/ miércoles 17 de marzo de 2021

El “Varguitas” de Chichiquila

No se trata de una escena extraída de la célebre película La Ley de Herodes (1999) pero cómo se le parece.

La forma en la que se toman decisiones en los municipios alejados de los reflectores mediáticos y escondidos por la distancia geográfica hace que sus alcaldes gobiernen desde lo pintoresco hasta lo más grotesco. Que tomen decisiones por “sus pistolas”, para decirlo decentemente, asumiendo que nadie dentro o fuera del pueblo puede más que su poder.

El caso que hoy nos ocupa es el del presidente municipal priista de Chichiquila, Pablo Galindo Hernández, quien aparentemente toma decisiones sin atender lo que en derecho corresponde sobre la propiedad privada.

Como si se tratara de Juan Vargas, mejor identificado como el personaje de Varguitas, que, en la película de Luis Estrada, interpreta a un presidente municipal que se despacha a contentillo del poder, el alcalde de Chichiquila le hace competencia.

Un caso documentado es el del ciudadano Justo Hernández Sánchez, quien está en riesgo de perder su propiedad, de 6 mil 900 metros cuadrados, pues en un primer momento le quitaron una porción para hacer una vialidad sin su consentimiento, pero hace dos meses, de buenas a primeras su terreno comenzó a ser bardeadado.

Hasta antes de la muerte de Rufino Hernández Chacón, padre del afectado, el predio en comento era respetado, pero con el deceso ocurrido el 15 de enero vino la vialidad que comió parte de este y recientemente la invasión.

De nada le ha servido a Justo Hernández acreditarse con el título de propiedad 151045 pues solamente se ha hecho acreedor de amenazas por parte de quienes construyen la barda y dos personas cercanos al presidente municipal de nombres Alfredo Hernández Hernández y Dionicio Ramírez Sánchez quienes le dijeron que le hiciera como quisiera pero que por su bien mejor no le moviera.

El terreno con una casa en obra negra se encuentra ubicado en la calle principal, a un costado de la iglesia y luce solamente con un acceso de un metro lineal y una barda de un metro de altura que no fueron autorizados por el quejoso.

Sobre estos hechos, el afectado interpuso, ante la Fiscalía General del Estado, la denuncia DL/FIR/CHALCHICOMULA/87277-2021 donde hace constar la arbitrariedad, pero ante la carencia de un abogado que le asesorara, no pasó nada.

En su relato asegura que nunca antes había tenido problemas con su propiedad, pero tras el fallecimiento de su padre, las autoridades y habitantes del pueblo hicieron una reunión a la que no fue convocado ni avisado sobre lo que se había determinado sobre su propiedad.

Fue hasta que sus familiares le avisaron que estaban descargando material para construcción en su terreno cuando acudió a verificar lo que estaba pasando pues actualmente vive fuera del municipio.

Y al reclamar, en el ayuntamiento le dijeron que le hiciera como quisiera porque ellos tienen el poder y el apoyo de 30 mujeres que validaron la barda.

Así las cosas en el gobierno de Pablo Galindo que, por cierto, busca reelegirse.

No se trata de una escena extraída de la célebre película La Ley de Herodes (1999) pero cómo se le parece.

La forma en la que se toman decisiones en los municipios alejados de los reflectores mediáticos y escondidos por la distancia geográfica hace que sus alcaldes gobiernen desde lo pintoresco hasta lo más grotesco. Que tomen decisiones por “sus pistolas”, para decirlo decentemente, asumiendo que nadie dentro o fuera del pueblo puede más que su poder.

El caso que hoy nos ocupa es el del presidente municipal priista de Chichiquila, Pablo Galindo Hernández, quien aparentemente toma decisiones sin atender lo que en derecho corresponde sobre la propiedad privada.

Como si se tratara de Juan Vargas, mejor identificado como el personaje de Varguitas, que, en la película de Luis Estrada, interpreta a un presidente municipal que se despacha a contentillo del poder, el alcalde de Chichiquila le hace competencia.

Un caso documentado es el del ciudadano Justo Hernández Sánchez, quien está en riesgo de perder su propiedad, de 6 mil 900 metros cuadrados, pues en un primer momento le quitaron una porción para hacer una vialidad sin su consentimiento, pero hace dos meses, de buenas a primeras su terreno comenzó a ser bardeadado.

Hasta antes de la muerte de Rufino Hernández Chacón, padre del afectado, el predio en comento era respetado, pero con el deceso ocurrido el 15 de enero vino la vialidad que comió parte de este y recientemente la invasión.

De nada le ha servido a Justo Hernández acreditarse con el título de propiedad 151045 pues solamente se ha hecho acreedor de amenazas por parte de quienes construyen la barda y dos personas cercanos al presidente municipal de nombres Alfredo Hernández Hernández y Dionicio Ramírez Sánchez quienes le dijeron que le hiciera como quisiera pero que por su bien mejor no le moviera.

El terreno con una casa en obra negra se encuentra ubicado en la calle principal, a un costado de la iglesia y luce solamente con un acceso de un metro lineal y una barda de un metro de altura que no fueron autorizados por el quejoso.

Sobre estos hechos, el afectado interpuso, ante la Fiscalía General del Estado, la denuncia DL/FIR/CHALCHICOMULA/87277-2021 donde hace constar la arbitrariedad, pero ante la carencia de un abogado que le asesorara, no pasó nada.

En su relato asegura que nunca antes había tenido problemas con su propiedad, pero tras el fallecimiento de su padre, las autoridades y habitantes del pueblo hicieron una reunión a la que no fue convocado ni avisado sobre lo que se había determinado sobre su propiedad.

Fue hasta que sus familiares le avisaron que estaban descargando material para construcción en su terreno cuando acudió a verificar lo que estaba pasando pues actualmente vive fuera del municipio.

Y al reclamar, en el ayuntamiento le dijeron que le hiciera como quisiera porque ellos tienen el poder y el apoyo de 30 mujeres que validaron la barda.

Así las cosas en el gobierno de Pablo Galindo que, por cierto, busca reelegirse.