/ domingo 16 de junio de 2019

El rol del padre en la familia

¿Qué especial fascinación envuelve a la mujer que hay un encanto en los mexicanos por celebrar el día de la madre casi como fiesta nacional? Usted tiene una respuesta, y así habrá muchas otras más. Lo que no se puede negar es que la maternidad ha sido una celebración en todas las culturas, desde los griegos del siglo IV A.C. hasta la edad Media en la tradición cristiana para conmemorar a la Virgen María o a la Santa Madre Iglesia. Luego se tornó como reivindicación por todas las madres víctimas de la guerra de Secesión americana en 1870. Bueno, ahora ya se tornó en un evento más bien comercial.

Esto me conduce a reflexionar sobre la paternidad. Al respecto, la historia no le hace gran favor, porque parece ser que fue en 1910 cuanto en Estados Unidos se celebró por primera vez a partir de que Sonora Smart-Dodd reclamara que su padre había criado a 6 niños (sus hermanos y ella) después de fallecida su madre. Pero fue hasta 1966 que el presidente Johnson declaró que el Día del Padre sería el tercer domingo de junio y la práctica se adoptó en casi todo el continente americano (según una nota de Heraldo.es, 2017).

Este retraso, me parece que se produce además, porque con el apabullante éxito de los movimientos feministas de la década de los sesenta y setenta, que quitaron el velo romántico que cubría la realidad que muchas mujeres vivían en el seno de las familias tradicionales.

Desde entonces hasta ahora todo ha corrido muy rápido, la organización de la familia ha variado en las últimas 3 décadas al menos. Divorcios, reducción de la natalidad (sobre todo en países más desarrollados), familias monoparentales, la mujer incursionando de lleno en el campo laboral, en la política, en la academia. Ahora ya no es una arbitrariedad que el Estado intervenga en la intimidad, en la vida privada de una pareja (padre y madre) a cargo de unos menores, sus hijos, e irrumpe para arbitrar divorcios, determinar pensiones alimenticias, confirmar paternidad biológica, y en muchos países ya hasta interrumpir embarazos (por razones diversas).

Estos hechos irremediablemente han afectado directamente a la familia. Si bien la paternidad así como la maternidad inician una familia. Anthony Giddens, sociólogo, la explica como: grupo de personas directamente ligadas por nexos de parentesco, cuyos miembros adultos asumen la responsabilidad del cuidado de los hijos”, y las diferencia como nuclear (pareja con hijos propios o adoptados), extensa (además de la familia nuclear conviven otros parientes en contacto íntimo y continuo).

Pero actualmente es un concepto súper llevado y traído tanto en la sociedad como en las leyes, que resulta hasta difícil determinar dónde nace y termina una, hasta podría desaparecer. Lo cierto es que se han modificado profundamente las estructuras familiares y aparecido, para plasmarse en la ley, las familias extendidas y las familias alternativas (con divorciados vueltos a casar, y vueltos a divorciar, y así hasta n veces, con parejas homosexuales, o madres solteras).

Súmese al fenómeno el que las “cabezas de familia” no son más sólo hombres. En un giro sociológico, las mujeres se han posicionado como las jefas proveedoras. Según datos de la Encuesta Nacional de los Hogares del INEGI, en 2014 eran el 27.2%, en 2017 aumentó a 28.5% mujeres las responsables absolutas de sus hogares. Las causas son múltiples, una es que el feminismo ayudó a “empoderar” a las mujeres al grado de relevar a ese hombre proveedor como una elección, incluso menospreciándolo y haciendo lo posible por “borrarlo” de la familia “porque solo sirven para engendrar”.

Pero el rol seguirá existiendo, porque la autoridad y el poder no tienen sexo, cómo lo entendemos y cómo lo ejercemos hace la diferencia. Por lo pronto, mi reconocimiento a los hombres fajados que se rifan por sus familias a pesar del desempleo y las tundas del feminismo radical.

*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com

¿Qué especial fascinación envuelve a la mujer que hay un encanto en los mexicanos por celebrar el día de la madre casi como fiesta nacional? Usted tiene una respuesta, y así habrá muchas otras más. Lo que no se puede negar es que la maternidad ha sido una celebración en todas las culturas, desde los griegos del siglo IV A.C. hasta la edad Media en la tradición cristiana para conmemorar a la Virgen María o a la Santa Madre Iglesia. Luego se tornó como reivindicación por todas las madres víctimas de la guerra de Secesión americana en 1870. Bueno, ahora ya se tornó en un evento más bien comercial.

Esto me conduce a reflexionar sobre la paternidad. Al respecto, la historia no le hace gran favor, porque parece ser que fue en 1910 cuanto en Estados Unidos se celebró por primera vez a partir de que Sonora Smart-Dodd reclamara que su padre había criado a 6 niños (sus hermanos y ella) después de fallecida su madre. Pero fue hasta 1966 que el presidente Johnson declaró que el Día del Padre sería el tercer domingo de junio y la práctica se adoptó en casi todo el continente americano (según una nota de Heraldo.es, 2017).

Este retraso, me parece que se produce además, porque con el apabullante éxito de los movimientos feministas de la década de los sesenta y setenta, que quitaron el velo romántico que cubría la realidad que muchas mujeres vivían en el seno de las familias tradicionales.

Desde entonces hasta ahora todo ha corrido muy rápido, la organización de la familia ha variado en las últimas 3 décadas al menos. Divorcios, reducción de la natalidad (sobre todo en países más desarrollados), familias monoparentales, la mujer incursionando de lleno en el campo laboral, en la política, en la academia. Ahora ya no es una arbitrariedad que el Estado intervenga en la intimidad, en la vida privada de una pareja (padre y madre) a cargo de unos menores, sus hijos, e irrumpe para arbitrar divorcios, determinar pensiones alimenticias, confirmar paternidad biológica, y en muchos países ya hasta interrumpir embarazos (por razones diversas).

Estos hechos irremediablemente han afectado directamente a la familia. Si bien la paternidad así como la maternidad inician una familia. Anthony Giddens, sociólogo, la explica como: grupo de personas directamente ligadas por nexos de parentesco, cuyos miembros adultos asumen la responsabilidad del cuidado de los hijos”, y las diferencia como nuclear (pareja con hijos propios o adoptados), extensa (además de la familia nuclear conviven otros parientes en contacto íntimo y continuo).

Pero actualmente es un concepto súper llevado y traído tanto en la sociedad como en las leyes, que resulta hasta difícil determinar dónde nace y termina una, hasta podría desaparecer. Lo cierto es que se han modificado profundamente las estructuras familiares y aparecido, para plasmarse en la ley, las familias extendidas y las familias alternativas (con divorciados vueltos a casar, y vueltos a divorciar, y así hasta n veces, con parejas homosexuales, o madres solteras).

Súmese al fenómeno el que las “cabezas de familia” no son más sólo hombres. En un giro sociológico, las mujeres se han posicionado como las jefas proveedoras. Según datos de la Encuesta Nacional de los Hogares del INEGI, en 2014 eran el 27.2%, en 2017 aumentó a 28.5% mujeres las responsables absolutas de sus hogares. Las causas son múltiples, una es que el feminismo ayudó a “empoderar” a las mujeres al grado de relevar a ese hombre proveedor como una elección, incluso menospreciándolo y haciendo lo posible por “borrarlo” de la familia “porque solo sirven para engendrar”.

Pero el rol seguirá existiendo, porque la autoridad y el poder no tienen sexo, cómo lo entendemos y cómo lo ejercemos hace la diferencia. Por lo pronto, mi reconocimiento a los hombres fajados que se rifan por sus familias a pesar del desempleo y las tundas del feminismo radical.

*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com