit anual acumulado de enormes proporciones, ya que las inversiones promedio anuales no han rebasado, por parte del sector público, los 20 mil millones de dólares anuales, a un promedio de 400 mil millones de pesos en proyectos de infraestructura, y cada año es menor la inversión del gobierno en proporción con el PIB nacional. Cada ejercicio y cada gobierno hacen menos inversión en obras de infraestructura. Eso explica porque el crecimiento nacional se ha estancado desde hace 37 años a un ritmo de 2% por año.

El gobierno de López Obrador recibió de sus antecesores, especialmente de Vicente Fox, de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto, una economía nacional endeudada y tiene que dedicar en 2020 más de 748 mil millones de pesos al pago del servicio de la deuda; deberá pagar en el sistema de pensiones a los jubilados casi un billón de pesos; y dedicará 180 mil millones a sus programas sociales, que le impiden orientar mayores recursos a la inversión. El resto del presupuesto aprobado ya está etiquetado y atado al pago del gasto corriente y a las participaciones estatales.

El sector privado le reprocha al tabasqueño que dedique tantos recursos a los sectores más pobres de la población en vez de canalizarlos a inversión pública productiva. Pero el presidente no se ha dejado presionar y sigue impulsando sus programas de ayuda a los adultos, a los discapacitados y sus planes de becas a los jóvenes estudiantes, para disminuir los índices de pobreza y elevar los de bienestar, aun sin que crezca la economía.

Si bien es cierto que la inversión pública y privada anunciada por 859 mil millones de pesos sería capaz de hacer crecer la economía a un ritmo de 3 o 4% en 2020, desafortunadamente no será posible porque tan sólo se trata de un compromiso verbal, no se conocen los 137 proyectos que se van a realizar, no se han licitado los contratos de construcción, ni se ha dicho de qué fuentes provendrán los recursos con que se financiarán las obras.

El arranque de este compromiso fácilmente se llevará los primeros 6 meses del año próximo, y los 6 del segundo semestre serán muy breves para concretar y terminar el paquete de obras anunciadas. Estamos hablando fácilmente de un proyecto que se aplicará en dos o tres años; que no será capaz de abatir el déficit histórico que arrastra el país en obras de infraestructura a razón de un billón de pesos por año; ni tendrá el poder y la fuerza de reactivar la economía nacional a tasas anuales de 4%.

Deberemos conformarnos con los ritmos promedios de 2% si bien nos va y el sector público y privado siguen agarrados fuertemente de las manos los próximos años y se anuncian nuevas inversiones similares cada año. NOS ESCUCHAMOS DIARIAMENTE de las 13 a las 14 horas en ABC Radio 1280 de AM.

Los organismos internacionales y analistas nacionales coinciden en la opinión de que la economía de México no ha caído en recesión, sólo atraviesa por una prolongada etapa de estancamiento, de crecimiento cero, y sólo hace falta poner en marcha el plan de inversiones público y privadas que se ha anunciado por 859 mil millones de pesos en 174 obras de infraestructura para reactivar la actividad económica nacional en 2020 y 2021 y reiniciar la creación de empleos.

El anunciado plan de inversiones público-privado es atractivo, estimulante y viable en estos momentos de parálisis del crecimiento, pero ahora la nueva discusión nacional se ha centrado en si este monto de inversiones es en sí mismo suficiente o insuficiente para provocar un crecimiento anual de 4 y 5% del PIB, tal y como se lo propone el gobierno de la llamada 4-Transformación y el sector empresarial que se le ha asociado.

Definitivamente es una cifra insuficiente que resulta raquítica para apuntalar un crecimiento económico anual de 4 y 5% y romper los paradigmas del empantanamiento que ha padecido México los últimos 37 años en que no ha podido rebasar las tasas promedio de expansión de 2% del PIB por año durante todo el llamado periodo del neoliberalismo en que el mercado mexicano ha sido indiscriminadamente abierto al comercio internacional, todas las empresas del estado fueron privatizadas, la inversión extranjera pretendió convertirse en el pivote central del crecimiento y el desarrollo, y se congelaron y sacrificaron los salarios, se montó el crecimiento nacional sobre las explotadas espaldas de los trabajadores mexicanos.

Para el Congreso Nacional de Ingeniería Civil, celebrado hace dos semanas en la ciudad de México, se requieren realizar erogaciones anuales promedio que van de un billón a billón y medio de pesos en obras de infraestructura. Es decir de 50 a 70 mil millones de dólares anuales para generar un crecimiento de 4 y 5% anual del PIB; cifras que no se han invertido en ninguno de los años del neoliberalismo capitalista en que el estado dejó de ser el rector y el eje de la economía, y fue sustituido por la inversión privado.

En ese sentido México arrastra un déficit anual acumulado de enormes proporciones, ya que las inversiones promedio anuales no han rebasado, por parte del sector público, los 20 mil millones de dólares anuales, a un promedio de 400 mil millones de pesos en proyectos de infraestructura, y cada año es menor la inversión del gobierno en proporción con el PIB nacional. Cada ejercicio y cada gobierno hacen menos inversión en obras de infraestructura. Eso explica porque el crecimiento nacional se ha estancado desde hace 37 años a un ritmo de 2% por año.

El gobierno de López Obrador recibió de sus antecesores, especialmente de Vicente Fox, de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto, una economía nacional endeudada y tiene que dedicar en 2020 más de 748 mil millones de pesos al pago del servicio de la deuda; deberá pagar en el sistema de pensiones a los jubilados casi un billón de pesos; y dedicará 180 mil millones a sus programas sociales, que le impiden orientar mayores recursos a la inversión. El resto del presupuesto aprobado ya está etiquetado y atado al pago del gasto corriente y a las participaciones estatales.

El sector privado le reprocha al tabasqueño que dedique tantos recursos a los sectores más pobres de la población en vez de canalizarlos a inversión pública productiva. Pero el presidente no se ha dejado presionar y sigue impulsando sus programas de ayuda a los adultos, a los discapacitados y sus planes de becas a los jóvenes estudiantes, para disminuir los índices de pobreza y elevar los de bienestar, aun sin que crezca la economía.

Si bien es cierto que la inversión pública y privada anunciada por 859 mil millones de pesos sería capaz de hacer crecer la economía a un ritmo de 3 o 4% en 2020, desafortunadamente no será posible porque tan sólo se trata de un compromiso verbal, no se conocen los 137 proyectos que se van a realizar, no se han licitado los contratos de construcción, ni se ha dicho de qué fuentes provendrán los recursos con que se financiarán las obras.

El arranque de este compromiso fácilmente se llevará los primeros 6 meses del año próximo, y los 6 del segundo semestre serán muy breves para concretar y terminar el paquete de obras anunciadas. Estamos hablando fácilmente de un proyecto que se aplicará en dos o tres años; que no será capaz de abatir el déficit histórico que arrastra el país en obras de infraestructura a razón de un billón de pesos por año; ni tendrá el poder y la fuerza de reactivar la economía nacional a tasas anuales de 4%.

Deberemos conformarnos con los ritmos promedios de 2% si bien nos va y el sector público y privado siguen agarrados fuertemente de las manos los próximos años y se anuncian nuevas inversiones similares cada año. NOS ESCUCHAMOS DIARIAMENTE de las 13 a las 14 horas en ABC Radio 1280 de AM.