/ sábado 20 de abril de 2019

¿Es conveniente anhelar la inmortalidad?

El día de ayer se realizaron diversas representaciones, en torno a la pasión y muerte de Cristo; y mañana domingo se celebra la resurrección del mesías, elementos que han determinado buena parte de las convicciones religiosas de millones de personas. Esta situación es de analizarse, debido a lo que puede provocar en el aspecto emocional.


Dentro del imaginario que tienen prácticamente todas las religiones, no encontramos con la vida eterna, en alusión a un deseo de no morir, el cual es uno de los grandes temas que ha desarrollado el ser humano.

Han sido muchos los intentos por conservar la vida y la juventud. Muchos relatos y fórmulas fallidas han existido a lo largo de los siglos en los que el ser humano ha querido alcanzar más vida.

Ahora bien, el problema está en que pensar en otra vida puede traer diversas consecuencias. Hay quien puede guardar una vida ortodoxa, conforme a distintos lineamientos morales, jurídicos o religiosos que lo lleven a ser una persona considerada como buena, dependiendo el tiempo y el lugar.

También tenemos el aspecto negativo, en donde alguien puede tener una existencia crapulosa y buscar el perdón al final, así como puede ser posible en el credo católico, en donde un arrepentimiento sincero puede ser la llave a gloria del cielo. Como ejemplo tenemos la obra “El condenado por desconfiado”, en la que se advierte perfectamente la incoherencia de este sistema de premiación y castigo.

Ahora bien, el pensar en una vida sobrenatural puede hacer sentir bien a una persona, en función de que su conciencia perdurará, pero también habría que pensar que valor tendría una vida eterna: si los días no tuvieran fin, habría un hartazgo insoportable. Pensar en muchos siglos, conviviendo con ángeles que tocan arpas sobre nubes, se me hace algo terrible.

También hay quien siente un problema existencial al saber que la vida llegará a su fin algún día, situación que se puede nutrir de la idea de alcanzar una vida eterna, sin embargo, la finitud de la existencia humana nos puede dar un mayor ánimo para poder desplegar un goce pleno y una actitud positiva que nos ayude a ser mejores personas.

En conclusión, cada quien tiene derecho a creer lo que guste, sin embargo, los avances técnicos y científicos nos llevan cada vez más a dudar de un ser divino, así que lo mejor es disfrutar de la vida, en cuya finitud encontramos un gran sentido y una gran felicidad. Los planetas, las galaxias, las estrellas y el universo entero también están muriendo, así que no veo porque un individuo pueda trascender a esas condiciones físicas que auténticamente son universales. Así que hay que gozar de la finitud de la vida y aspirar a ser feliz, en un contexto de respeto y civilidad.

Hasta la próxima semana.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.

El día de ayer se realizaron diversas representaciones, en torno a la pasión y muerte de Cristo; y mañana domingo se celebra la resurrección del mesías, elementos que han determinado buena parte de las convicciones religiosas de millones de personas. Esta situación es de analizarse, debido a lo que puede provocar en el aspecto emocional.


Dentro del imaginario que tienen prácticamente todas las religiones, no encontramos con la vida eterna, en alusión a un deseo de no morir, el cual es uno de los grandes temas que ha desarrollado el ser humano.

Han sido muchos los intentos por conservar la vida y la juventud. Muchos relatos y fórmulas fallidas han existido a lo largo de los siglos en los que el ser humano ha querido alcanzar más vida.

Ahora bien, el problema está en que pensar en otra vida puede traer diversas consecuencias. Hay quien puede guardar una vida ortodoxa, conforme a distintos lineamientos morales, jurídicos o religiosos que lo lleven a ser una persona considerada como buena, dependiendo el tiempo y el lugar.

También tenemos el aspecto negativo, en donde alguien puede tener una existencia crapulosa y buscar el perdón al final, así como puede ser posible en el credo católico, en donde un arrepentimiento sincero puede ser la llave a gloria del cielo. Como ejemplo tenemos la obra “El condenado por desconfiado”, en la que se advierte perfectamente la incoherencia de este sistema de premiación y castigo.

Ahora bien, el pensar en una vida sobrenatural puede hacer sentir bien a una persona, en función de que su conciencia perdurará, pero también habría que pensar que valor tendría una vida eterna: si los días no tuvieran fin, habría un hartazgo insoportable. Pensar en muchos siglos, conviviendo con ángeles que tocan arpas sobre nubes, se me hace algo terrible.

También hay quien siente un problema existencial al saber que la vida llegará a su fin algún día, situación que se puede nutrir de la idea de alcanzar una vida eterna, sin embargo, la finitud de la existencia humana nos puede dar un mayor ánimo para poder desplegar un goce pleno y una actitud positiva que nos ayude a ser mejores personas.

En conclusión, cada quien tiene derecho a creer lo que guste, sin embargo, los avances técnicos y científicos nos llevan cada vez más a dudar de un ser divino, así que lo mejor es disfrutar de la vida, en cuya finitud encontramos un gran sentido y una gran felicidad. Los planetas, las galaxias, las estrellas y el universo entero también están muriendo, así que no veo porque un individuo pueda trascender a esas condiciones físicas que auténticamente son universales. Así que hay que gozar de la finitud de la vida y aspirar a ser feliz, en un contexto de respeto y civilidad.

Hasta la próxima semana.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.