Gobernadores han llegado y han partido y ninguno ha podido resolver el enorme problema de contaminación del que sufre el río Atoyac, que atraviesa por la ciudad de Puebla, y por tanto, de la laguna de Valsequillo.
No se trata de un asunto de poca relevancia que requiera únicamente los buenos deseos y las acciones eficaces de las administraciones poblanas, toda vez que el afluente viene desde Tlaxcala y también en el vecino estado hay una poderosa industria textil que descarga sus aguas residuales sobre el río.
Sin embargo, aun en medio de ese escenario tan complejo, que necesita de la colaboración de los estados vecinos para resolverse de verdad y para el futuro, todo discurso de campaña de candidato a gobernador que ha ganado los comicios en Puebla ha ofrecido y prometido terminar con la contaminación del Atoyac, cosa que, como usted bien sabe, no ha sucedido.
Desde el priista Manuel Bartlett, en su campaña por la gubernatura de 1992, hasta la del morenista Miguel Barbosa, en 2019, pasando, entre ellos dos, por Melquiades Morales, Mario Marín, Rafael Moreno Valle y José Antonio Gali, todos han incluido en su oferta de gobierno aquello de devolverle a la ciudad y los municipios conurbados un río Atoyac limpio, en el que incluso, como en el pasado, la gente pueda volver a introducirse para disfrutar de sus aguas.
Puras mentiras.
Ninguno ha cumplido.
Barbosa lleva poco tiempo en la administración estatal, pero parece ir en la misma ruta.
Lo peor no es que solo se haya incumplido una promesa añorada por los poblanos, sobre todo aquellos que habitan a los lados del río que se extiende por numerosas colonias y fraccionamientos, y a quienes gustaban de practicar deportes acuáticos en Valsequillo, sino que, en ese falso interés de “tratar de hacer algo”, han despilfarrado miles de millones de pesos en inversiones de equipo de limpieza y tratamiento de aguas que, en los hechos, no dejaron resultados positivos.
Eso denuncia el especial que publica este día EL SOL DE PUEBLA como nota principal, con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente.
El paquete de promesas, derroches y fracasos que ha significado la atención a un problema, hasta ahora, sin salida.
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Si antes tenían que lidiar solo con la competencia desleal, es decir, con el ambulantaje, los comerciantes establecidos del centro histórico, y todos en general, que han tenido que bajar cortinas por la pandemia, regresarán a un panorama todavía más complicado una vez que retomen sus actividades de manera regular: el obligado proceso de recuperación económica.
De eso habla Marco Antonio Prósperi Calderón, presidente de la Canaco en el estado.
El líder camaral asegura que hasta cuatro meses tardarán los pequeños comercios en ver ganancias nuevamente, si, como parece estar previsto, el próximo 15 de junio reabren sus puertas de manera regular para volver a tener clientes y, por tanto, ingresos.
“Las ventas van a estar muy bajas, no va a ser rápido, yo calculo que unos tres o cuatro meses para poder llegar a cierto nivel de ventas donde tú ya puedas estar en un punto de equilibrio y tener cierta utilidad, prácticamente estamos perdiendo ya el año y estaremos tratando de llegar a la temporada de fin de año un poco más fuertes”, expuso.
Así se la verán los pequeños negocios, los que puedan reabrir, por supuesto, porque muchos otros no lo harán.
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Genio y figura.
El gobernador Luis Miguel Barbosa anunció que habilitará un portal de transparencia para informar sobre las compras de insumos realizadas durante la pandemia, para atender los padecimientos por el Covid-10, pero subrayó que lo hará porque así lo quiere, no porque de esa manera reaccione ante las exigencias del órgano estatal de transparencia ni de los integrantes del Sistema Estatal Anticorrupción.
Ellos, según acusó, se han aliado a sus adversarios.
O sea que las instituciones salen sobrando.
