/ domingo 23 de mayo de 2021

¿Es posible evitarlo? o El país de los Elefantes blancos

Sabemos que se intensifican las campañas cuando se acerca el día D, ahora en redes, buscando captar la atención y la voluntad del potencial elector. El escenario está plagado de imágenes, frases, diálogos, incluso canciones a modo, que llevan cargas diversas, desde acusaciones hasta la vacuidad, pasando por promesas de todo tipo.

En este punto, es lectura obligada de “El país de los elefantes blancos. Lecciones valiosas para prevenir desastres gubernamentales” de editorial IEXE, la más reciente publicación de Julio Franco Corzo, no sólo para los candidatos y políticos sino para nosotros los ciudadanos de a pie. El trabajo resume tres años de investigación de campo para documentar 621 casos (de los que seleccionó 32) que el autor define como desastres gubernamentales, con la “…revisión de proyectos ejecutivos, análisis costo-beneficio, investigación hemerográfica, entrevistas a funcionarios y autoridades electas”. Un interesante ejercicio de 6 especialistas en evaluación de políticas públicas que revela experiencia para aprender de ella.

Como ciudadana, el libro me dio luces para comprender que la voluntad política no es suficiente para ser buen político, buen gobernante, es necesario saber o rodearse de personas que sepan hacer el trabajo técnico, nada despreciable y sí exigible. Las campañas, desafortunadamente, se ocupan para prometer y en muchos casos para “mentir” por ganar votos. No es gratuito que en el imaginario social persista la idea del político que no cumple sus promesas, claro, porque puede estar ofreciendo resolver problemas públicos sin tener la mínima idea de su definición y cómo distinguirlo de cualquier otro problema.

Los esquemas de la obra que comento son descriptivos y fáciles de comprender para identificar de inmediato, por ejemplo, el concepto y características principales de elefante blanco: proyectos costosos, con riesgos fiscales y de corrupción, con beneficios exagerados o imaginarios, que terminan con otra utilidad, determinados generalmente por criterios políticos. Así que podríamos identificar de entrada si un político nos puede estar llevando al baile, porque todas estas acciones de gobierno implican recursos económicos, de ahí que es exigible transparentar los recursos.

Además, los 32 casos seleccionados, uno por cada estado del país, son presentados con una ficha metodológica que muestra datos comparables: inversión, origen del recurso, orden de gobierno que ejecutó la obra, ubicación, por qué es un elefante blanco. La información que solicitó por transparencia y acceso a la información, un recurso ciudadano poderoso que potencializó como investigador, nada despreciable.

Como profesora me da cuenta de un modelo metodológico valioso, cruzando información bibliográfica, hemerográfica pero con la construcción de datos extraídos de la realidad, una realidad por demás kafkiana. Pude ver en sus líneas un esfuerzo que la Ciencia Política recupera como metodología de investigación, si bien no todo en ella son políticas públicas sí hay implicaciones de decisión en el ejercicio de gobierno. Uno de los elementos de análisis de políticas públicas exige iniciar con la gestión pública: ¿quién y cómo se define el problema público? ¿qué actores intervienen para solucionar un problema público? ¿quién decide qué? Son preguntas con las que el politólogo inicia el conocimiento del campo de las políticas públicas, y Julio Franco ofrece una experiencia en campo para que se fortalezca la teoría vigente.

El recorrido termina con un capítulo de 5 Recomendaciones de política pública. Me llamó la atención la 4ª “Controla tu ego (sí, leíste bien, tu ego)”, singular título para referir a Ryan Holiday autor de “Ego is the Enemy” (2016) y que se centra en lo que Mauricio Merino apunta en “La importancia de la Ética en el análisis de políticas públicas”. Ese ingrediente que muchas veces, por ignorancia (sin intención) o por perversión (intencionalmente), un actor político pasa por alto cuando de gobernar se trata, pero que está obligado a saber. ¿Es posible tener un mejor país? Sí, con educación y cultura. Buen trabajo para seguir aprendiendo pero también para seguir trabajando por un mejor futuro.

*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com

Sabemos que se intensifican las campañas cuando se acerca el día D, ahora en redes, buscando captar la atención y la voluntad del potencial elector. El escenario está plagado de imágenes, frases, diálogos, incluso canciones a modo, que llevan cargas diversas, desde acusaciones hasta la vacuidad, pasando por promesas de todo tipo.

En este punto, es lectura obligada de “El país de los elefantes blancos. Lecciones valiosas para prevenir desastres gubernamentales” de editorial IEXE, la más reciente publicación de Julio Franco Corzo, no sólo para los candidatos y políticos sino para nosotros los ciudadanos de a pie. El trabajo resume tres años de investigación de campo para documentar 621 casos (de los que seleccionó 32) que el autor define como desastres gubernamentales, con la “…revisión de proyectos ejecutivos, análisis costo-beneficio, investigación hemerográfica, entrevistas a funcionarios y autoridades electas”. Un interesante ejercicio de 6 especialistas en evaluación de políticas públicas que revela experiencia para aprender de ella.

Como ciudadana, el libro me dio luces para comprender que la voluntad política no es suficiente para ser buen político, buen gobernante, es necesario saber o rodearse de personas que sepan hacer el trabajo técnico, nada despreciable y sí exigible. Las campañas, desafortunadamente, se ocupan para prometer y en muchos casos para “mentir” por ganar votos. No es gratuito que en el imaginario social persista la idea del político que no cumple sus promesas, claro, porque puede estar ofreciendo resolver problemas públicos sin tener la mínima idea de su definición y cómo distinguirlo de cualquier otro problema.

Los esquemas de la obra que comento son descriptivos y fáciles de comprender para identificar de inmediato, por ejemplo, el concepto y características principales de elefante blanco: proyectos costosos, con riesgos fiscales y de corrupción, con beneficios exagerados o imaginarios, que terminan con otra utilidad, determinados generalmente por criterios políticos. Así que podríamos identificar de entrada si un político nos puede estar llevando al baile, porque todas estas acciones de gobierno implican recursos económicos, de ahí que es exigible transparentar los recursos.

Además, los 32 casos seleccionados, uno por cada estado del país, son presentados con una ficha metodológica que muestra datos comparables: inversión, origen del recurso, orden de gobierno que ejecutó la obra, ubicación, por qué es un elefante blanco. La información que solicitó por transparencia y acceso a la información, un recurso ciudadano poderoso que potencializó como investigador, nada despreciable.

Como profesora me da cuenta de un modelo metodológico valioso, cruzando información bibliográfica, hemerográfica pero con la construcción de datos extraídos de la realidad, una realidad por demás kafkiana. Pude ver en sus líneas un esfuerzo que la Ciencia Política recupera como metodología de investigación, si bien no todo en ella son políticas públicas sí hay implicaciones de decisión en el ejercicio de gobierno. Uno de los elementos de análisis de políticas públicas exige iniciar con la gestión pública: ¿quién y cómo se define el problema público? ¿qué actores intervienen para solucionar un problema público? ¿quién decide qué? Son preguntas con las que el politólogo inicia el conocimiento del campo de las políticas públicas, y Julio Franco ofrece una experiencia en campo para que se fortalezca la teoría vigente.

El recorrido termina con un capítulo de 5 Recomendaciones de política pública. Me llamó la atención la 4ª “Controla tu ego (sí, leíste bien, tu ego)”, singular título para referir a Ryan Holiday autor de “Ego is the Enemy” (2016) y que se centra en lo que Mauricio Merino apunta en “La importancia de la Ética en el análisis de políticas públicas”. Ese ingrediente que muchas veces, por ignorancia (sin intención) o por perversión (intencionalmente), un actor político pasa por alto cuando de gobernar se trata, pero que está obligado a saber. ¿Es posible tener un mejor país? Sí, con educación y cultura. Buen trabajo para seguir aprendiendo pero también para seguir trabajando por un mejor futuro.

*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com