/ viernes 20 de marzo de 2020

Escuelas de perdón

Mientras la atención nacional está a la presencia y consecuencias, presentes y futuras que genere en México la pandemia del coronavirus Covid-19, la inseguridad sigue presente y es una amenaza constante para los mexicanos.

Las infecciones virales no detienen a los delincuentes.

Las marchas en el país de las mexicanas del 8 de marzo y su paro nacional #UnDiaSinNosotras el 9 de marzo exigiendo seguridad, justicia e igualdad y que en Puebla tuvo como antecedente el 5 de marzo, con la manifestación de más de 150 mil estudiantes con similares demandas, no deben olvidarse por la contingencia de salud pública.

El martes pasado, el periodista Alejandro Suárez, de El Sol de México, reveló información de la estrategia del gobierno federal para combatir la inseguridad que nos ahoga y al presidente López Obrador lo está haciendo perder las formas y el amplio respaldo social que consiguió en 2018.

“La iglesia católica implementará el plan de paz del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, esto mediante una alianza donde las diócesis del país desarrollarán programas para la atención de víctimas y prevención del delito con financiamiento público”, información que se perdió ante la avalancha cotidiana del coronavirus.

Explicó que a través de la secretaría de Gobernación y la Conferencia del Episcopado Mexicano, la gestión federal impulsará programas como el de Escuelas de Perdón y Reconciliación, lo cual se lleva a cabo en distintas diócesis del país, y donde la Iglesia atiende a las víctimas de la violencia.

“Se busca establecer una colaboración, desde la Secretaría de Gobernación, en materia de cultura de paz y reconstrucción del tejido social con la Comisión del Episcopado Mexicano”, explica el documento “Propuesta de colaboración en construcción de paz con la Conferencia del Episcopado Mexicano”, del que El Sol de México tiene una copia.

El objetivo de López Obrador es vincular y fortalecer las acciones implementadas por la CEM con actores y programas gubernamentales mediante mesas intersectoriales.

“Los proyectos que serán aceptados para el financiamiento son aquellos que cubran a población vulnerable, tales como víctimas de la violencia (del crimen o intrafamiliar), migrantes, jóvenes vulnerables a las adicciones, reclusos, entre otros”, agrega.

Los ejes son el fomento de cultura de la paz y educación para la paz, acompañamiento a víctimas de la violencia, trabajo con personas de su libertad y personas en proceso de rehabilitación de adicciones, colaboración con redes multi-actor para la reconstrucción del tejido social.

Estos no es nuevo, los proyectos de la Iglesia Católica para enfrentar la violencia están contenidos en la Estrategia Nacional de Construcción de Paz presentada en 2015 por el Episcopado.

Contempla “centros de escucha: espacios seguros donde las víctimas pueden ser asesoradas, consoladas y acompañadas, y fortaleciendo la prevención en el tema de violencia sobre la mujer”.

En el eje de Acompañamiento a víctimas, el Episcopado y el gobierno federal desarrollan la ampliación al programa Escuelas de Perdón y Reconciliación y la atención directa a las víctimas.

El modelo de las Escuelas de Perdón y Reconciliación tiene su origen en Colombia, país azotado por el crimen y la guerrilla. En México una de las ciudades que ya tiene su Escuela de Perdón y Reconciliación es Monterrey, de donde es arzobispo Rogelio Cabrera, presidente de la CEM.

En Michoacán también habrá este tipo de escuelas. Otras entidades que desarrollan actualmente acciones para la paz son: Guerrero, Oaxaca y Durango.

Es muy prematura afirmar que esta estrategia será la definitiva para reducir drásticamente la violencia en el país, y menos si es la solución que reclamamos los mexicanos. Lo importante es que algo se está haciendo, suponemos de buena fe, para abatir la delincuencia.

¿Tendrá la Iglesia Católica la capacidad para resolver la crisis de la violencia?

No pasará mucho tiempo para que lo sepamos.


DE LAS ANÉCDOTAS

QUE SE CUENTAN

El padre Palomera, un entrañable sacerdote jesuita, preguntó un día a sus alumnos:

-¿En qué nos parecemos la enfermedad del cólera y los jesuitas?- dijo y sonrió.

La respuesta general fue negativa.

Explicó a su audiencia:

-En que ambos, el cólera y los jesuitas, tenemos como opción preferencial por los pobres. Sólo que nosotros no les cumplimos- tomó su libro bajo el brazo y se retiró.

Ahora que el coronavirus está infectando preferencialmente a empresarios y viajeros internacionales,

Hay un escenario distinto que puede cambiar en la fase 3 de la pandemia del Covid-19 en México.

Esperemos que no suceda.

fcrisanto00@yahoo.com.mx

Twitter @fercrisanto

Facebook: Fernando Alberto Crisanto




Mientras la atención nacional está a la presencia y consecuencias, presentes y futuras que genere en México la pandemia del coronavirus Covid-19, la inseguridad sigue presente y es una amenaza constante para los mexicanos.

Las infecciones virales no detienen a los delincuentes.

Las marchas en el país de las mexicanas del 8 de marzo y su paro nacional #UnDiaSinNosotras el 9 de marzo exigiendo seguridad, justicia e igualdad y que en Puebla tuvo como antecedente el 5 de marzo, con la manifestación de más de 150 mil estudiantes con similares demandas, no deben olvidarse por la contingencia de salud pública.

El martes pasado, el periodista Alejandro Suárez, de El Sol de México, reveló información de la estrategia del gobierno federal para combatir la inseguridad que nos ahoga y al presidente López Obrador lo está haciendo perder las formas y el amplio respaldo social que consiguió en 2018.

“La iglesia católica implementará el plan de paz del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, esto mediante una alianza donde las diócesis del país desarrollarán programas para la atención de víctimas y prevención del delito con financiamiento público”, información que se perdió ante la avalancha cotidiana del coronavirus.

Explicó que a través de la secretaría de Gobernación y la Conferencia del Episcopado Mexicano, la gestión federal impulsará programas como el de Escuelas de Perdón y Reconciliación, lo cual se lleva a cabo en distintas diócesis del país, y donde la Iglesia atiende a las víctimas de la violencia.

“Se busca establecer una colaboración, desde la Secretaría de Gobernación, en materia de cultura de paz y reconstrucción del tejido social con la Comisión del Episcopado Mexicano”, explica el documento “Propuesta de colaboración en construcción de paz con la Conferencia del Episcopado Mexicano”, del que El Sol de México tiene una copia.

El objetivo de López Obrador es vincular y fortalecer las acciones implementadas por la CEM con actores y programas gubernamentales mediante mesas intersectoriales.

“Los proyectos que serán aceptados para el financiamiento son aquellos que cubran a población vulnerable, tales como víctimas de la violencia (del crimen o intrafamiliar), migrantes, jóvenes vulnerables a las adicciones, reclusos, entre otros”, agrega.

Los ejes son el fomento de cultura de la paz y educación para la paz, acompañamiento a víctimas de la violencia, trabajo con personas de su libertad y personas en proceso de rehabilitación de adicciones, colaboración con redes multi-actor para la reconstrucción del tejido social.

Estos no es nuevo, los proyectos de la Iglesia Católica para enfrentar la violencia están contenidos en la Estrategia Nacional de Construcción de Paz presentada en 2015 por el Episcopado.

Contempla “centros de escucha: espacios seguros donde las víctimas pueden ser asesoradas, consoladas y acompañadas, y fortaleciendo la prevención en el tema de violencia sobre la mujer”.

En el eje de Acompañamiento a víctimas, el Episcopado y el gobierno federal desarrollan la ampliación al programa Escuelas de Perdón y Reconciliación y la atención directa a las víctimas.

El modelo de las Escuelas de Perdón y Reconciliación tiene su origen en Colombia, país azotado por el crimen y la guerrilla. En México una de las ciudades que ya tiene su Escuela de Perdón y Reconciliación es Monterrey, de donde es arzobispo Rogelio Cabrera, presidente de la CEM.

En Michoacán también habrá este tipo de escuelas. Otras entidades que desarrollan actualmente acciones para la paz son: Guerrero, Oaxaca y Durango.

Es muy prematura afirmar que esta estrategia será la definitiva para reducir drásticamente la violencia en el país, y menos si es la solución que reclamamos los mexicanos. Lo importante es que algo se está haciendo, suponemos de buena fe, para abatir la delincuencia.

¿Tendrá la Iglesia Católica la capacidad para resolver la crisis de la violencia?

No pasará mucho tiempo para que lo sepamos.


DE LAS ANÉCDOTAS

QUE SE CUENTAN

El padre Palomera, un entrañable sacerdote jesuita, preguntó un día a sus alumnos:

-¿En qué nos parecemos la enfermedad del cólera y los jesuitas?- dijo y sonrió.

La respuesta general fue negativa.

Explicó a su audiencia:

-En que ambos, el cólera y los jesuitas, tenemos como opción preferencial por los pobres. Sólo que nosotros no les cumplimos- tomó su libro bajo el brazo y se retiró.

Ahora que el coronavirus está infectando preferencialmente a empresarios y viajeros internacionales,

Hay un escenario distinto que puede cambiar en la fase 3 de la pandemia del Covid-19 en México.

Esperemos que no suceda.

fcrisanto00@yahoo.com.mx

Twitter @fercrisanto

Facebook: Fernando Alberto Crisanto