/ viernes 25 de junio de 2021

En Punto

Si Eduardo Rivera pensaba que por ganar la presidencia municipal de Puebla tendría un día de campo para hacerse de la dirigencia estatal del partido, para perfilar una eventual candidatura a la gubernatura del estado, está muy equivocado.

Y no es porque algún liderazgo panista busque pelearle la candidatura en 2024, sino porque buscan sacar provecho del respaldo que, eventualmente, le darán en caso de que se mantenga como el panista favorito para recuperar Casa Puebla o Casa Aguayo.

Hoy la presidenta estatal del PAN, Genoveva Huerta Villegas, (quien seguramente pensaba distinto en tiempos de Rafael Moreno Valle) fue clara al decir que su partido no puede quedar en manos de un solo hombre, pues es precisamente eso lo que le han criticado a Morena y a Andrés Manuel López Obrador desde la dirigencia nacional.

En ese mismo sentido se pronunció Rafael Micalco, quien ya levantó la mano para dirigir el partido por tercera ocasión.

Aún no hay fecha para la renovación de la dirigencia y los aspirantes ya empiezan a venderle caro su amor a quien podría ser el candidato a la gubernatura de Puebla.

**

No todo está perdido para la presidenta municipal Claudia Rivera Vivanco, pues si bien la Sala Regional Ciudad de México del TEPJF confirmó que incurrió en promoción personalizada, aún puede impugnar la sentencia ante la Sala Superior y limpiar así su tan desgastada imagen.

Ayer los magistrados confirmaron el fallo del Tribunal Electoral del Estado de Puebla que entre otras cosas determinó que en la rueda de prensa del 8 de febrero la alcaldesa utilizó su posición para dar a conocer una plataforma política, dirigida no solo a la militancia de Morena como parte del proceso de selección de la candidatura, sino también a la sociedad del municipio de Puebla.

Y es que, más allá de un discurso informativo, amparado en la libertad de expresión e información, la conferencia de prensa sí contenía expresiones y manifestaciones que revelaban una intención de asociarla con el trabajo gubernamental realizado y de presentarlo como una serie de logros.

Ahí Claudia Rivera evidenció un posicionamiento en su carácter de presidenta municipal para destacar cualidades personales y como servidora pública de cara a un proceso electivo interno. Es decir, sí aprovechó su posición para promocionarse como aspirante a candidata de Morena.

*

Antes de estar pensando en adueñarse del partido, de buscar en dónde van a cobrar y dónde colocar a sus incondicionales, los suspirantes por la dirigencia estatal de Morena deberían ponerse en modo zen e iniciar una profunda introspección para conocer si sus perfiles tienen el liderazgo que debe reunificar a la militancia.

De la lista podríamos descartar al actual dirigente Edgar Garmendia, pues, aunque ha sido titubeante sobre la posibilidad de mantenerse en el cargo, lo cierto es que solamente estará el tiempo que dure la definición del mecanismo para elegir al nuevo comité estatal.

Quienes han levantado la mano son el ex líder morenista y diputado con licencia Gabriel Biestro y la aún alcaldesa Claudia Rivera. ¿Ésta dupla tiene calidad moral y política para dirigir al partido del presidente?

Ambos se estuvieron agarrados del chongo justo en los momentos más relevantes de la contienda del 6 de junio como para pensar que cualquiera de ellos y sus bandos abonen a la unidad cuando finalicen los procesos de selección.

Pero si no son estos perfiles, ¿quién será el o la valiente que se lance como un liderazgo neutral que abone a la compleja vida interna del partido que perdió mucho del territorio poblano a nivel municipal?



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Si Eduardo Rivera pensaba que por ganar la presidencia municipal de Puebla tendría un día de campo para hacerse de la dirigencia estatal del partido, para perfilar una eventual candidatura a la gubernatura del estado, está muy equivocado.

Y no es porque algún liderazgo panista busque pelearle la candidatura en 2024, sino porque buscan sacar provecho del respaldo que, eventualmente, le darán en caso de que se mantenga como el panista favorito para recuperar Casa Puebla o Casa Aguayo.

Hoy la presidenta estatal del PAN, Genoveva Huerta Villegas, (quien seguramente pensaba distinto en tiempos de Rafael Moreno Valle) fue clara al decir que su partido no puede quedar en manos de un solo hombre, pues es precisamente eso lo que le han criticado a Morena y a Andrés Manuel López Obrador desde la dirigencia nacional.

En ese mismo sentido se pronunció Rafael Micalco, quien ya levantó la mano para dirigir el partido por tercera ocasión.

Aún no hay fecha para la renovación de la dirigencia y los aspirantes ya empiezan a venderle caro su amor a quien podría ser el candidato a la gubernatura de Puebla.

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No todo está perdido para la presidenta municipal Claudia Rivera Vivanco, pues si bien la Sala Regional Ciudad de México del TEPJF confirmó que incurrió en promoción personalizada, aún puede impugnar la sentencia ante la Sala Superior y limpiar así su tan desgastada imagen.

Ayer los magistrados confirmaron el fallo del Tribunal Electoral del Estado de Puebla que entre otras cosas determinó que en la rueda de prensa del 8 de febrero la alcaldesa utilizó su posición para dar a conocer una plataforma política, dirigida no solo a la militancia de Morena como parte del proceso de selección de la candidatura, sino también a la sociedad del municipio de Puebla.

Y es que, más allá de un discurso informativo, amparado en la libertad de expresión e información, la conferencia de prensa sí contenía expresiones y manifestaciones que revelaban una intención de asociarla con el trabajo gubernamental realizado y de presentarlo como una serie de logros.

Ahí Claudia Rivera evidenció un posicionamiento en su carácter de presidenta municipal para destacar cualidades personales y como servidora pública de cara a un proceso electivo interno. Es decir, sí aprovechó su posición para promocionarse como aspirante a candidata de Morena.

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Antes de estar pensando en adueñarse del partido, de buscar en dónde van a cobrar y dónde colocar a sus incondicionales, los suspirantes por la dirigencia estatal de Morena deberían ponerse en modo zen e iniciar una profunda introspección para conocer si sus perfiles tienen el liderazgo que debe reunificar a la militancia.

De la lista podríamos descartar al actual dirigente Edgar Garmendia, pues, aunque ha sido titubeante sobre la posibilidad de mantenerse en el cargo, lo cierto es que solamente estará el tiempo que dure la definición del mecanismo para elegir al nuevo comité estatal.

Quienes han levantado la mano son el ex líder morenista y diputado con licencia Gabriel Biestro y la aún alcaldesa Claudia Rivera. ¿Ésta dupla tiene calidad moral y política para dirigir al partido del presidente?

Ambos se estuvieron agarrados del chongo justo en los momentos más relevantes de la contienda del 6 de junio como para pensar que cualquiera de ellos y sus bandos abonen a la unidad cuando finalicen los procesos de selección.

Pero si no son estos perfiles, ¿quién será el o la valiente que se lance como un liderazgo neutral que abone a la compleja vida interna del partido que perdió mucho del territorio poblano a nivel municipal?



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