/ lunes 3 de junio de 2019

En Punto

Once meses más del plazo establecido originalmente en la Constitución Política del Estado nos llevó a los poblanos tener la certeza sobre quién será mandatario estatal por los próximos años.

Las votaciones del 1 de julio de 2018 tuvieron una ganadora oficial, Martha Erika Alonso Hidalgo, que fue impugnada mediática y políticamente a partir de la noche misma de la jornada electoral y después de manera jurídica en los tribunales electorales, lo que derivó en una incertidumbre permanente hasta la madrugada del 9 de diciembre.

El fallo de los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación dio certidumbre solo 15 días, pues justo ese tiempo fue el que pasó antes de que la gobernadora en funciones perdiera la vida al desplomarse el helicóptero en que viajaba junto con su esposo, Rafael Moreno Valle, y otras tres personas.

La necesidad de una contienda extraordinaria para elegir a quien habría de completar el periodo de gobierno de seis años extendió la inestabilidad en Puebla, que concluyó finalmente ayer con el desarrollo de la jornada que llevó al triunfo a Luis Miguel Barbosa Huerta, el candidato de la coalición Juntos Haremos Historia que hasta antes de los comicios era favorecido por todas las encuestas de preferencia electoral.

Terminó, pues, la incertidumbre.

Eso es lo primero que hay que manifestar.

***

La participación ciudadana en la definición del nuevo gobernador del estado no fue ejemplar, con menos de 40 por ciento. De hecho, fue muy baja, pero se entiende en el contexto de cansancio del que podrían haber sido víctima los electores después de lo que ha ocurrido en el estado.

Los poblanos han sido convocados a votar por candidatos a gobernador tres veces en los últimos tres años.

En 206 salimos a las urnas para elegir al sucesor de Rafael Moreno Valle, pero resulta que ese sucesor no estaría en el cargo seis años, sino un ridículo periodo de 22 meses. Los diputados se sacaron de la manga un “mini” gobernador para empatar el siguiente proceso electoral con la contienda federal.

En ese empate de procesos electorales, que se celebró en 2018, compitieron Alonso, Luis Miguel Barbosa, Michel Chaín y Enrique Doger Guerrero, pero el resultado se invalidó casi medio año después con los hechos dramáticos ya comentados.

Eso desmotivó a muchos eventuales electores, como se vio ayer en la escasa afluencia de ciudadanos a las urnas.

Ahora, súmele usted, amable lector, que no hubo contiendas de candidatos a presidentes municipales ni diputados locales, lo que otras veces suma incentivos para llevar a los ciudadanos a las urnas.

Y, por último, por supuesto, queda la responsabilidad de los tres candidatos y los partidos políticos que los arroparon.

No tuvieron capacidad para motivar a la gente a ir a las urnas en masa.

Reprobable la baja participación, pero entendible.

***

El tercer punto de la reflexión poselectoral tiene que ver con el ganador.

Luis Miguel Barbosa Huerta llegará por fin a la jefatura del Poder Ejecutivo tras un largo peregrinar que comenzó en 2017, cuando incursionó como aspirante a gobernador de Morena por primera vez.

Barbosa ha prometido emprender una renovación de fondo en las instituciones públicas del estado.

En campaña ofreció modificar el estilo personalísimo de gobernar en Puebla y se comprometió, de la misma manera que lo hizo el presidente Andrés Manuel López Obrador, a encabezar una administración honesta y transparente, sin corrupción ni privilegios para nadie, que apoye, de verdad, a los más desprotegidos.

Ya tendrá tiempo y oportunidad para pasar de las palabras a los hechos.

Once meses más del plazo establecido originalmente en la Constitución Política del Estado nos llevó a los poblanos tener la certeza sobre quién será mandatario estatal por los próximos años.

Las votaciones del 1 de julio de 2018 tuvieron una ganadora oficial, Martha Erika Alonso Hidalgo, que fue impugnada mediática y políticamente a partir de la noche misma de la jornada electoral y después de manera jurídica en los tribunales electorales, lo que derivó en una incertidumbre permanente hasta la madrugada del 9 de diciembre.

El fallo de los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación dio certidumbre solo 15 días, pues justo ese tiempo fue el que pasó antes de que la gobernadora en funciones perdiera la vida al desplomarse el helicóptero en que viajaba junto con su esposo, Rafael Moreno Valle, y otras tres personas.

La necesidad de una contienda extraordinaria para elegir a quien habría de completar el periodo de gobierno de seis años extendió la inestabilidad en Puebla, que concluyó finalmente ayer con el desarrollo de la jornada que llevó al triunfo a Luis Miguel Barbosa Huerta, el candidato de la coalición Juntos Haremos Historia que hasta antes de los comicios era favorecido por todas las encuestas de preferencia electoral.

Terminó, pues, la incertidumbre.

Eso es lo primero que hay que manifestar.

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La participación ciudadana en la definición del nuevo gobernador del estado no fue ejemplar, con menos de 40 por ciento. De hecho, fue muy baja, pero se entiende en el contexto de cansancio del que podrían haber sido víctima los electores después de lo que ha ocurrido en el estado.

Los poblanos han sido convocados a votar por candidatos a gobernador tres veces en los últimos tres años.

En 206 salimos a las urnas para elegir al sucesor de Rafael Moreno Valle, pero resulta que ese sucesor no estaría en el cargo seis años, sino un ridículo periodo de 22 meses. Los diputados se sacaron de la manga un “mini” gobernador para empatar el siguiente proceso electoral con la contienda federal.

En ese empate de procesos electorales, que se celebró en 2018, compitieron Alonso, Luis Miguel Barbosa, Michel Chaín y Enrique Doger Guerrero, pero el resultado se invalidó casi medio año después con los hechos dramáticos ya comentados.

Eso desmotivó a muchos eventuales electores, como se vio ayer en la escasa afluencia de ciudadanos a las urnas.

Ahora, súmele usted, amable lector, que no hubo contiendas de candidatos a presidentes municipales ni diputados locales, lo que otras veces suma incentivos para llevar a los ciudadanos a las urnas.

Y, por último, por supuesto, queda la responsabilidad de los tres candidatos y los partidos políticos que los arroparon.

No tuvieron capacidad para motivar a la gente a ir a las urnas en masa.

Reprobable la baja participación, pero entendible.

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El tercer punto de la reflexión poselectoral tiene que ver con el ganador.

Luis Miguel Barbosa Huerta llegará por fin a la jefatura del Poder Ejecutivo tras un largo peregrinar que comenzó en 2017, cuando incursionó como aspirante a gobernador de Morena por primera vez.

Barbosa ha prometido emprender una renovación de fondo en las instituciones públicas del estado.

En campaña ofreció modificar el estilo personalísimo de gobernar en Puebla y se comprometió, de la misma manera que lo hizo el presidente Andrés Manuel López Obrador, a encabezar una administración honesta y transparente, sin corrupción ni privilegios para nadie, que apoye, de verdad, a los más desprotegidos.

Ya tendrá tiempo y oportunidad para pasar de las palabras a los hechos.

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