/ sábado 18 de enero de 2020

Entender y abatir pobreza y desigualdad

La desigualdad en México, se remonta a un proceso histórico, que nos permita explicar y entender la redistribución de la riqueza y el ingreso. Tema que en cualquier momento conservara su vigencia, pues desigualdad y pobreza han sido la constante desde el México prehispánico hasta nuestros días.

Desigualdad y pobreza como hilo conductor, coloca en el centro de la reflexión la forma en que la concentración del ingreso y la distribución inequitativa de la riqueza se ven alteradas a lo largo del tiempo, por las acciones de quienes detentan el poder político y económico, en diferentes escenarios de confrontación y conflicto.

Ante esta realidad, nuestro país se escinde por sus acentuados desequilibrios y contrastes, los cuales pueden identificarse, directamente relacionados con el rezago económico y la exclusión social, presentándose como problemas estructurales del Estado; tales como la desigualdad regional y la inseguridad.

Sin embargo, y ante las diferentes acciones y políticas que han emprendido los distintos gobiernos, tienen como objetivo poder subsanar estos dos graves problemas de México.

Esta desigualdad, explica la ineficiencia para emprender una verdadera reactivación económica, así como el de atender en forma significativa los niveles delictivos que azotan a la nación y vulneran el estado de derecho en diversas regiones de nuestro país.

Pues de los 34 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México es el que tiene la mayor desigualdad en la distribución del ingreso.

Aquí el problema es que tampoco se ha fortalecido a las clases medias y el gobierno no evalúa ni mide las acciones que permitan sacar de la pobreza a más de 50 millones de mexicanos a fin de acercarlos, a una línea de flotación, pues empleo, consumo interno y estabilidad son las bases para el crecimiento de cualquier país.

Por consiguiente combatir la pobreza y la desigualdad, la mayoría de las veces no da resultado, porque muchos enfoques contemporáneos, no consideran dimensiones institucionales y políticas que son fundamentales y que pueden ser tanto las causas de la pobreza y la desigualdad como los obstáculos para su reducción.

Sin duda, este ha sido tema polémico y de estudio, entender cómo se distribuyen los ingresos o la riqueza en un país y en el mundo; debates sobre él mismo, se agudizan prioritariamente en periodos electorales; esta problemática, debe ser tema de preocupación, análisis y de acción no solo gubernamental, sino de todos los sectores y actores de la sociedad.

Al respecto, el Fondo Monetario Internacional, señalaba en su informe del mes de octubre del pasado 2019, (perspectivas económicas), en la Región de las Américas, se enfrentara una lamentable desaceleración en su actividad económica, que sin duda orientada en el rumbo de la actividad económica mundial, denotan un precario panorama.

Ante lo cual, el crecimiento mundial de 2020 estaría por debajo de lo pronosticado. Que determina un escenario complejo, en donde los gobiernos deben conducirse con una alta responsabilidad; es decir, que no deben establecer políticas erráticas, que vulneren más a la ciudadanía.

A nivel mundial, si el crecimiento económico sigue la pauta fijadas, de acuerdo a las proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), el número de personas en situación de extrema pobreza en todo el mundo se mantendrá por encima de los 550 millones, lo cual represente algo similar a la suma de las poblaciones de Estados Unidos y Brasil.

Este informe destaca que “América Latina no es la región más pobre a nivel mundial, pero sí la más desigual”. Lo cual hace que los retos y desafíos sean enormes y enmarcados en la agenda 2030 contra la desigualdad y la sostenibilidad ambiental.

Sus comentarios jrobertofl@hotmail.com

La desigualdad en México, se remonta a un proceso histórico, que nos permita explicar y entender la redistribución de la riqueza y el ingreso. Tema que en cualquier momento conservara su vigencia, pues desigualdad y pobreza han sido la constante desde el México prehispánico hasta nuestros días.

Desigualdad y pobreza como hilo conductor, coloca en el centro de la reflexión la forma en que la concentración del ingreso y la distribución inequitativa de la riqueza se ven alteradas a lo largo del tiempo, por las acciones de quienes detentan el poder político y económico, en diferentes escenarios de confrontación y conflicto.

Ante esta realidad, nuestro país se escinde por sus acentuados desequilibrios y contrastes, los cuales pueden identificarse, directamente relacionados con el rezago económico y la exclusión social, presentándose como problemas estructurales del Estado; tales como la desigualdad regional y la inseguridad.

Sin embargo, y ante las diferentes acciones y políticas que han emprendido los distintos gobiernos, tienen como objetivo poder subsanar estos dos graves problemas de México.

Esta desigualdad, explica la ineficiencia para emprender una verdadera reactivación económica, así como el de atender en forma significativa los niveles delictivos que azotan a la nación y vulneran el estado de derecho en diversas regiones de nuestro país.

Pues de los 34 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México es el que tiene la mayor desigualdad en la distribución del ingreso.

Aquí el problema es que tampoco se ha fortalecido a las clases medias y el gobierno no evalúa ni mide las acciones que permitan sacar de la pobreza a más de 50 millones de mexicanos a fin de acercarlos, a una línea de flotación, pues empleo, consumo interno y estabilidad son las bases para el crecimiento de cualquier país.

Por consiguiente combatir la pobreza y la desigualdad, la mayoría de las veces no da resultado, porque muchos enfoques contemporáneos, no consideran dimensiones institucionales y políticas que son fundamentales y que pueden ser tanto las causas de la pobreza y la desigualdad como los obstáculos para su reducción.

Sin duda, este ha sido tema polémico y de estudio, entender cómo se distribuyen los ingresos o la riqueza en un país y en el mundo; debates sobre él mismo, se agudizan prioritariamente en periodos electorales; esta problemática, debe ser tema de preocupación, análisis y de acción no solo gubernamental, sino de todos los sectores y actores de la sociedad.

Al respecto, el Fondo Monetario Internacional, señalaba en su informe del mes de octubre del pasado 2019, (perspectivas económicas), en la Región de las Américas, se enfrentara una lamentable desaceleración en su actividad económica, que sin duda orientada en el rumbo de la actividad económica mundial, denotan un precario panorama.

Ante lo cual, el crecimiento mundial de 2020 estaría por debajo de lo pronosticado. Que determina un escenario complejo, en donde los gobiernos deben conducirse con una alta responsabilidad; es decir, que no deben establecer políticas erráticas, que vulneren más a la ciudadanía.

A nivel mundial, si el crecimiento económico sigue la pauta fijadas, de acuerdo a las proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), el número de personas en situación de extrema pobreza en todo el mundo se mantendrá por encima de los 550 millones, lo cual represente algo similar a la suma de las poblaciones de Estados Unidos y Brasil.

Este informe destaca que “América Latina no es la región más pobre a nivel mundial, pero sí la más desigual”. Lo cual hace que los retos y desafíos sean enormes y enmarcados en la agenda 2030 contra la desigualdad y la sostenibilidad ambiental.

Sus comentarios jrobertofl@hotmail.com