/ domingo 14 de marzo de 2021

“Fatiga de Zoom”

En otras columnas he abordado los cambios de paradigma, las adecuaciones y adaptaciones que hemos tenido que realizar en múltiples aspectos de nuestras vidas, desde la convivencia familiar y social, así como la educación y el trabajo a distancia, entre los más representativos.

En esta oportunidad quiero compartir un tema que me pareció por demás relevante, la “Fatiga de Zoom”, la cual se ha denominado de esa forma, de acuerdo con un estudio realizado por el laboratorio de interacción humana de la Universidad de Stanford.

Este concepto se relaciona con los efectos generados por las reuniones virtuales que se han convertido en parte de nuestras actividades profesionales y en ciertos casos pueden durar gran parte del día.

En este contexto, y de acuerdo con información pública en Internet, el investigador Jeremy Bailenson, responsable del estudio en dicha universidad, señala que la sobrecarga no verbal dentro de las videoconferencias podría ser la posible causa de la fatiga.

El especialista menciona que, el problema radicaría en el diseño de mosaico de caras, que dificulta la percepción del lenguaje no verbal de los participantes. A eso se suma la sensación de sentirse vulnerable al exponer el rostro ante las personas que participan en las sesiones virtuales.

Asimismo, señala que en las diferentes plataformas que se utilizan para este fin, de forma constante estamos realizando una autoevaluación de nuestro rostro, lo que generaría aún más estrés.

El académico Bailenson resume en cuatro posibles explicaciones esta "Fatiga de Zoom", advirtiendo que esta problemática no es exclusiva de esta herramienta, sino en general de las diferentes alternativas utilizadas para teleconferencias:

1. Cantidades excesivas de miradas de cerca o como se le conoce “close up”, ello implica la cantidad de tiempo que sentimos ese contacto visual, aunado al tamaño de los rostros, lo cual no es natural.

2. Observarse a uno mismo en tiempo real durante mucho tiempo también genera fatiga. El especialista menciona que cuando interactuamos físicamente, no tenemos a alguien con un espejo siguiéndonos todo el día para observarnos.

3. Reducción de la movilidad debido a que las cámaras de las computadoras o tabletas electrónicas tienen un enfoque fijo. De igual forma, el investigador señala que cuando estamos en una conversación o en una llamada, tendemos a caminar o desplazarnos durante la exposición del tema.

4. La carga cognitiva, que se refiere al lenguaje no verbal que se manifiesta cuando estamos frente a frente con otras personas o con quien estamos dialogando. En las videoconferencias las y los participantes se tienen que esforzar más para entender ese tipo de comunicación.

Para atender estos 4 puntos, Jeremy Bailenson plantea reducir los encuadres que realiza la herramienta cuando se está participando; cuando sea posible cerrar la cámara unos minutos o alejarla para abrir la toma; levantarse del lugar donde se ubica la computadora, por mencionar los principales.

Asimismo, realiza la advertencia de que estas afirmaciones se basan en investigaciones académicas, por lo que deberán considerarse como argumentos y no como hallazgos científicos.

Y tú, ¿qué recomendaciones puedes compartirnos para evitar la “Fatiga de Zoom”? ¿Cómo te has adaptado al uso de ese tipo de herramientas tecnológicas? Te invito a dejar tu mensaje en mi página de Facebook David Villanueva Lomelí. Con los Hashtags #Puebla y #VívelaBien.

Como mencionó el emprendedor social y Premio Nobel de la Paz Muhammad Yunus: “La tecnología es importante, pero lo único que realmente importa es qué hacemos con ella.”

Facebook: David Villanueva Lomelí

www.davidvillanueva.mx

En otras columnas he abordado los cambios de paradigma, las adecuaciones y adaptaciones que hemos tenido que realizar en múltiples aspectos de nuestras vidas, desde la convivencia familiar y social, así como la educación y el trabajo a distancia, entre los más representativos.

En esta oportunidad quiero compartir un tema que me pareció por demás relevante, la “Fatiga de Zoom”, la cual se ha denominado de esa forma, de acuerdo con un estudio realizado por el laboratorio de interacción humana de la Universidad de Stanford.

Este concepto se relaciona con los efectos generados por las reuniones virtuales que se han convertido en parte de nuestras actividades profesionales y en ciertos casos pueden durar gran parte del día.

En este contexto, y de acuerdo con información pública en Internet, el investigador Jeremy Bailenson, responsable del estudio en dicha universidad, señala que la sobrecarga no verbal dentro de las videoconferencias podría ser la posible causa de la fatiga.

El especialista menciona que, el problema radicaría en el diseño de mosaico de caras, que dificulta la percepción del lenguaje no verbal de los participantes. A eso se suma la sensación de sentirse vulnerable al exponer el rostro ante las personas que participan en las sesiones virtuales.

Asimismo, señala que en las diferentes plataformas que se utilizan para este fin, de forma constante estamos realizando una autoevaluación de nuestro rostro, lo que generaría aún más estrés.

El académico Bailenson resume en cuatro posibles explicaciones esta "Fatiga de Zoom", advirtiendo que esta problemática no es exclusiva de esta herramienta, sino en general de las diferentes alternativas utilizadas para teleconferencias:

1. Cantidades excesivas de miradas de cerca o como se le conoce “close up”, ello implica la cantidad de tiempo que sentimos ese contacto visual, aunado al tamaño de los rostros, lo cual no es natural.

2. Observarse a uno mismo en tiempo real durante mucho tiempo también genera fatiga. El especialista menciona que cuando interactuamos físicamente, no tenemos a alguien con un espejo siguiéndonos todo el día para observarnos.

3. Reducción de la movilidad debido a que las cámaras de las computadoras o tabletas electrónicas tienen un enfoque fijo. De igual forma, el investigador señala que cuando estamos en una conversación o en una llamada, tendemos a caminar o desplazarnos durante la exposición del tema.

4. La carga cognitiva, que se refiere al lenguaje no verbal que se manifiesta cuando estamos frente a frente con otras personas o con quien estamos dialogando. En las videoconferencias las y los participantes se tienen que esforzar más para entender ese tipo de comunicación.

Para atender estos 4 puntos, Jeremy Bailenson plantea reducir los encuadres que realiza la herramienta cuando se está participando; cuando sea posible cerrar la cámara unos minutos o alejarla para abrir la toma; levantarse del lugar donde se ubica la computadora, por mencionar los principales.

Asimismo, realiza la advertencia de que estas afirmaciones se basan en investigaciones académicas, por lo que deberán considerarse como argumentos y no como hallazgos científicos.

Y tú, ¿qué recomendaciones puedes compartirnos para evitar la “Fatiga de Zoom”? ¿Cómo te has adaptado al uso de ese tipo de herramientas tecnológicas? Te invito a dejar tu mensaje en mi página de Facebook David Villanueva Lomelí. Con los Hashtags #Puebla y #VívelaBien.

Como mencionó el emprendedor social y Premio Nobel de la Paz Muhammad Yunus: “La tecnología es importante, pero lo único que realmente importa es qué hacemos con ella.”

Facebook: David Villanueva Lomelí

www.davidvillanueva.mx