/ domingo 22 de agosto de 2021

Filosofía en tiempos complejos

En otras columnas he abordado temas relacionados con la filosofía y la forma en la que podemos retomarla para nuestra vida diaria. En esta oportunidad quiero plantear la relevancia que ella tiene como un elemento que nos permite reflexionar y construir acuerdos como sociedad.

Para ello, retomo lo que señala el filósofo y profesor de la Universidad de Harvard, Michael Sandel, sobre este tema en particular, en el sentido que la filosofía es más que una cuestión puramente académica. Sostiene que debe estar presente tanto en las aulas, como en la vida cívica, donde los ciudadanos debaten grandes cuestiones, como la justicia y lo que significa ser un ciudadano.

Asimismo, identifica que hay un gran interés, entre el público en general y los jóvenes en particular, de participar en un debate público coherente sobre las grandes cuestiones que nos preocupan. Cuestiones como ¿qué hacer con la creciente desigualdad?, cuestiones como el nacionalismo, la comunidad y la pertenencia, cuestiones sobre ¿qué nos debemos unos a otros como ciudadanos?

El filósofo Sandel plantea que, la filosofía nos insta a reflexionar de forma crítica sobre nuestras propias creencias y convicciones. Y nosotros, como seres humanos, somos así, intentamos descubrir cuáles son nuestras propias creencias. La filosofía examina las premisas fundamentales sobre el bien y el mal, sobre lo que es justo o injusto, sobre lo que significa vivir bien.

En este mismo sentido, afirma que su visión para la educación, especialmente para la educación cívica, consiste en hacer que la educación superior sea un bien público, no solo un privilegio privado. Que esté disponible gratuitamente, en Internet, para profesores, estudiantes y ciudadanos de cualquier parte que quieran aprovecharlo.

Además de eso, plantea, que en la actualidad es necesario crear una educación cívica adecuada a una era global; ya que la educación cívica tradicional se circunscribe a las fronteras nacionales. Se aprende sobre la bandera del país, sobre su sistema de gobierno y puede que su historia política. Lo que le falta a ese tipo de educación cívica son dos cosas: Una es que se circunscribe a las fronteras nacionales, no es realmente global. La otra cosa que falta es que no capacita a las y los jóvenes para razonar o para discutir juntos o para debatir como ciudadanos de una manera activa.

También hace mención que, con frecuencia pensamos que la educación cívica solo significa enseñar a los alumnos el funcionamiento básico del gobierno, y sobre su historia política, y cuáles son los partidos políticos y las ramas del gobierno. No obstante, para que la sociedad evolucione se tiene que capacitar a los estudiantes para pensar críticamente sobre las políticas públicas, sobre las leyes y sobre el debate político, así como el arte de escuchar, que es una habilidad cívica muy importante.

El filósofo Michael Sandel plantea que una manera saludable de criar a los hijos sería exponer a los niños a todas las oportunidades que puedan atraer su atención, su pasión, su curiosidad y luego tratar de seguirles para ver qué es lo que realmente les intriga e inspira, y animarles, presentarles las oportunidades, pero protegiéndoles un poco de las intensas presiones de una sociedad impulsada por el mercado que no tiene reparos en convertir a los jóvenes en instrumentos de una lucha competitiva y “meritocrática”.

Finalmente, el especialista nos comparte unas preguntas que vale la pena reflexionar: ¿Qué significa vivir bien y hasta qué punto vivir bien requiere que aprendamos a preocuparnos no solo por nosotros mismos y por los miembros de nuestra familia, sino también por las comunidades más amplias en las que habitamos? En otras palabras, ¿cuál es la relación entre vivir bien y vivir en una sociedad justa?

Y tú, ¿qué reflexiones nos puedes compartir sobre filosofía en tiempos complejos? Te invito a dejar tu mensaje en mi página de Facebook David Villanueva Lomelí. Con los Hashtags #Puebla y #VívelaBien.

Como señaló el José Ortega y Gasset: “Sorprenderse, extrañarse, es comenzar a entender.”

Facebook: David Villanueva Lomelí

www.davidvillanueva.mx

En otras columnas he abordado temas relacionados con la filosofía y la forma en la que podemos retomarla para nuestra vida diaria. En esta oportunidad quiero plantear la relevancia que ella tiene como un elemento que nos permite reflexionar y construir acuerdos como sociedad.

Para ello, retomo lo que señala el filósofo y profesor de la Universidad de Harvard, Michael Sandel, sobre este tema en particular, en el sentido que la filosofía es más que una cuestión puramente académica. Sostiene que debe estar presente tanto en las aulas, como en la vida cívica, donde los ciudadanos debaten grandes cuestiones, como la justicia y lo que significa ser un ciudadano.

Asimismo, identifica que hay un gran interés, entre el público en general y los jóvenes en particular, de participar en un debate público coherente sobre las grandes cuestiones que nos preocupan. Cuestiones como ¿qué hacer con la creciente desigualdad?, cuestiones como el nacionalismo, la comunidad y la pertenencia, cuestiones sobre ¿qué nos debemos unos a otros como ciudadanos?

El filósofo Sandel plantea que, la filosofía nos insta a reflexionar de forma crítica sobre nuestras propias creencias y convicciones. Y nosotros, como seres humanos, somos así, intentamos descubrir cuáles son nuestras propias creencias. La filosofía examina las premisas fundamentales sobre el bien y el mal, sobre lo que es justo o injusto, sobre lo que significa vivir bien.

En este mismo sentido, afirma que su visión para la educación, especialmente para la educación cívica, consiste en hacer que la educación superior sea un bien público, no solo un privilegio privado. Que esté disponible gratuitamente, en Internet, para profesores, estudiantes y ciudadanos de cualquier parte que quieran aprovecharlo.

Además de eso, plantea, que en la actualidad es necesario crear una educación cívica adecuada a una era global; ya que la educación cívica tradicional se circunscribe a las fronteras nacionales. Se aprende sobre la bandera del país, sobre su sistema de gobierno y puede que su historia política. Lo que le falta a ese tipo de educación cívica son dos cosas: Una es que se circunscribe a las fronteras nacionales, no es realmente global. La otra cosa que falta es que no capacita a las y los jóvenes para razonar o para discutir juntos o para debatir como ciudadanos de una manera activa.

También hace mención que, con frecuencia pensamos que la educación cívica solo significa enseñar a los alumnos el funcionamiento básico del gobierno, y sobre su historia política, y cuáles son los partidos políticos y las ramas del gobierno. No obstante, para que la sociedad evolucione se tiene que capacitar a los estudiantes para pensar críticamente sobre las políticas públicas, sobre las leyes y sobre el debate político, así como el arte de escuchar, que es una habilidad cívica muy importante.

El filósofo Michael Sandel plantea que una manera saludable de criar a los hijos sería exponer a los niños a todas las oportunidades que puedan atraer su atención, su pasión, su curiosidad y luego tratar de seguirles para ver qué es lo que realmente les intriga e inspira, y animarles, presentarles las oportunidades, pero protegiéndoles un poco de las intensas presiones de una sociedad impulsada por el mercado que no tiene reparos en convertir a los jóvenes en instrumentos de una lucha competitiva y “meritocrática”.

Finalmente, el especialista nos comparte unas preguntas que vale la pena reflexionar: ¿Qué significa vivir bien y hasta qué punto vivir bien requiere que aprendamos a preocuparnos no solo por nosotros mismos y por los miembros de nuestra familia, sino también por las comunidades más amplias en las que habitamos? En otras palabras, ¿cuál es la relación entre vivir bien y vivir en una sociedad justa?

Y tú, ¿qué reflexiones nos puedes compartir sobre filosofía en tiempos complejos? Te invito a dejar tu mensaje en mi página de Facebook David Villanueva Lomelí. Con los Hashtags #Puebla y #VívelaBien.

Como señaló el José Ortega y Gasset: “Sorprenderse, extrañarse, es comenzar a entender.”

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