/ miércoles 10 de junio de 2020

En política la ingenuidad es tan peligrosa como un megalómano

Un idealista es un hombre que, partiendo de que una rosa huele mejor que una col, deduce que una sopa de rosas tendría también mejor saborErnest Hemingway

Un día, mi hija apoyando a mi nieta que estaba en kínder, le explicaba acerca de las especies animales y sus características particulares. Le tocaba hablar de la serpiente. Entonces mi hija le preguntó: ̶ Sofía, ¿una serpiente es un animal mamífero, insecto o reptil? Mi nieta le respondió: ̶ ¡Peligrosa mami, peligrosa! Pues en política más peligrosa que una serpiente es la ingenuidad, más que un megalómano.

Ignorar es el desconocimiento de información y ser ingenuo es no contar con la suficiente malicia o experiencia para detectar que algo no funciona; también se refiere a la ausencia de compresión o que no tiene suficiente inteligencia para decidir y cae en la trampa de sus percepciones.

Por ejemplo, para manipular una serpiente se requiere conocer sus características y haber aprendido cómo tratarlas. No cualquiera lo sabe hacer; hacerlo -sin saber- es ponerse en peligro por ignorancia y por ingenuidad.

Así las cosas, me parece que hay muchos que entre intereses políticos (los que sí saben que quieren), y aquellos que quisieran que el presidente AMLO deje la presidencia voluntariamente o, incluso, hay quienes desean que muera para que haya cambio de presidente, son gente muy peligrosa por ingenua.

Entiendo el afán dada la situación en el país, pero la fiebre no está en la sábana. No seamos ingenuos si bien el puesto, dado los resultados por lo pronto, sí le ha quedado grande.

Sostengo que cuando un político ofrece más de lo que puede dar objetivamente, lo que en verdad, o sobre todo le interesa, es llegar al poder.

Unos lo hacen por soberbia, por egocentrismo, por megalomanía, por narcisistas; otros también porque no les importa nada con sus electores. Sólo se importan así mismo y su propio proyecto de vida.

Y en estos casos, lo peor es estar convencidos de que lo que dice y hace es absolutamente lo que se debe hacer porque sí y nada más. La historia está plagada de dirigentes y líderes con esos trastornos.

Sin embargo, estoy convencido que lo que mejor que le puede suceder al país es que el presidente termine bien su mandato. Que llegue sano al final y diga adiós; de lo contrario, si no terminara, caeríamos a un estado de desestabilización a tal grado que sería peor el caldo que la albóndiga porque hay una polarización de 7 pares.

El artículo 84 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, reza: “En caso de falta absoluta del Presidente de la República, en tanto el Congreso nombra al presidente interino o substituto, lo que deberá ocurrir en un término no mayor a sesenta días, el Secretario de Gobernación asumirá provisionalmente la titularidad del Poder Ejecutivo.”

De suceder algo así (que sería lamentable), le tocaría a Olga Sánchez Cordero en el caso de seguir como secretaria de Estado. ¿Creen ustedes que ella podría con el potro?

Luego vendría el interino. Habría en fila varios, por ejemplo: Gerardo Fernández Noroña, ese se sacaría un ojo por ser presidente. Estarían esperando otros como Martí Batres Guadarrama, Ricardo Monreal Ávila, Marcelo Luis Ebrard Casaubón; aunque estos dos últimos quisiera el pastel de seis años y no la sobra de un sexenio. ¿Creen que las cosas serían mejor con alguno de ellos?

Sin entrarle más a quitar costras a la herida, sostengo que debe haber mesura objetiva, paz social y buscar un antídoto. Si supiera mi nieta sobre este asunto, le preguntaría qué piensa de la ingenuidad, de seguro respondería: ¡peligrosa abue, peligrosa! ¿Le suena?

Un idealista es un hombre que, partiendo de que una rosa huele mejor que una col, deduce que una sopa de rosas tendría también mejor saborErnest Hemingway

Un día, mi hija apoyando a mi nieta que estaba en kínder, le explicaba acerca de las especies animales y sus características particulares. Le tocaba hablar de la serpiente. Entonces mi hija le preguntó: ̶ Sofía, ¿una serpiente es un animal mamífero, insecto o reptil? Mi nieta le respondió: ̶ ¡Peligrosa mami, peligrosa! Pues en política más peligrosa que una serpiente es la ingenuidad, más que un megalómano.

Ignorar es el desconocimiento de información y ser ingenuo es no contar con la suficiente malicia o experiencia para detectar que algo no funciona; también se refiere a la ausencia de compresión o que no tiene suficiente inteligencia para decidir y cae en la trampa de sus percepciones.

Por ejemplo, para manipular una serpiente se requiere conocer sus características y haber aprendido cómo tratarlas. No cualquiera lo sabe hacer; hacerlo -sin saber- es ponerse en peligro por ignorancia y por ingenuidad.

Así las cosas, me parece que hay muchos que entre intereses políticos (los que sí saben que quieren), y aquellos que quisieran que el presidente AMLO deje la presidencia voluntariamente o, incluso, hay quienes desean que muera para que haya cambio de presidente, son gente muy peligrosa por ingenua.

Entiendo el afán dada la situación en el país, pero la fiebre no está en la sábana. No seamos ingenuos si bien el puesto, dado los resultados por lo pronto, sí le ha quedado grande.

Sostengo que cuando un político ofrece más de lo que puede dar objetivamente, lo que en verdad, o sobre todo le interesa, es llegar al poder.

Unos lo hacen por soberbia, por egocentrismo, por megalomanía, por narcisistas; otros también porque no les importa nada con sus electores. Sólo se importan así mismo y su propio proyecto de vida.

Y en estos casos, lo peor es estar convencidos de que lo que dice y hace es absolutamente lo que se debe hacer porque sí y nada más. La historia está plagada de dirigentes y líderes con esos trastornos.

Sin embargo, estoy convencido que lo que mejor que le puede suceder al país es que el presidente termine bien su mandato. Que llegue sano al final y diga adiós; de lo contrario, si no terminara, caeríamos a un estado de desestabilización a tal grado que sería peor el caldo que la albóndiga porque hay una polarización de 7 pares.

El artículo 84 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, reza: “En caso de falta absoluta del Presidente de la República, en tanto el Congreso nombra al presidente interino o substituto, lo que deberá ocurrir en un término no mayor a sesenta días, el Secretario de Gobernación asumirá provisionalmente la titularidad del Poder Ejecutivo.”

De suceder algo así (que sería lamentable), le tocaría a Olga Sánchez Cordero en el caso de seguir como secretaria de Estado. ¿Creen ustedes que ella podría con el potro?

Luego vendría el interino. Habría en fila varios, por ejemplo: Gerardo Fernández Noroña, ese se sacaría un ojo por ser presidente. Estarían esperando otros como Martí Batres Guadarrama, Ricardo Monreal Ávila, Marcelo Luis Ebrard Casaubón; aunque estos dos últimos quisiera el pastel de seis años y no la sobra de un sexenio. ¿Creen que las cosas serían mejor con alguno de ellos?

Sin entrarle más a quitar costras a la herida, sostengo que debe haber mesura objetiva, paz social y buscar un antídoto. Si supiera mi nieta sobre este asunto, le preguntaría qué piensa de la ingenuidad, de seguro respondería: ¡peligrosa abue, peligrosa! ¿Le suena?