/ viernes 28 de junio de 2019

Encontrando el camino

El día de mañana, como cada año desde hace 4, parto con mis amigas y amigos de “CONVERSACIONES” al pueblo mágico de Taxco, Guerrero, para vivir lo que llamo una experiencia mística en el interior de las grutas de Cacahuamilpa, denominada “Encontrando el Camino”.

A tan solo 30 kilómetros de Taxco se ubica el Parque Nacional de las Grutas, dentro de una zona montañosa en la que abundan rocas sedimentarias calizas del cretácico inferior y rocas metamórficas (de origen marítimo) entre las que destacan las del jurásico superior, formadas a lo largo de millones de años.

Son las grutas más grandes y hermosas de nuestro país, y por su riqueza, majestuosidad y antigüedad, esta área fue decretada como Parque Nacional el 23 de abril de 1936. Las tribus chontales celebraban en su interior grandes ceremonias religiosas en honor de sus dioses. El explorador Manuel Sainz de la Peña Miranda las descubrió en 1834, y un siglo más tarde, el Presidente Lázaro Cárdenas, decretó el área como Parque Nacional.

La altura de las grutas oscila entre los 30 metros en la parte más baja y los 70 en la parte más alta. Cuenta con amplias cavidades llamadas “salones”, que están conformadas por estalactitas (concreciones calizas que cuelgan del techo) y estalagmitas (las que ascienden del piso). En uno de estos salones, en la parte central, se acondicionó un auditorio con butacas metálicas y servicios higiénicos, en un amplio escenario con acústica envidiable, en donde artistas famosos como Plácido Domingo han actuado. Es ahí precisamente donde llevo a cabo una meditación guiada que llamo “Encontrando el Camino”, que metafóricamente, al igual que en las grutas, es una entrada a nuestro interior a través de la glándula pineal, que místicamente se conoce como “el tercer ojo” y que para estos estudios constituye verdaderamente una “puerta dimensional” o un vórtice energético que nos ofrece una grandiosa percepción espiritual.

La glándula pineal, bautizada así por Galeno, médico griego y padre de la medicina, por semejarse a un pino con apenas 8 milímetros de diámetro, es una llave maestra que traduce las señales de nuestro entorno y las transforma en respuestas endócrinas. Una de sus principales funciones biológicas es segregar la melatonina, una hormona derivada de la serotonina conocida como “la hormona de la juventud”, la cual modula nuestros patrones de vigilia y sueño (los ritmos circadianos), y establece a su vez nuestra entrada a la pubertad. Además, funciona como antioxidante y tiene propiedades anticancerígenas y antienvejecimiento. Los filósofos antiguos la llamaban “la sede del alma” y René Descartes la llego a considerar, según su concepción dualista, el estado físico del alma.

Para los monjes tibetanos, “El Ajna” u “Ojo de la sabiduría”, corresponde al Sexto Chacra, que es la glándula pineal, como símbolo de iluminación. Si tenemos este centro de energía bloqueado somos incapaces de ver la verdad y la realidad tal cual es. Por el contrario, si este chacra está activado nuestros sentidos se abren al mundo exterior, profusamente, a la vez que nos conecta con el mundo interior, teniendo una visión más profunda y espiritual de la vida.

El domingo por la mañana, “encontrando el camino” en una meditación guiada y con un fondo musical especial entraremos a través de esa puerta dimensional a una nueva realidad de nosotros mismos, conectados con nuestro mundo interior, logrando así una visión más profunda y sabia de la vida.

GRACIAS PUEBLA. Te recuerdo que “LO QUE CUESTA DINERO VALE POCO”

El día de mañana, como cada año desde hace 4, parto con mis amigas y amigos de “CONVERSACIONES” al pueblo mágico de Taxco, Guerrero, para vivir lo que llamo una experiencia mística en el interior de las grutas de Cacahuamilpa, denominada “Encontrando el Camino”.

A tan solo 30 kilómetros de Taxco se ubica el Parque Nacional de las Grutas, dentro de una zona montañosa en la que abundan rocas sedimentarias calizas del cretácico inferior y rocas metamórficas (de origen marítimo) entre las que destacan las del jurásico superior, formadas a lo largo de millones de años.

Son las grutas más grandes y hermosas de nuestro país, y por su riqueza, majestuosidad y antigüedad, esta área fue decretada como Parque Nacional el 23 de abril de 1936. Las tribus chontales celebraban en su interior grandes ceremonias religiosas en honor de sus dioses. El explorador Manuel Sainz de la Peña Miranda las descubrió en 1834, y un siglo más tarde, el Presidente Lázaro Cárdenas, decretó el área como Parque Nacional.

La altura de las grutas oscila entre los 30 metros en la parte más baja y los 70 en la parte más alta. Cuenta con amplias cavidades llamadas “salones”, que están conformadas por estalactitas (concreciones calizas que cuelgan del techo) y estalagmitas (las que ascienden del piso). En uno de estos salones, en la parte central, se acondicionó un auditorio con butacas metálicas y servicios higiénicos, en un amplio escenario con acústica envidiable, en donde artistas famosos como Plácido Domingo han actuado. Es ahí precisamente donde llevo a cabo una meditación guiada que llamo “Encontrando el Camino”, que metafóricamente, al igual que en las grutas, es una entrada a nuestro interior a través de la glándula pineal, que místicamente se conoce como “el tercer ojo” y que para estos estudios constituye verdaderamente una “puerta dimensional” o un vórtice energético que nos ofrece una grandiosa percepción espiritual.

La glándula pineal, bautizada así por Galeno, médico griego y padre de la medicina, por semejarse a un pino con apenas 8 milímetros de diámetro, es una llave maestra que traduce las señales de nuestro entorno y las transforma en respuestas endócrinas. Una de sus principales funciones biológicas es segregar la melatonina, una hormona derivada de la serotonina conocida como “la hormona de la juventud”, la cual modula nuestros patrones de vigilia y sueño (los ritmos circadianos), y establece a su vez nuestra entrada a la pubertad. Además, funciona como antioxidante y tiene propiedades anticancerígenas y antienvejecimiento. Los filósofos antiguos la llamaban “la sede del alma” y René Descartes la llego a considerar, según su concepción dualista, el estado físico del alma.

Para los monjes tibetanos, “El Ajna” u “Ojo de la sabiduría”, corresponde al Sexto Chacra, que es la glándula pineal, como símbolo de iluminación. Si tenemos este centro de energía bloqueado somos incapaces de ver la verdad y la realidad tal cual es. Por el contrario, si este chacra está activado nuestros sentidos se abren al mundo exterior, profusamente, a la vez que nos conecta con el mundo interior, teniendo una visión más profunda y espiritual de la vida.

El domingo por la mañana, “encontrando el camino” en una meditación guiada y con un fondo musical especial entraremos a través de esa puerta dimensional a una nueva realidad de nosotros mismos, conectados con nuestro mundo interior, logrando así una visión más profunda y sabia de la vida.

GRACIAS PUEBLA. Te recuerdo que “LO QUE CUESTA DINERO VALE POCO”