/ jueves 8 de octubre de 2020

Érase una vez un Congreso malo y una presidenta buena

Si haces mal las cosas que se te encargaron y no eres capaz de librarte de la falta considérate así: inepto, decía Jenofonte. Si este griego respirara pondría a Claudia Rivera como ejemplo vivo de crucifixión fallida e inscribiría los nombres de los legisladores que integran la Comisión Inspectora en el muro de la vergüenza para que los conocieran por incompetentes y maliciosos.

Los adjetivos colgados por felinos de la política y reporteros de la fuente a varios de los que integran esta Legislatura (LX) pueden platicarse pero no escribirse por ser excesivos, sin embargo, corresponden a traspiés, escándalos e infamias facturables a legisladores y liderazgos.

El Manual de Carreño es una guía básica de buena conducta para ganar reputación y respeto, hacer lo contrario, decía su autor Manuel Antonio, conllevará a la vergüenza, deshonra y desgracia, la Comisión Inspectora del Poder Legislativo ganó esta última bolsa de etiquetas entre la semana pasada y ésta, pero además fue el hazmerreír de la opinión pública.

Forjar clavos con articulados constitucionales como lo hicieron los camarales Raymundo Atanasio, Olga Lucía, Javier Cacique y Miguel Trujillo para crucificar a Claudia Rivera tuvo grandes porciones de maldad, aunque también falta de carácter para defender su autonomía de aquel poder que le mangonea y no es el suyo, mostrándose públicamente como pandilleros en un callejón oscuro.

Una cosa es presumir carácter y otra ser necio, y los diputados siguen exhibiendo necedad pese a que críticos serios y la misma alcaldesa explicaron ya con palitos y bolitas sobre un pizarrón, los excesos por ellos cometidos. “Es una oportunidad para que Claudia Rivera explique…” –dijeron–. Nadie les compró el engaño.

La responsable de la Inspectora anda por ahí peregrinando entre los medios informativos esforzándose por justificar lo injustificable. Muchas veces es mejor callar para no empeorar las infamias cometidas, pero en este caso la diputada lo único que hace es mostrarse necia, sorda e incomprensible a las razones. Es peor el que no comprende que el que no ve ni oye.

Tehuacán es otra crucifixión fallida de los diputados locales, la profundidad de la herida causada por la lanza de García Almaguer, Rafaela Vianey y Biestro fue grave, fueron ellos los que recargaron los puños sobre el mango del arma que hirió por un costado a las autoridades legítimamente electas de aquel municipio y en daño colateral a los tehuacanenses.

Sumisos a un poder invasivo, claudicando por cuenta propia al precioso tesoro de la autonomía y a los laureles de la independencia, el Legislativo Local continúa prestando servicios de pandillero, exhibiéndose inepto ante quién le ordena y mostrando bajeza al poblano que le observa.

A los casos referidos habría que añadir el agravio a la BUAP, a su comunidad académica y estudiantil, y por supuesto la persistente generación de violencia de Biestro hacia José Juan, Héctor Alonso y todo opositor al barbosismo, entre otras baratijas escondidas en el húmedo clóset legislativo.

El Congreso del Estado cerrará semana de pesadillas, exhibiciones y cuentos infantiles, lo que quedó de él fueron jirones y su reputación hecha polvo. En adelante se dirá: Érase una vez un Poder Legislativo…

Escuela Cínica

A las puertas del Tártaro Diógenes pregunta al Cínico:

–¿Si fracasaste con Claudia, Tehuacán y la Buap cómo simulas tu ineptitud?

–Neceando en que son culpables, pues una mentira repetida mil veces se convierte en verdad –responde cínicamente sin dar el crédito debido al nefasto de Goebbels.

Si haces mal las cosas que se te encargaron y no eres capaz de librarte de la falta considérate así: inepto, decía Jenofonte. Si este griego respirara pondría a Claudia Rivera como ejemplo vivo de crucifixión fallida e inscribiría los nombres de los legisladores que integran la Comisión Inspectora en el muro de la vergüenza para que los conocieran por incompetentes y maliciosos.

Los adjetivos colgados por felinos de la política y reporteros de la fuente a varios de los que integran esta Legislatura (LX) pueden platicarse pero no escribirse por ser excesivos, sin embargo, corresponden a traspiés, escándalos e infamias facturables a legisladores y liderazgos.

El Manual de Carreño es una guía básica de buena conducta para ganar reputación y respeto, hacer lo contrario, decía su autor Manuel Antonio, conllevará a la vergüenza, deshonra y desgracia, la Comisión Inspectora del Poder Legislativo ganó esta última bolsa de etiquetas entre la semana pasada y ésta, pero además fue el hazmerreír de la opinión pública.

Forjar clavos con articulados constitucionales como lo hicieron los camarales Raymundo Atanasio, Olga Lucía, Javier Cacique y Miguel Trujillo para crucificar a Claudia Rivera tuvo grandes porciones de maldad, aunque también falta de carácter para defender su autonomía de aquel poder que le mangonea y no es el suyo, mostrándose públicamente como pandilleros en un callejón oscuro.

Una cosa es presumir carácter y otra ser necio, y los diputados siguen exhibiendo necedad pese a que críticos serios y la misma alcaldesa explicaron ya con palitos y bolitas sobre un pizarrón, los excesos por ellos cometidos. “Es una oportunidad para que Claudia Rivera explique…” –dijeron–. Nadie les compró el engaño.

La responsable de la Inspectora anda por ahí peregrinando entre los medios informativos esforzándose por justificar lo injustificable. Muchas veces es mejor callar para no empeorar las infamias cometidas, pero en este caso la diputada lo único que hace es mostrarse necia, sorda e incomprensible a las razones. Es peor el que no comprende que el que no ve ni oye.

Tehuacán es otra crucifixión fallida de los diputados locales, la profundidad de la herida causada por la lanza de García Almaguer, Rafaela Vianey y Biestro fue grave, fueron ellos los que recargaron los puños sobre el mango del arma que hirió por un costado a las autoridades legítimamente electas de aquel municipio y en daño colateral a los tehuacanenses.

Sumisos a un poder invasivo, claudicando por cuenta propia al precioso tesoro de la autonomía y a los laureles de la independencia, el Legislativo Local continúa prestando servicios de pandillero, exhibiéndose inepto ante quién le ordena y mostrando bajeza al poblano que le observa.

A los casos referidos habría que añadir el agravio a la BUAP, a su comunidad académica y estudiantil, y por supuesto la persistente generación de violencia de Biestro hacia José Juan, Héctor Alonso y todo opositor al barbosismo, entre otras baratijas escondidas en el húmedo clóset legislativo.

El Congreso del Estado cerrará semana de pesadillas, exhibiciones y cuentos infantiles, lo que quedó de él fueron jirones y su reputación hecha polvo. En adelante se dirá: Érase una vez un Poder Legislativo…

Escuela Cínica

A las puertas del Tártaro Diógenes pregunta al Cínico:

–¿Si fracasaste con Claudia, Tehuacán y la Buap cómo simulas tu ineptitud?

–Neceando en que son culpables, pues una mentira repetida mil veces se convierte en verdad –responde cínicamente sin dar el crédito debido al nefasto de Goebbels.