/ miércoles 17 de junio de 2020

En política la ingenuidad es tan peligrosa como un megalómano (2/2)

Cuando a tu yo verdadero lo lastiman, se levantan los yo falsos para protegerloBernardo Stamateas

Me parece que el escrito anterior (con el mismo título) quedó colgado. No me alcanzaron los 3 mil caracteres por lo que retomo y concluyo la idea si bien el tema es inagotable.

Tengo claro que este escrito no va a detener a nadie que esté contra AMLO y tampoco será la inspiración de conciencia para nadie en función de ser más responsables como oposición en la cosa político-social-económica.

Dejo establecido que, en tan solo un año, seis meses y quince días, desde el 1 de diciembre de 2018 a la actualidad, el actual gobierno federal no evidencia claramente los resultados que prometió en la materia económica, ni en la de seguridad, tampoco en la política social, ni en la salud y ni decir de la educativa, entre otros aspectos.

Y, lo menos evidente es la inexistencia de la corrupción y el neoliberalismo pese a que se habla mucho de haberlos abatido, si bien sí se ha establecido cierto rigor.

Así lo sitúan publicaciones hechas por Carlos Loret de Mola y Víctor Alberto Trujillo Matamoros en LatinUs, y muchos otros medios y analistas de la información quienes han denunciado varios casos de corrupción, a lo que yo le llamo el síndrome del millonarismo a propósito de ocupar cargos públicos. Es decir, la corrupción sigue latente.

También es cierto que el país -con todo y todo- no está manga por hombros como se quiere hacer ver por parte de quienes se oponen políticamente. Yo, por ejemplo, lo adverso, porque considero que hubo desde un inicio y hasta ahora, engaño; sin embargo, no creo que el asunto se resuelva empujando al presidente a dimitir.

En primera instancia no creo que esa sea una ruta viable bajo ningún criterio y no creo que los militares lo permitirían, aunque antes no estuvieron de acuerdo con la llegada de AMLO, razones por las que se aprobó el anterior sexenio la Ley de Seguridad Interior que daba plenos poderes a los militares.

Pero nada tontos, permitieron que la Ley fuera abolida en este sexenio con su mayoría parlamentaria, sobre todo por la buena negociación con la clase castrense y en virtud de nuevos y más beneficios como el logrado con la construcción del aeropuerto de Santa Lucía y una sección del Tren Maya, donde los militares obtendrán pingues ganancias legales, sin necesidad de coludirse con la delincuencia organizada, aunque tampoco se han desvinculado del todo, según se dice.

Es por ello, que teniendo el presidente el apoyo de los militares es casi imposible que haya un derrocamiento por presión social. Además, en la democracia es normal que esto suceda, es decir las protestas.

Que no es cierto que es en este sexenio que se permiten las protestas y la practica verdadera de la democracia, o la libertad de expresión ¡falso!

El propio AMLO no sólo protestó cuando quiso y como quiso, sino que abusó de la democracia al crear verdades a su manera, misma que yo le llamo engaño para lograr que tantos creyeran en su discurso.

Sin embargo, muchos de ellos están poniendo reversa. Algunos no sólo no están con él ahora, incluso niegan haberlo apoyado. No sé si por arrepentimiento, por vergüenza, por impotencia o cobardía.

Lo cierto es que -insisto- no hay los cambios que se gritan por mucho que se digan haber otros datos, pero no es con la incitación a que AMLO deje el cargo como se van a solucionar las cosas.

Porque si bien al presente no hay por parte del gobierno actual, y tampoco creo que haya después, mecanismos plenos creados por decretos para acabar con todo lo mal que hay en el país, tampoco la oposición tiene las formas plenas para lograrlo. ¿Le suena?

Cuando a tu yo verdadero lo lastiman, se levantan los yo falsos para protegerloBernardo Stamateas

Me parece que el escrito anterior (con el mismo título) quedó colgado. No me alcanzaron los 3 mil caracteres por lo que retomo y concluyo la idea si bien el tema es inagotable.

Tengo claro que este escrito no va a detener a nadie que esté contra AMLO y tampoco será la inspiración de conciencia para nadie en función de ser más responsables como oposición en la cosa político-social-económica.

Dejo establecido que, en tan solo un año, seis meses y quince días, desde el 1 de diciembre de 2018 a la actualidad, el actual gobierno federal no evidencia claramente los resultados que prometió en la materia económica, ni en la de seguridad, tampoco en la política social, ni en la salud y ni decir de la educativa, entre otros aspectos.

Y, lo menos evidente es la inexistencia de la corrupción y el neoliberalismo pese a que se habla mucho de haberlos abatido, si bien sí se ha establecido cierto rigor.

Así lo sitúan publicaciones hechas por Carlos Loret de Mola y Víctor Alberto Trujillo Matamoros en LatinUs, y muchos otros medios y analistas de la información quienes han denunciado varios casos de corrupción, a lo que yo le llamo el síndrome del millonarismo a propósito de ocupar cargos públicos. Es decir, la corrupción sigue latente.

También es cierto que el país -con todo y todo- no está manga por hombros como se quiere hacer ver por parte de quienes se oponen políticamente. Yo, por ejemplo, lo adverso, porque considero que hubo desde un inicio y hasta ahora, engaño; sin embargo, no creo que el asunto se resuelva empujando al presidente a dimitir.

En primera instancia no creo que esa sea una ruta viable bajo ningún criterio y no creo que los militares lo permitirían, aunque antes no estuvieron de acuerdo con la llegada de AMLO, razones por las que se aprobó el anterior sexenio la Ley de Seguridad Interior que daba plenos poderes a los militares.

Pero nada tontos, permitieron que la Ley fuera abolida en este sexenio con su mayoría parlamentaria, sobre todo por la buena negociación con la clase castrense y en virtud de nuevos y más beneficios como el logrado con la construcción del aeropuerto de Santa Lucía y una sección del Tren Maya, donde los militares obtendrán pingues ganancias legales, sin necesidad de coludirse con la delincuencia organizada, aunque tampoco se han desvinculado del todo, según se dice.

Es por ello, que teniendo el presidente el apoyo de los militares es casi imposible que haya un derrocamiento por presión social. Además, en la democracia es normal que esto suceda, es decir las protestas.

Que no es cierto que es en este sexenio que se permiten las protestas y la practica verdadera de la democracia, o la libertad de expresión ¡falso!

El propio AMLO no sólo protestó cuando quiso y como quiso, sino que abusó de la democracia al crear verdades a su manera, misma que yo le llamo engaño para lograr que tantos creyeran en su discurso.

Sin embargo, muchos de ellos están poniendo reversa. Algunos no sólo no están con él ahora, incluso niegan haberlo apoyado. No sé si por arrepentimiento, por vergüenza, por impotencia o cobardía.

Lo cierto es que -insisto- no hay los cambios que se gritan por mucho que se digan haber otros datos, pero no es con la incitación a que AMLO deje el cargo como se van a solucionar las cosas.

Porque si bien al presente no hay por parte del gobierno actual, y tampoco creo que haya después, mecanismos plenos creados por decretos para acabar con todo lo mal que hay en el país, tampoco la oposición tiene las formas plenas para lograrlo. ¿Le suena?