/ domingo 20 de octubre de 2019

Formas de Ideologizar

“En el fondo, la ideología tiene un poder de persuasión indiscutible. El discurso ideológico amenaza anestesiar nuestra mente, confundir la curiosidad, distorsionar la percepción de los hechos, de las cosas, de los acontecimientos.”

PAULO FREIRE


En la búsqueda de la verdad todos creemos tener la razón. Por eso tantas filosofías, ideologías, pensamientos adoctrinamientos, religiones, conductas sociales.

En la vivencia cotidiana, como cada persona tiene su propia visión, esa es su verdad porque eso es lo vive. Y cuando esa verdad coincide con situaciones similares a las de otros se hace una verdad colectiva.

En ese sentido se constituyen, por ejemplo, partidos políticos, sociedades, asociaciones, organismos, grupos, colegios, centros, gremios, colectivos que buscan intereses comunes, su beneficio y satisfacción.

Sucede la conexión con el otro en tanto -en lo general- éste piense como aquel; generándose una cuasi empatía. A la larga esto tiende a estropearse cuando la conexión fraternal se pierde. Por lo regular la raíz obedece a que brota otra posición. Asoma el cambio de intereses, no necesariamente del interés común, sino que emerge el verdadero interés; el enfoque subyacente o individualismo.

Para mantener el interés común se sostiene el factor referencial, que es sostener como cierto lo que le interesa al otro, de tal manera se trabaja en ese objetivo para producir la conquista de su mente. Esto es lo que se llama ideologización.

Se labra la piedra hasta hacer un hoyo. Muchas veces cuesta varios años, pero se sigue el trabajo; más cuando se dan las condiciones objetivas y subjetivas, como decía Lenin. Pues, quién con dolor no aceptaría medicina, aunque después surjan otros atenuantes. Hay quienes prefieren que le duela el estómago antes que el corazón. Aceptan lo menos malo con la esperanza de vivir mejor.

Una vez agrupados en el mismo canal, llega la otra fase; la formación mediante círculos de estudios donde se auto validan y secundan porque leen los mismos libros, reciben la misma información, se comunican entre sí; sociológicamente se entienden.

La forma simple es decir que se enamoran y como es normal entre enamorados se cuentan sus penas, dolores, carencias, proyectos, propósitos para justificar sus acciones. Así es en los grupos de formación religiosa, cultural, política, social, clubes cívicos.

De esta manera, se entra con todo a conquistar los pensamientos a partir de las necesidades. Por supuesto que en esta misión no se pierde el discurso popular, por el contrario, mientras más se pueden sostener públicamente los discursos abrazadores se masifica la postura, generando más adeptos de forma sistemática. Asimismo, validan sus posturas o sus creencias.

Las creencias son -precisamente- el cimiento sustancial que alimenta la verdad que sostienen. Verdades que cuando se confrontan con otras se generan las posturas radicales (la que defiende un criterio por encima de cualquier circunstancia), o la postura advenediza (la que se defiende por relación empática, por tradición o por costumbre).

En ambos casos unos y otros defienden lo que creen. Y esto, muchas veces, sino de forma regular, los lleva a considerar, además de sus creencias, que quien no profesa lo que ellos creen, los demás son una partida de ignorantes, tontos, estúpidos. Convencidos piensan de quienes los adversan que no merecen nada y los marginan, “es que no se dan cuenta que están mal”; incluso los agreden. Así nace la cultura del odio. ¿Le suena?

Sin demeritar que ha habido y hay mucha gente noble, sana, de sentimientos altruistas.


*Consultor y Asesor en Comunicación Política y Organizacional; jdelrsf@gmail.com; twiter: @jdelrsf

“En el fondo, la ideología tiene un poder de persuasión indiscutible. El discurso ideológico amenaza anestesiar nuestra mente, confundir la curiosidad, distorsionar la percepción de los hechos, de las cosas, de los acontecimientos.”

PAULO FREIRE


En la búsqueda de la verdad todos creemos tener la razón. Por eso tantas filosofías, ideologías, pensamientos adoctrinamientos, religiones, conductas sociales.

En la vivencia cotidiana, como cada persona tiene su propia visión, esa es su verdad porque eso es lo vive. Y cuando esa verdad coincide con situaciones similares a las de otros se hace una verdad colectiva.

En ese sentido se constituyen, por ejemplo, partidos políticos, sociedades, asociaciones, organismos, grupos, colegios, centros, gremios, colectivos que buscan intereses comunes, su beneficio y satisfacción.

Sucede la conexión con el otro en tanto -en lo general- éste piense como aquel; generándose una cuasi empatía. A la larga esto tiende a estropearse cuando la conexión fraternal se pierde. Por lo regular la raíz obedece a que brota otra posición. Asoma el cambio de intereses, no necesariamente del interés común, sino que emerge el verdadero interés; el enfoque subyacente o individualismo.

Para mantener el interés común se sostiene el factor referencial, que es sostener como cierto lo que le interesa al otro, de tal manera se trabaja en ese objetivo para producir la conquista de su mente. Esto es lo que se llama ideologización.

Se labra la piedra hasta hacer un hoyo. Muchas veces cuesta varios años, pero se sigue el trabajo; más cuando se dan las condiciones objetivas y subjetivas, como decía Lenin. Pues, quién con dolor no aceptaría medicina, aunque después surjan otros atenuantes. Hay quienes prefieren que le duela el estómago antes que el corazón. Aceptan lo menos malo con la esperanza de vivir mejor.

Una vez agrupados en el mismo canal, llega la otra fase; la formación mediante círculos de estudios donde se auto validan y secundan porque leen los mismos libros, reciben la misma información, se comunican entre sí; sociológicamente se entienden.

La forma simple es decir que se enamoran y como es normal entre enamorados se cuentan sus penas, dolores, carencias, proyectos, propósitos para justificar sus acciones. Así es en los grupos de formación religiosa, cultural, política, social, clubes cívicos.

De esta manera, se entra con todo a conquistar los pensamientos a partir de las necesidades. Por supuesto que en esta misión no se pierde el discurso popular, por el contrario, mientras más se pueden sostener públicamente los discursos abrazadores se masifica la postura, generando más adeptos de forma sistemática. Asimismo, validan sus posturas o sus creencias.

Las creencias son -precisamente- el cimiento sustancial que alimenta la verdad que sostienen. Verdades que cuando se confrontan con otras se generan las posturas radicales (la que defiende un criterio por encima de cualquier circunstancia), o la postura advenediza (la que se defiende por relación empática, por tradición o por costumbre).

En ambos casos unos y otros defienden lo que creen. Y esto, muchas veces, sino de forma regular, los lleva a considerar, además de sus creencias, que quien no profesa lo que ellos creen, los demás son una partida de ignorantes, tontos, estúpidos. Convencidos piensan de quienes los adversan que no merecen nada y los marginan, “es que no se dan cuenta que están mal”; incluso los agreden. Así nace la cultura del odio. ¿Le suena?

Sin demeritar que ha habido y hay mucha gente noble, sana, de sentimientos altruistas.


*Consultor y Asesor en Comunicación Política y Organizacional; jdelrsf@gmail.com; twiter: @jdelrsf