El periodo escolar 2019-2020, como tradicionalmente se venía realizando, parece haber terminado el día 23 de marzo, cuando, por indicaciones de la Secretaría de Educación Pública, se tomó la determinación de adelantar el periodo vacacional dos semanas por la contingencia sanitaria por el Coronavirus.
Por lo visto en otros países, ese tiempo resultará insuficiente y por lo pronto se ha prolongado para lo que resta del mes de abril y conforme pasen los días, cuando lleguemos de manera oficial a la etapa 3 de la alerta epidemiológica las autoridades sanitarias y educativas decidirán qué más tiempo se prolonga el “quédate en casa”.
Si de por sí el sistema educativo nacional ya presentaba serios rezagos en cuanto a la formación de sus estudiantes, la nueva realidad empuja nuevos retos con inmediatas propuestas de solución para no desfasar los resultados del alumnado.
Como sea, las instituciones privadas de educación básica y media cuentan o se adhirieron inmediatamente a plataformas digitales para sortera los días de encierro de sus alumnos y en el periodo de vacaciones están preparando los contenidos que trabajarán a distancia a partir de la próxima semana.
Internet, computadoras, plataformas online, videoconferencias, aulas virtuales u otros recursos apoyados de la tecnología ayudarán a aminorar los efectos de suprimir la educación presencial y amortiguar el rezago que supone una formación no presencial.
El verdadero reto está para el sistema público, donde se encuentra la mayoría de los matriculados y que expresa, además de los problemas del modelo, impedimentos tecnológicos. Si partimos de la mera idea de escuelas sin conexión a Internet tenemos que el 50 por ciento de las secundarias y el 44 por ciento de las primarias no lo tienen y si hablamos de computadoras, el 54 por ciento de las primarias y el 17 por ciento de las secundarias no tienen ni una.
Y si esto lo trasladamos a los domicilios, tenemos que el 70 por ciento de los hogares rurales carecen de conexión a Internet mientras que, en las zonas urbanas, la no conexión es poco más del 20 por ciento.
De tal suerte que esta brecha tecnológica, impedirá el uso del ciberespacio como una plataforma para masificar los contenidos que no se recibirán en el aula durante las próximas semanas y posiblemente meses.
Otra alternativa explorada es la televisión, mediante la difusión de contenidos educativos pero con sus limitantes de la no interacción y que en contextos de familias numerosas difícilmente pudiera encontrar espacios para cada alumno.
Probablemente la creación de manuales, de mandar cascadas de tareas e investigaciones en internet (volvemos al problema de muchos) serán parte de las propuestas para salvar el ciclo escolar.
Entendible, por lo fortuito, pero el panorama educativo inmediato encuentra un reto inmediato que exigirá de la colaboración de los padres para aterrizar conceptos que igual y ya no recordamos y difícilmente transmitiremos.
Pese a ello, lo importante en estos momentos es preservar la salud y seguir la recomendación de quedarse, todos, en casa.