Desde 1856, cada 16 de julio, se lleva a cabo la celebración en honor a la Virgen del Carmen. En el parque que lleva el mismo nombre, se colocan puestos de antojitos poblanos a los que no podemos resistirnos.
Esta festividad es una de las más antiguas de nuestra ciudad. Durante la misma, se realiza una procesión por las calles en donde los devotos portan escapularios para representar la salvación de las almas.
Todo inició en 1548 cuando el Ayuntamiento proporcionó un terreno al regidor Hernando de Villanueva para que edificara un templo dedicado a Nuestra Señora de los Remedios.
En 1552 el regidor dejó el templo en manos de la comunidad de los sastres quienes, dos años después, se establecieron como una hermandad.
La orden de los Carmelitas Descalzos fue la última de su clase en llegar a Puebla, y el obispo Diego Romano, le cedió el templo de la Virgen de los Remedios y 3 terrenos más en donde construyeron su convento.
La fundación del convento fue el 26 de junio de 1586, sin embargo, fue hasta 1859 cuando la imagen de la Virgen de los Remedios, que estaba en el altar mayor, fue llevada a otro sitio y en su lugar se colocó la imagen de Nuestra Señora del Carmen.
La puerta de entrada está dividida en tres partes de abajo hacia arriba.
En la primera está el acceso al templo; en la segunda se encuentra la ventana del coro en la cual se puede apreciar una imagen de la Virgen de los Remedios; y la parte superior aloja un nicho en el que se encuentra la Virgen del Carmen sosteniendo al niño Jesús.
El interior del templo está decorado con azulejos de colores y pinturas que hacen referencia a los santos carmelitas.
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Como dijo el filósofo Lao-Tse: “Arquitectura no son cuatro paredes y un tejado; es el ordenamiento de los espacios y el espíritu que se genera dentro.”
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