/ viernes 7 de diciembre de 2018

El rumbo de la nueva etapa en México

Con el sexenio de Enrique Peña se inició una etapa que prometía tener un mayor desarrollo; sin embargo, concluyó siendo un gobierno con elevados costos políticos. Con López Obrador se inicia una nueva era, la cual esperamos sea de una verdadera transformación.

Cabe destacar que la magnitud del resultado electoral fue contundente debido al efecto López Obrador, lo cual no refleja solo el resultado de un simple cambio de administración, pues a partir del 1° de diciembre, cuando asumió el mandato constitucional, empezaron a tener un alto impacto todas las aseveraciones del presidente de la república, incluso con la fuerza de políticas públicas.

Sin embargo, no debe generar confusión, pues ha manifestado ser un liberal y para poder tomar las decisiones debe, invariablemente, medir el efecto, por ello, debe tener claro y presente que, como cualquier funcionario público, ante cualquier asunto debe sujetarse al marco legal para saber lo que debe hacer y lo qué le está prohibido, pues las leyes definitivamente no deben someterse a consulta popular.

Por lo menos durante las últimas dos décadas, López Obrador y quienes se integraron a su movimiento (Morena) en al menos los últimos 5 años, han sido los más duros críticos de las promesas no cumplidas y, por supuesto, de la transición a la democracia, la cual deben respetar.

López Obrador es el presidente de todos, él representa a las instituciones, por lo cual la acción a emprender debe enfocarla en unir y apelar a quienes no votaron por él, que no son pocos y, dadas las condiciones en las que se encuentra el país, las circunstancias lo obligan a hacerlo.

Como ejemplo, vale la pena señalar el caso de Nelson Mandela: un hombre que tomó las armas para defender sus ideas, pero abjuró de ellas, y en cuanto tomó el poder llegó incluso a lo simbólico en aras de enviar el mensaje de que gobernaría para todos. El cambio que se produjo en Mandela sorprendió, incluso, a sus más acérrimos enemigos. “Si yo no soy capaz de cambiar, ¿cómo puedo pedir a los demás que lo hagan?”, solía decir el sudafricano.

Ante esta nueva etapa que vivimos en México debe fortalecerse la visión de Estado, consolidando la independencia y autonomía de los poderes de la Unión, respetar el pacto federal y la autonomía de los municipios, así como a los órganos autónomos del Estado Mexicano.

Pues sin duda lo urgente es atender de manera prioritaria la violencia y su control en la sociedad, la cual ha sido un tema histórico abordado por diversas corrientes de pensamiento y por especialistas.

La inseguridad que hoy padecemos no debemos asumirla como una realidad que deba seguir, pues las amenazas a la cohesión social no solo se encuentran en las acciones de la delincuencia organizada, sino predominantemente en la violencia intrafamiliar, la escolar y la criminalidad, la cual se ha extendido de forma exponencial.

El cambio en nuestro país debe seguir, impulsado y sostenido por la sociedad, involucrándose en los asuntos públicos, pues durante la pasada elección presidencial se logró colocar en la sociedad el concepto de cambiar a nuestro país. Se participó para poder dejar atrás la corrupción, la inseguridad, la pobreza e incluso la ncertidumbre económica.

Por supuesto que la transformación no es solo de un hombre de poder, sino del potencial y talento de los más de 120 millones de mexicanos. En suma, la transformación, la austeridad y la eliminación de la corrupción son responsabilidad de nosotros, del pueblo, el cual merece tener condiciones dignas en materia laboral de educación y de seguridad para su pleno desarrollo.

Lo importante es lograr que hombres y mujeres podamos tratarnos con respeto y reconocimiento de las diferencias; la opción de vida posible dependerá de la capacidad para promover una nueva cultura de convivencia, de inclusión y armonía, con ciudadanos responsables que conozcan el valor de las instituciones y de la democracia, que mucho ha costado construir.

Sus comentarios jrobertofl@hotmail.com


* Vicepresidente del Club Rotario Puebla Industrial

Con el sexenio de Enrique Peña se inició una etapa que prometía tener un mayor desarrollo; sin embargo, concluyó siendo un gobierno con elevados costos políticos. Con López Obrador se inicia una nueva era, la cual esperamos sea de una verdadera transformación.

Cabe destacar que la magnitud del resultado electoral fue contundente debido al efecto López Obrador, lo cual no refleja solo el resultado de un simple cambio de administración, pues a partir del 1° de diciembre, cuando asumió el mandato constitucional, empezaron a tener un alto impacto todas las aseveraciones del presidente de la república, incluso con la fuerza de políticas públicas.

Sin embargo, no debe generar confusión, pues ha manifestado ser un liberal y para poder tomar las decisiones debe, invariablemente, medir el efecto, por ello, debe tener claro y presente que, como cualquier funcionario público, ante cualquier asunto debe sujetarse al marco legal para saber lo que debe hacer y lo qué le está prohibido, pues las leyes definitivamente no deben someterse a consulta popular.

Por lo menos durante las últimas dos décadas, López Obrador y quienes se integraron a su movimiento (Morena) en al menos los últimos 5 años, han sido los más duros críticos de las promesas no cumplidas y, por supuesto, de la transición a la democracia, la cual deben respetar.

López Obrador es el presidente de todos, él representa a las instituciones, por lo cual la acción a emprender debe enfocarla en unir y apelar a quienes no votaron por él, que no son pocos y, dadas las condiciones en las que se encuentra el país, las circunstancias lo obligan a hacerlo.

Como ejemplo, vale la pena señalar el caso de Nelson Mandela: un hombre que tomó las armas para defender sus ideas, pero abjuró de ellas, y en cuanto tomó el poder llegó incluso a lo simbólico en aras de enviar el mensaje de que gobernaría para todos. El cambio que se produjo en Mandela sorprendió, incluso, a sus más acérrimos enemigos. “Si yo no soy capaz de cambiar, ¿cómo puedo pedir a los demás que lo hagan?”, solía decir el sudafricano.

Ante esta nueva etapa que vivimos en México debe fortalecerse la visión de Estado, consolidando la independencia y autonomía de los poderes de la Unión, respetar el pacto federal y la autonomía de los municipios, así como a los órganos autónomos del Estado Mexicano.

Pues sin duda lo urgente es atender de manera prioritaria la violencia y su control en la sociedad, la cual ha sido un tema histórico abordado por diversas corrientes de pensamiento y por especialistas.

La inseguridad que hoy padecemos no debemos asumirla como una realidad que deba seguir, pues las amenazas a la cohesión social no solo se encuentran en las acciones de la delincuencia organizada, sino predominantemente en la violencia intrafamiliar, la escolar y la criminalidad, la cual se ha extendido de forma exponencial.

El cambio en nuestro país debe seguir, impulsado y sostenido por la sociedad, involucrándose en los asuntos públicos, pues durante la pasada elección presidencial se logró colocar en la sociedad el concepto de cambiar a nuestro país. Se participó para poder dejar atrás la corrupción, la inseguridad, la pobreza e incluso la ncertidumbre económica.

Por supuesto que la transformación no es solo de un hombre de poder, sino del potencial y talento de los más de 120 millones de mexicanos. En suma, la transformación, la austeridad y la eliminación de la corrupción son responsabilidad de nosotros, del pueblo, el cual merece tener condiciones dignas en materia laboral de educación y de seguridad para su pleno desarrollo.

Lo importante es lograr que hombres y mujeres podamos tratarnos con respeto y reconocimiento de las diferencias; la opción de vida posible dependerá de la capacidad para promover una nueva cultura de convivencia, de inclusión y armonía, con ciudadanos responsables que conozcan el valor de las instituciones y de la democracia, que mucho ha costado construir.

Sus comentarios jrobertofl@hotmail.com


* Vicepresidente del Club Rotario Puebla Industrial