/ miércoles 19 de septiembre de 2018

En Punto

Hace un año ocurrió justo lo impensable.

Autoridades de los tres niveles de gobierno, instituciones educativas y compañías privadas se preparaban para realizar el simulacro sísmico de rigor.

Como cada 19 de septiembre desde aquel terrorífico terremoto de 1985, que cobró más de tres mil vidas en la Ciudad de México y que sacudió a varios estados del centro del país, entre ellos Puebla, los mexicanos se alistaban para emprender un simulacro más como herramienta de prevención frente a futuros e imprevistos movimientos telúricos.

La apatía era un sentimiento común.

Habían pasado 34 años desde aquel temblor que dejó heridas aún sin sanar en el pueblo mexicano pero nada ni nadie llevaba a pensar que la jornada de 2017 sería distinta.

Tres semanas atrás, el 7 de septiembre, se había registrado un fuerte sismo, otra vez, con resultados lamentables en entidades como Oaxaca y Chiapas.

Ni las más extremas mentes imaginaban que la historia del 19 de septiembre iría más allá del rutinario simulacro anual.

Pero pasó.

Apenas 14 minutos después de la una de la tarde volvió a temblar.

Y de qué manera.

Un terremoto de 7.1 grados Richter con epicentro en Morelos nos recordó que las coincidencias pueden existir.

Lo impensable sucedió.

¿Daños?

Otra vez en los estados del centro y sur de la República Mexicana.

Llegó una nueva devastación con decenas de muertos, 46 de ellos en Puebla.

Un nuevo sismo de esas características 32 años después de aquel 1985 sonaba a broma macabra, pero fue real.

Este día se cumple un año de ese acontecimiento.

La lección para todos nosotros es que no debemos escatimar ni bajar la guardia en materia de prevención.

En efecto, nadie sabe cuándo va a temblar ni de qué intensidad o características serán los terremotos, ni los investigadores más serios que de repente intentar crear un pronóstico ni los brujos mentirosos ávidos de reflectores.

Lo que sí sabemos es cómo aminorar los efectos devastadores de los fenómenos.

Trabajemos pues en ello.

De manera incansable y sin vacilaciones.

Y aprovechemos la fecha para conmemorar a quienes se fueron, así como para exigir a las autoridades de los tres niveles de gobierno a resolver la situación de quienes, a un año de distancia, todavía no ven resueltos sus problemas derivados del sismo.


***

Martha Erika Alonso habla poco del conflicto poselectoral que derivó en una impugnación por parte de Luis Miguel Barbosa Huerta y Morena.

Sin embargo, ayer lo hizo.

En el contexto de una conferencia de prensa que fue ofrecida para presentar una plataforma digital con fines de consultora ciudadana, la gobernadora electa se dirigió a los diputados en funciones de la coalición Juntos Haremos Historia.

Una vez que los tribunales resuelvan la impugnación, expuso, y que por supuesto afirmó que será a su favor, los legisladores deben dejar a un lado los temas de partido y anteponer el trabajo en bien de los ciudadanos.

“A fin de cuentas ellos llegaron ahí por el voto de los ciudadanos. Yo llegué aquí por el voto de los ciudadanos y debemos ser respetuosos del trabajo de ambos”, indicó.

El encuentro con los medios se efectuó antes de que se presentara en la Universidad Iberoamericana el estudio acerca de las presuntas inconsistencias en la elección de gobernador, por eso no hubo preguntas al respecto.


***

Al cuarto para la hora (como se dice coloquialmente), el presidente de la Comisión de Gobernación en el Ayuntamiento de Puebla reconoció que no se pudo concretar el ordenamiento del ambulantaje en el Centro Histórico y que este problema será uno de los que se van a heredar al próximo gobierno.

Eso lo dijo Miguel Méndez Gutiérrez.

En realidad, y con todo respeto para el señor regidor, ese es un asunto evidente con solo caminar unas cuantas calles del primer cuadro de la ciudad.

Así que ni hacía falta reconocerlo.

Hace un año ocurrió justo lo impensable.

Autoridades de los tres niveles de gobierno, instituciones educativas y compañías privadas se preparaban para realizar el simulacro sísmico de rigor.

Como cada 19 de septiembre desde aquel terrorífico terremoto de 1985, que cobró más de tres mil vidas en la Ciudad de México y que sacudió a varios estados del centro del país, entre ellos Puebla, los mexicanos se alistaban para emprender un simulacro más como herramienta de prevención frente a futuros e imprevistos movimientos telúricos.

La apatía era un sentimiento común.

Habían pasado 34 años desde aquel temblor que dejó heridas aún sin sanar en el pueblo mexicano pero nada ni nadie llevaba a pensar que la jornada de 2017 sería distinta.

Tres semanas atrás, el 7 de septiembre, se había registrado un fuerte sismo, otra vez, con resultados lamentables en entidades como Oaxaca y Chiapas.

Ni las más extremas mentes imaginaban que la historia del 19 de septiembre iría más allá del rutinario simulacro anual.

Pero pasó.

Apenas 14 minutos después de la una de la tarde volvió a temblar.

Y de qué manera.

Un terremoto de 7.1 grados Richter con epicentro en Morelos nos recordó que las coincidencias pueden existir.

Lo impensable sucedió.

¿Daños?

Otra vez en los estados del centro y sur de la República Mexicana.

Llegó una nueva devastación con decenas de muertos, 46 de ellos en Puebla.

Un nuevo sismo de esas características 32 años después de aquel 1985 sonaba a broma macabra, pero fue real.

Este día se cumple un año de ese acontecimiento.

La lección para todos nosotros es que no debemos escatimar ni bajar la guardia en materia de prevención.

En efecto, nadie sabe cuándo va a temblar ni de qué intensidad o características serán los terremotos, ni los investigadores más serios que de repente intentar crear un pronóstico ni los brujos mentirosos ávidos de reflectores.

Lo que sí sabemos es cómo aminorar los efectos devastadores de los fenómenos.

Trabajemos pues en ello.

De manera incansable y sin vacilaciones.

Y aprovechemos la fecha para conmemorar a quienes se fueron, así como para exigir a las autoridades de los tres niveles de gobierno a resolver la situación de quienes, a un año de distancia, todavía no ven resueltos sus problemas derivados del sismo.


***

Martha Erika Alonso habla poco del conflicto poselectoral que derivó en una impugnación por parte de Luis Miguel Barbosa Huerta y Morena.

Sin embargo, ayer lo hizo.

En el contexto de una conferencia de prensa que fue ofrecida para presentar una plataforma digital con fines de consultora ciudadana, la gobernadora electa se dirigió a los diputados en funciones de la coalición Juntos Haremos Historia.

Una vez que los tribunales resuelvan la impugnación, expuso, y que por supuesto afirmó que será a su favor, los legisladores deben dejar a un lado los temas de partido y anteponer el trabajo en bien de los ciudadanos.

“A fin de cuentas ellos llegaron ahí por el voto de los ciudadanos. Yo llegué aquí por el voto de los ciudadanos y debemos ser respetuosos del trabajo de ambos”, indicó.

El encuentro con los medios se efectuó antes de que se presentara en la Universidad Iberoamericana el estudio acerca de las presuntas inconsistencias en la elección de gobernador, por eso no hubo preguntas al respecto.


***

Al cuarto para la hora (como se dice coloquialmente), el presidente de la Comisión de Gobernación en el Ayuntamiento de Puebla reconoció que no se pudo concretar el ordenamiento del ambulantaje en el Centro Histórico y que este problema será uno de los que se van a heredar al próximo gobierno.

Eso lo dijo Miguel Méndez Gutiérrez.

En realidad, y con todo respeto para el señor regidor, ese es un asunto evidente con solo caminar unas cuantas calles del primer cuadro de la ciudad.

Así que ni hacía falta reconocerlo.

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