Augusta Valentina Díaz de Rivera y Eduardo Rivera Pérez cometieron un desliz involuntario este jueves en el informe de labores de Adán Domínguez Sánchez al hablar de la renovación de la presidencia del Comité Directivo Estatal del PAN.
Mientras la actual dirigente dijo muy orgullosa que en el partido blanquiazul no habrá injerencia desde el Comité Ejecutivo Nacional para definir al nuevo o la nueva presidenta del partido en el estado, como, subrayó, sí ocurre en Morena, el ex presidente municipal y ex candidato a gobernador expuso que participará en la contienda interna siempre y cuando cuente con el apoyo de Jorge Romero Herrera, muy probable próximo líder panista del país.
“Nosotros no vamos a hacer una elección hecha desde la dirigencia nacional como es el caso de Morena. Quiero que sepan que esto es un asunto que compete a Puebla, a la militancia de Puebla”, manifestó enfática la presidenta del comité estatal frente a los micrófonos de los reporteros.
Mientras eso sucedía, en otro punto del Centro Expositor, sitio elegido por Domínguez Sánchez para su informe, Eduardo Rivera confesaba la posibilidad de competir como candidato a la dirigencia estatal, bajo el visto bueno de Romero Herrar.
El panista dijo que podría hacerlo, como se ha especulado después de las elecciones del 2 de junio, si el candidato a dirigente nacional lo respalda.
Agregó que actualmente está enfocado en su participación dentro de la planilla del aspirante a líder nacional y que será después del 10 de noviembre, día de la elección interna, cuando defina sus aspiraciones políticas.
“Ya decidiremos él y yo en qué tarea me podré involucrar para colaborar en Acción Nacional”, soltó.
La expresión no es muy congruente con lo dicho por Augusta Díaz de Rivera.
Y llama la atención porque ambos personajes pertenecen al mismo grupo político y comparten los mismos intereses.
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Podría ser que Eduardo Rivera Pérez haya decidido jugar con las especulaciones y que en realidad ya sepa que no competirá por la dirigencia estatal del PAN, y que el verdadero “gallo” del grupo siga siendo el presidente municipal de Puebla.
Eso explicaría la aparente contradicción entre los dichos del ex aspirante a gobernador y la dirigente panista.
Entonces, ¿Adán Domínguez es el tapado?
Muy probablemente sí, a juzgar por las palabras que él mismo pronunció ante los invitados a su informe en la última parte del discurso.
Tras echarse los datos y las cifras de rigor, el alcalde saliente anunció que se sabrá más de él una vez que termine la administración municipal, ya que esta etapa que culmina no ha sido la primera ni será la última en la que ocupe un cargo público.
A menos que tenga una invitación para incorporarse a un gobierno de extracción morenista, lo cual es improbable, seguramente hablaba del PAN y del proceso de renovación que se avecina.
¿Quién, entonces, es la verdadera carta de Eduardo Rivera, él mismo o su suplente en el ayuntamiento?
Se cruzan apuestas.
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El barbosista presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Estado, José Félix Cerezo Vélez, quiso madrugar a los nuevos integrantes del Poder Legislativo, dominado por Morena y la 4T, pero se topó con pared.
De manera sigilosa, casi en secreto, Cerezo Vélez solicitó al Congreso su ratificación para estar otros cinco años al frente de ese organismo, pero sin emitir la respectiva convocatoria, que permitiera a otros aspirantes concursar por esa posición.
Fue el presidente de la Mesa Directiva, el diputado Mauricio Céspedes Peregrina, quien dio lectura al escrito del ombudsman en el que solicitaba su ratificación en la Comisión hasta el año 2029, ni más ni menos, pero sin existir convocatoria de por medio.
Por supuesto que no lo consiguió y ahora tendrá que competir, si así lo quiere, y una vez que se emitan las reglas de participación, con otros aspirantes, seguramente algunos con mejores credenciales ante el nuevo grupo en el poder.