/ viernes 5 de junio de 2020

Fe y espiritualidad ante la pandemia

Ahora más que nunca, con la pandemia ha resurgido en nosotros la necesidad de DIOS. La pérdida de la salud y la muerte, dos constantes que han estado presentes a lo largo de estos días, nos han acercado a los linderos de la espiritualidad, ya sea por necesidad o por miedo; y la compasión, el remordimiento, la fe, la gratitud y la esperanza son las facetas de una espiritualidad innata que en estos tiempos aflora con mayor vigor, dadas las circunstancias y las iglesias cerradas.

¿Qué es lo que nos ayuda, inmersos en este caos de dolor, tragedia y aislamiento? ¿Qué nos da esperanza, ante tanta desinformación y cifras manipuladas? ¿Qué nos hace creer en una realidad alterada, en la que por un lado nos hablan de quedarnos en casa y por otro, abren industrias y comercios? La FE indudablemente, basada en la convicción de nuestra fortaleza interior y las medidas y cuidados que responsablemente hemos observado desde hace más de sesenta días.

Las autoridades solo están administrando las muertes y manejando estadísticas para sus fines, inclusive electorales. La cruda y descarnada realidad desmiente las cifras que oficialmente se manejan, y ya muchos hospitales empiezan a ser insuficientes para recibir enfermos contagiados del virus. Resulta evidente la carencia de insumos médicos en los hospitales públicos, y en algunas partes se ha recurrido a la solidaridad social.

La otra cara de la moneda es la gente que vive el día a día, que es la mayoría, y que no tiene más remedio que salir a trabajar para ganarse el sustento diario. Comercios, mercados, tianguis, vendedores de alimentos, camiones, taxis y combis han continuado sus actividades cotidianas, sin observar la llamada sana distancia y algunos apenas con cubre bocas, expuestos a todo y desafiando las restricciones sanitarias, a cambio de comer.

Los unos y los otros, los confinados y los expuestos, al final del camino nos tendremos que encontrar. Estamos hablando de que en la tercera semana de junio prácticamente se reiniciarán todas las actividades, y entonces coexistiremos todos nuevamente, y mientras no exista una vacuna o una cura el peligro seguirá latente sobre cada uno, prácticamente dejando todo a la suerte o en manos de DIOS, para los que en Él creemos.

Ante este escenario, ¿que nos queda? Indudablemente transitar por el camino espiritual, es decir transformarnos, redescubriendo nuestra dimensión más profunda, que nos lleve a un espacio de amor y de paz, en medio de este torbellino. Así como regresamos a nuestra casa y ahí encontramos el lugar más seguro, así tendremos que retornar a nuestro yo interior para descargar en ÉL, todos nuestros miedos y necesidades, y encontrar en su fuerza el valor y la fortaleza para afrontar la nueva realidad.

Einstein dijo alguna vez “la visión del mundo que creó la crisis no puede ser la misma que nos saque de la crisis”. Tenemos que cambiar necesariamente, no podemos volver a vivir como antes, con la misma lógica consumista, egoísta y especulativa. Este virus nos ha obligado a descubrir nuestra más profunda y auténtica naturaleza humana, lo mismo la buena que la mala; pero la FE nos ha llevado a sentir la unidad con DIOS, que nos ha transformado y nos ha hecho entender la unidad en todo y con todos en función del amor. ¿Y cuáles son las llaves para entrar a nuestro yo interno? La oración y la meditación, en una, le hablamos a DIOS, en la otra… lo escuchamos.

Gracias Puebla. Escúchame mañana a las 9 horas en mi programa “CONVERSACIONES”, en ABC Radio, 12.80 de AM. Y recuerda: “LO QUE CUESTA DINERO VALE POCO”

Ahora más que nunca, con la pandemia ha resurgido en nosotros la necesidad de DIOS. La pérdida de la salud y la muerte, dos constantes que han estado presentes a lo largo de estos días, nos han acercado a los linderos de la espiritualidad, ya sea por necesidad o por miedo; y la compasión, el remordimiento, la fe, la gratitud y la esperanza son las facetas de una espiritualidad innata que en estos tiempos aflora con mayor vigor, dadas las circunstancias y las iglesias cerradas.

¿Qué es lo que nos ayuda, inmersos en este caos de dolor, tragedia y aislamiento? ¿Qué nos da esperanza, ante tanta desinformación y cifras manipuladas? ¿Qué nos hace creer en una realidad alterada, en la que por un lado nos hablan de quedarnos en casa y por otro, abren industrias y comercios? La FE indudablemente, basada en la convicción de nuestra fortaleza interior y las medidas y cuidados que responsablemente hemos observado desde hace más de sesenta días.

Las autoridades solo están administrando las muertes y manejando estadísticas para sus fines, inclusive electorales. La cruda y descarnada realidad desmiente las cifras que oficialmente se manejan, y ya muchos hospitales empiezan a ser insuficientes para recibir enfermos contagiados del virus. Resulta evidente la carencia de insumos médicos en los hospitales públicos, y en algunas partes se ha recurrido a la solidaridad social.

La otra cara de la moneda es la gente que vive el día a día, que es la mayoría, y que no tiene más remedio que salir a trabajar para ganarse el sustento diario. Comercios, mercados, tianguis, vendedores de alimentos, camiones, taxis y combis han continuado sus actividades cotidianas, sin observar la llamada sana distancia y algunos apenas con cubre bocas, expuestos a todo y desafiando las restricciones sanitarias, a cambio de comer.

Los unos y los otros, los confinados y los expuestos, al final del camino nos tendremos que encontrar. Estamos hablando de que en la tercera semana de junio prácticamente se reiniciarán todas las actividades, y entonces coexistiremos todos nuevamente, y mientras no exista una vacuna o una cura el peligro seguirá latente sobre cada uno, prácticamente dejando todo a la suerte o en manos de DIOS, para los que en Él creemos.

Ante este escenario, ¿que nos queda? Indudablemente transitar por el camino espiritual, es decir transformarnos, redescubriendo nuestra dimensión más profunda, que nos lleve a un espacio de amor y de paz, en medio de este torbellino. Así como regresamos a nuestra casa y ahí encontramos el lugar más seguro, así tendremos que retornar a nuestro yo interior para descargar en ÉL, todos nuestros miedos y necesidades, y encontrar en su fuerza el valor y la fortaleza para afrontar la nueva realidad.

Einstein dijo alguna vez “la visión del mundo que creó la crisis no puede ser la misma que nos saque de la crisis”. Tenemos que cambiar necesariamente, no podemos volver a vivir como antes, con la misma lógica consumista, egoísta y especulativa. Este virus nos ha obligado a descubrir nuestra más profunda y auténtica naturaleza humana, lo mismo la buena que la mala; pero la FE nos ha llevado a sentir la unidad con DIOS, que nos ha transformado y nos ha hecho entender la unidad en todo y con todos en función del amor. ¿Y cuáles son las llaves para entrar a nuestro yo interno? La oración y la meditación, en una, le hablamos a DIOS, en la otra… lo escuchamos.

Gracias Puebla. Escúchame mañana a las 9 horas en mi programa “CONVERSACIONES”, en ABC Radio, 12.80 de AM. Y recuerda: “LO QUE CUESTA DINERO VALE POCO”