/ viernes 3 de septiembre de 2021

En Punto

“¿¡Que qué!?”

Propios y extraños se hicieron esa pregunta una vez que trascendió que la presidenta municipal saliente de Puebla, Claudia Rivera Vivanco, valora la posibilidad de entregar un bono económico de fin de trienio en su gobierno.

“¿Un bono por hacer qué?”

Remató una segunda pregunta en el imaginario colectivo de integrantes de la clase política y ciudadanos ajenos a la administración pública, que no podían comprender cómo los funcionarios de ese ayuntamiento pretendían autorizarse un pago adicional, de final de gestión, después de ser contundentemente reprobados en las urnas el 6 de junio.

Comprensible.

Unos instantes después, sin embargo, el tono de la sorpresa y la naciente indignación se apagó.

El bono, comentó Rivera Vivanco, no sería para servidores públicos de primer nivel, sino para los trabajadores, el ejército de empleados que logra que se mueva el aparato municipal pese a la incapacidad –en ocasiones—de los gobernantes.

Eso ya cambia la cosa.

Por su parte, el tesorero Leobardo Rodríguez Juárez explicó que se trata de una prestación que le corresponde al personal de base, sindicalizado y de confianza, y que consiste en un pago extraordinario equivalente a 45 días de sueldo, ya previsto, además, en el presupuesto del año en curso.

Para calmar la polémica, Rodríguez agregó que hasta el momento ningún funcionario o regidor había solicitado esa prestación económica, por lo que no se consideraba incluirlos.

Pues no deberían, porque en su gran mayoría no lo merecen.

Tres años jugaron a aprender y al parecer no lo lograron.

***

El canciller Marcelo Ebrard Casaubón estuvo en Puebla tan solo un día después del tercer informe del presidente López Obrador, que marca el arribo a la segunda mitad de su gobierno y por tanto el arranque de la carrera sucesoria, y de que el periódico Reforma publicara los resultados de una encuesta nacional que lo pone como segundo lugar en las preferencias electorales con rumbo, precisamente, a la contienda del 2024.

No obstante, pese a ese contexto político, el funcionario federal, que vino a la ciudad para inaugurar la nueva sede de la Secretaría de Relaciones Exteriores, en la zona de San Francisco, no quiso pronunciar un punto de vista al respecto.

Lo único que respondió ante el cuestionamiento de los reporteros fue que no era momento para hablar de la sucesión presidencial.

Y justo en ese tono se pronunció el anfitrión, el gobernador Miguel Barbosa Huerta, ante quien recurrieron los periodistas para ver si del mandatario poblano conseguían lo nota que buscaban:

“Yo no voy a emitir ninguna opinión sobre las aspiraciones presidenciales de nadie, yo esperaré a que las cosas vayan alumbrándose de manera más clara, siempre estaré pendiente de la visión que tenga el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, para que estemos de ese lado. No me voy a equivocar yo, ya estoy muy viejo para equivocarme”.

De esa manera Ebrard y Barbosa esquivaron el tema.

***

Un mensaje oportuno en el comienzo de la sucesión de rector en la BUAP, para que no quepan dudas.

Beatriz Gutiérrez Müeller, profesora-investigadora de esa universidad, pero, sobre todo, esposa del presidente López Obrador, informó a través de sus redes sociales que se mantendrá al margen de la elección del rector en la máxima casa de estudios.

“He decidido no participar pública ni privadamente con ningún candidato. Estimo y respeto a todos pero, por encima de afectos, le tengo un gran respeto a los universitarios”, señaló a través de su cuenta de Facebook.

Con este pronunciamiento público ya nadie podrá decir que cuenta con los afectos de la académica para ser la sucesora o el sucesor de Alfonso Esparza Ortiz.


“¿¡Que qué!?”

Propios y extraños se hicieron esa pregunta una vez que trascendió que la presidenta municipal saliente de Puebla, Claudia Rivera Vivanco, valora la posibilidad de entregar un bono económico de fin de trienio en su gobierno.

“¿Un bono por hacer qué?”

Remató una segunda pregunta en el imaginario colectivo de integrantes de la clase política y ciudadanos ajenos a la administración pública, que no podían comprender cómo los funcionarios de ese ayuntamiento pretendían autorizarse un pago adicional, de final de gestión, después de ser contundentemente reprobados en las urnas el 6 de junio.

Comprensible.

Unos instantes después, sin embargo, el tono de la sorpresa y la naciente indignación se apagó.

El bono, comentó Rivera Vivanco, no sería para servidores públicos de primer nivel, sino para los trabajadores, el ejército de empleados que logra que se mueva el aparato municipal pese a la incapacidad –en ocasiones—de los gobernantes.

Eso ya cambia la cosa.

Por su parte, el tesorero Leobardo Rodríguez Juárez explicó que se trata de una prestación que le corresponde al personal de base, sindicalizado y de confianza, y que consiste en un pago extraordinario equivalente a 45 días de sueldo, ya previsto, además, en el presupuesto del año en curso.

Para calmar la polémica, Rodríguez agregó que hasta el momento ningún funcionario o regidor había solicitado esa prestación económica, por lo que no se consideraba incluirlos.

Pues no deberían, porque en su gran mayoría no lo merecen.

Tres años jugaron a aprender y al parecer no lo lograron.

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El canciller Marcelo Ebrard Casaubón estuvo en Puebla tan solo un día después del tercer informe del presidente López Obrador, que marca el arribo a la segunda mitad de su gobierno y por tanto el arranque de la carrera sucesoria, y de que el periódico Reforma publicara los resultados de una encuesta nacional que lo pone como segundo lugar en las preferencias electorales con rumbo, precisamente, a la contienda del 2024.

No obstante, pese a ese contexto político, el funcionario federal, que vino a la ciudad para inaugurar la nueva sede de la Secretaría de Relaciones Exteriores, en la zona de San Francisco, no quiso pronunciar un punto de vista al respecto.

Lo único que respondió ante el cuestionamiento de los reporteros fue que no era momento para hablar de la sucesión presidencial.

Y justo en ese tono se pronunció el anfitrión, el gobernador Miguel Barbosa Huerta, ante quien recurrieron los periodistas para ver si del mandatario poblano conseguían lo nota que buscaban:

“Yo no voy a emitir ninguna opinión sobre las aspiraciones presidenciales de nadie, yo esperaré a que las cosas vayan alumbrándose de manera más clara, siempre estaré pendiente de la visión que tenga el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, para que estemos de ese lado. No me voy a equivocar yo, ya estoy muy viejo para equivocarme”.

De esa manera Ebrard y Barbosa esquivaron el tema.

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Un mensaje oportuno en el comienzo de la sucesión de rector en la BUAP, para que no quepan dudas.

Beatriz Gutiérrez Müeller, profesora-investigadora de esa universidad, pero, sobre todo, esposa del presidente López Obrador, informó a través de sus redes sociales que se mantendrá al margen de la elección del rector en la máxima casa de estudios.

“He decidido no participar pública ni privadamente con ningún candidato. Estimo y respeto a todos pero, por encima de afectos, le tengo un gran respeto a los universitarios”, señaló a través de su cuenta de Facebook.

Con este pronunciamiento público ya nadie podrá decir que cuenta con los afectos de la académica para ser la sucesora o el sucesor de Alfonso Esparza Ortiz.


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