/ sábado 17 de agosto de 2019

Expectativa universitaria vs realidad laboral

Nuevamente se inician y se iniciarán clases en distintos niveles, situación que lleva a una promoción de diversas instituciones. En el caso de la educación superior, hay toda una serie de contenidos promocionales que crean una especie de ilusión que tristemente diverge en muchos casos de la realidad.

Ir a la universidad es generalmente una época llena diversión, emociones y de una preparación para la vida profesional; representa una mezcla de libertad, juventud y conocimientos que hacen de ese periodo algo único y bien recordado.

El día de hoy vemos toda una serie de anuncios que resultan atractivos para los jóvenes que ingresarán a una carrera. Se promocionan los intercambios, instalaciones deportivas, certificaciones, prácticas profesionales, todo en el marco de alcanzar un gran futuro.

Indudablemente estudiar en el extranjero es una gran experiencia, pero primero hay que ver en qué tipo de universidad se trata, ya que en nuestro país tenemos instituciones de clase mundial que superan ampliamente a algunas más allá de nuestras fronteras. Por ejemplo, hay una idea errónea, consistente en pensar que estudiar en alguna universidad estadounidense es equiparable a matricularse en Harvard, sin embargo, hay una diferencia notable entre esa institución de Massachusetts y la mayoría de las que hay en la Unión Americana. También hay que entender que estudiar en el primer mundo no significa tener un empleo de ese nivel, hay ocasiones que el regreso resulta muy frustrante al ver que no hay condiciones para aplicar lo estudiado, así que resulta mejor quedarse en ese país.

Ahora bien, recordemos que una universidad no es un lugar para divertirse, sino para aprender, sentir un rigor académico y una disciplina que ayuda a acostumbrarse a las dificultades propias de cualquier trabajo. Tenemos el problema de que algunos alumnos creen que los docentes son sus empleados por pagar una colegiatura, inclusive exigiendo una atención que no es propia de lo que debe ser una relación maestro-alumno. Desde luego que esto no está divorciado de la realización de actividades recreativas: torneos deportivos, fiestas y convivencias por días feriados y, sobre todo, la maravillosa experiencia del amor estudiantil.

Otro factor que afecta es el modelo educativo que “consiente” a los alumnos, quienes asumen que la vida en general es así, más aún con una parte de las nuevas generaciones, quienes se sienten merecedores de todo, para luego chocar totalmente con lo que sucede en los recintos laborales.

Otro problema que tenemos es la sobrecalificación para el trabajo, es decir, un estudiante obtiene una doble titulación, inclusive con validez en el extranjero, habla varios idiomas y tiene posgrado, pero eso no le alcanza para obtener un empleo.

También hay que hacer notar la actitud que tienen una parte de los egresados, quienes se sienten merecedores de un trabajo soñado por haber estudiado en una buena universidad, por lo que no aceptan una labor media y se la pasan esperando así durante años, inclusive estudiando otra cosa, para que al final sean gente de treinta o cuarenta y tantos, pero sin un gramo de experiencia laboral.

Es muy importante estar conciente de que no hay carreras o universidades que te aseguren el éxito, este es un resultado de una circunstancialidad muy compleja. Tenemos el caso de quien quiere estudiar una carrera humanística, pero teme no tener trabajo e ingresa a la facultad de derecho como algo supletorio, para al final no tener empleo y estar descontento por no estudiar lo que se quiso.

Ahora bien, eso no exime de ver las estadísticas y saber que hay carreras que tienen mayores posibilidades de éxito, tales como algunas ingenierías referentes a la industria, sin embargo, ahí viene otro problema: la apatía o temor a esforzarse por lo que implica estudiar ciencias exactas o contenidos complejos.

Para terminar, hay que recordar que la elección de la universidad versa en el conocimiento y relaciones que se puedan adquirir, pero no como algo que te dé un estatus o sirva para subir foto al instagram, por ejemplo, hay quien quiere ir a una determinada universidad por el estatus que da, pero no porque busque una buena formación. En fin, esperemos que los jóvenes y sus padres puedan reflexionar acerca esta decisión, la cual es tan importante como el matrimonio mismo. Hasta la próxima semana.


Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.

Nuevamente se inician y se iniciarán clases en distintos niveles, situación que lleva a una promoción de diversas instituciones. En el caso de la educación superior, hay toda una serie de contenidos promocionales que crean una especie de ilusión que tristemente diverge en muchos casos de la realidad.

Ir a la universidad es generalmente una época llena diversión, emociones y de una preparación para la vida profesional; representa una mezcla de libertad, juventud y conocimientos que hacen de ese periodo algo único y bien recordado.

El día de hoy vemos toda una serie de anuncios que resultan atractivos para los jóvenes que ingresarán a una carrera. Se promocionan los intercambios, instalaciones deportivas, certificaciones, prácticas profesionales, todo en el marco de alcanzar un gran futuro.

Indudablemente estudiar en el extranjero es una gran experiencia, pero primero hay que ver en qué tipo de universidad se trata, ya que en nuestro país tenemos instituciones de clase mundial que superan ampliamente a algunas más allá de nuestras fronteras. Por ejemplo, hay una idea errónea, consistente en pensar que estudiar en alguna universidad estadounidense es equiparable a matricularse en Harvard, sin embargo, hay una diferencia notable entre esa institución de Massachusetts y la mayoría de las que hay en la Unión Americana. También hay que entender que estudiar en el primer mundo no significa tener un empleo de ese nivel, hay ocasiones que el regreso resulta muy frustrante al ver que no hay condiciones para aplicar lo estudiado, así que resulta mejor quedarse en ese país.

Ahora bien, recordemos que una universidad no es un lugar para divertirse, sino para aprender, sentir un rigor académico y una disciplina que ayuda a acostumbrarse a las dificultades propias de cualquier trabajo. Tenemos el problema de que algunos alumnos creen que los docentes son sus empleados por pagar una colegiatura, inclusive exigiendo una atención que no es propia de lo que debe ser una relación maestro-alumno. Desde luego que esto no está divorciado de la realización de actividades recreativas: torneos deportivos, fiestas y convivencias por días feriados y, sobre todo, la maravillosa experiencia del amor estudiantil.

Otro factor que afecta es el modelo educativo que “consiente” a los alumnos, quienes asumen que la vida en general es así, más aún con una parte de las nuevas generaciones, quienes se sienten merecedores de todo, para luego chocar totalmente con lo que sucede en los recintos laborales.

Otro problema que tenemos es la sobrecalificación para el trabajo, es decir, un estudiante obtiene una doble titulación, inclusive con validez en el extranjero, habla varios idiomas y tiene posgrado, pero eso no le alcanza para obtener un empleo.

También hay que hacer notar la actitud que tienen una parte de los egresados, quienes se sienten merecedores de un trabajo soñado por haber estudiado en una buena universidad, por lo que no aceptan una labor media y se la pasan esperando así durante años, inclusive estudiando otra cosa, para que al final sean gente de treinta o cuarenta y tantos, pero sin un gramo de experiencia laboral.

Es muy importante estar conciente de que no hay carreras o universidades que te aseguren el éxito, este es un resultado de una circunstancialidad muy compleja. Tenemos el caso de quien quiere estudiar una carrera humanística, pero teme no tener trabajo e ingresa a la facultad de derecho como algo supletorio, para al final no tener empleo y estar descontento por no estudiar lo que se quiso.

Ahora bien, eso no exime de ver las estadísticas y saber que hay carreras que tienen mayores posibilidades de éxito, tales como algunas ingenierías referentes a la industria, sin embargo, ahí viene otro problema: la apatía o temor a esforzarse por lo que implica estudiar ciencias exactas o contenidos complejos.

Para terminar, hay que recordar que la elección de la universidad versa en el conocimiento y relaciones que se puedan adquirir, pero no como algo que te dé un estatus o sirva para subir foto al instagram, por ejemplo, hay quien quiere ir a una determinada universidad por el estatus que da, pero no porque busque una buena formación. En fin, esperemos que los jóvenes y sus padres puedan reflexionar acerca esta decisión, la cual es tan importante como el matrimonio mismo. Hasta la próxima semana.


Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.