/ lunes 27 de mayo de 2019

Estructura, el arma final para la elección de gobernador

Muy difícilmente los seis días que nos separan de la contienda de gobernador podrán modificar los resultados electorales que han anticipado las encuestas realizadas en esta campaña.

Con notables diferencias en porcentajes, puesto que unos prevén un triunfo más holgado para el candidato de la coalición Juntos Haremos Historia que otros, todos los estudios de opinión hechos públicos hasta ahora marcan como amplio favorito a Luis Miguel Barbosa Huerta.

Le siguen en preferencia electoral el abanderado del PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, Enrique Cárdenas Sánchez, que siempre aparece en segundo lugar, y el aspirante del PRI, Alberto Jiménez Merino, en tercero, que debe tener como reto personal no escalar una posición, como dice que ya lo hizo, superando al ex rector de la UDLAP, sino alcanzar una votación de dos dígitos.

Los cierres de campaña que se llevaron a cabo este fin de semana son un adelanto de lo que sucederá el próximo domingo en las urnas.

Barbosa congregó varias decenas de miles de personas en la Plaza de la Victoria, en la zona de los fuertes de Loreto y Guadalupe.

Cárdenas no llegó ni a 500 en Tehuacán pero más tarde reunió a dos mil en San Pedro Cholula.

Jiménez, por su parte, sumó poco más de mil en el centro histórico de la ciudad de Puebla.

El músculo político lo tiene Barbosa.

Además de contar con el cobijo de Morena, que ya en principio es una enorme ventaja, el candidato nacido en Zinacatepec mostró el tamaño de su estructura, un instrumento de competencia electoral que resultará definitivo para la última fase de los comicios: las votaciones.

Una vez concluido el periodo de campañas, lo que ocurrirá el miércoles, ningún candidato podrá hacer esfuerzos individuales para tratar de incrementar su universo de simpatizantes.

A partir de entonces se desplegará la estrategia de movilización, que concluirá el día de la jornada electoral con operadores sigilosos –o eso se pretende—que llevarán electores a las urnas y representantes de casilla que cuidarán –o tratarán de hacerlo—cada voto emitido en favor de su causa.

Esa es la importancia de los cierres de campaña.

Sirvieron para medir quién tiene estructura para pelear esa última y trascendental etapa de los comicios y quién no.

A diferencia de la elección del año pasado, cuando la mayoría de los operadores electorales estaba del lado del morenovallismo y le daba la espalda a Barbosa, el abanderado de Morena, esta vez, sí tiene estructura.

Cárdenas y Jiménez, en cambio, no.

Eso permite prever que no habrá variaciones sustanciales en el resultado de la elección.

Como personaje experimentado en contiendas electorales, a esto pudo referirse el ex presidente municipal Eduardo Rivera Pérez cuando le dijo al periodista Rodolfo Ruiz (E-Consulta) que el PAN había quedado en deuda con Enrique Cárdenas.

Salvo algunas excepciones, el académico no contó entre sus apoyos con los liderazgos del PAN, ni aquellos que militaban en ese partido antes de Rafael Moreno Valle ni los que llegaron después.

Esa orfandad que se exhibió en campaña se sufrirá todavía más el 2 de junio, cuando los panistas, que movieron elecciones a placer bajo el mando del fallecido ex gobernador, se queden en casa a esperar por televisión y redes sociales el cómputo final de los votos.

En resumen, en medio de una masa de electores que sigue hechizada por Andrés Manuel López Obrador y Morena, Cárdenas no tendrá cómo revertir los números de las encuestas.

Miguel Barbosa tiene el “conflicto” de los punteros: cerrar de la mejor manera posible para ganar con una amplia ventaja sobre su más cercano rival.

Los estudios de opinión menos optimistas le dan 20 puntos de diferencia sobre el segundo lugar; los más, ¡45!

Esa estructura que le llevó miles de eventuales electores a la Plaza de la Victoria es la misma que intentará acercarse a las previsiones más optimistas.

Jiménez Merino y el PRI habrán hecho mucho con llegar a los 10 puntos porcentuales de la votación.

Twitter: @jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx

Muy difícilmente los seis días que nos separan de la contienda de gobernador podrán modificar los resultados electorales que han anticipado las encuestas realizadas en esta campaña.

Con notables diferencias en porcentajes, puesto que unos prevén un triunfo más holgado para el candidato de la coalición Juntos Haremos Historia que otros, todos los estudios de opinión hechos públicos hasta ahora marcan como amplio favorito a Luis Miguel Barbosa Huerta.

Le siguen en preferencia electoral el abanderado del PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, Enrique Cárdenas Sánchez, que siempre aparece en segundo lugar, y el aspirante del PRI, Alberto Jiménez Merino, en tercero, que debe tener como reto personal no escalar una posición, como dice que ya lo hizo, superando al ex rector de la UDLAP, sino alcanzar una votación de dos dígitos.

Los cierres de campaña que se llevaron a cabo este fin de semana son un adelanto de lo que sucederá el próximo domingo en las urnas.

Barbosa congregó varias decenas de miles de personas en la Plaza de la Victoria, en la zona de los fuertes de Loreto y Guadalupe.

Cárdenas no llegó ni a 500 en Tehuacán pero más tarde reunió a dos mil en San Pedro Cholula.

Jiménez, por su parte, sumó poco más de mil en el centro histórico de la ciudad de Puebla.

El músculo político lo tiene Barbosa.

Además de contar con el cobijo de Morena, que ya en principio es una enorme ventaja, el candidato nacido en Zinacatepec mostró el tamaño de su estructura, un instrumento de competencia electoral que resultará definitivo para la última fase de los comicios: las votaciones.

Una vez concluido el periodo de campañas, lo que ocurrirá el miércoles, ningún candidato podrá hacer esfuerzos individuales para tratar de incrementar su universo de simpatizantes.

A partir de entonces se desplegará la estrategia de movilización, que concluirá el día de la jornada electoral con operadores sigilosos –o eso se pretende—que llevarán electores a las urnas y representantes de casilla que cuidarán –o tratarán de hacerlo—cada voto emitido en favor de su causa.

Esa es la importancia de los cierres de campaña.

Sirvieron para medir quién tiene estructura para pelear esa última y trascendental etapa de los comicios y quién no.

A diferencia de la elección del año pasado, cuando la mayoría de los operadores electorales estaba del lado del morenovallismo y le daba la espalda a Barbosa, el abanderado de Morena, esta vez, sí tiene estructura.

Cárdenas y Jiménez, en cambio, no.

Eso permite prever que no habrá variaciones sustanciales en el resultado de la elección.

Como personaje experimentado en contiendas electorales, a esto pudo referirse el ex presidente municipal Eduardo Rivera Pérez cuando le dijo al periodista Rodolfo Ruiz (E-Consulta) que el PAN había quedado en deuda con Enrique Cárdenas.

Salvo algunas excepciones, el académico no contó entre sus apoyos con los liderazgos del PAN, ni aquellos que militaban en ese partido antes de Rafael Moreno Valle ni los que llegaron después.

Esa orfandad que se exhibió en campaña se sufrirá todavía más el 2 de junio, cuando los panistas, que movieron elecciones a placer bajo el mando del fallecido ex gobernador, se queden en casa a esperar por televisión y redes sociales el cómputo final de los votos.

En resumen, en medio de una masa de electores que sigue hechizada por Andrés Manuel López Obrador y Morena, Cárdenas no tendrá cómo revertir los números de las encuestas.

Miguel Barbosa tiene el “conflicto” de los punteros: cerrar de la mejor manera posible para ganar con una amplia ventaja sobre su más cercano rival.

Los estudios de opinión menos optimistas le dan 20 puntos de diferencia sobre el segundo lugar; los más, ¡45!

Esa estructura que le llevó miles de eventuales electores a la Plaza de la Victoria es la misma que intentará acercarse a las previsiones más optimistas.

Jiménez Merino y el PRI habrán hecho mucho con llegar a los 10 puntos porcentuales de la votación.

Twitter: @jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx