/ sábado 20 de noviembre de 2021

Francisco Madero: ¿El más grande traidor?

Pensemos en una mujer lisiada por su ex marido, vieja, pobre, con varios hijos qué mantener, pero quien venera el retrato de aquel que la golpeaba constantemente. Del mismo modo se encuentra nuestro país, rindiendo honores a quien destruyó, en complicidad con otra nación y personas, la posibilidad real de que México fuera una potencia.

Como siempre lo he mencionado, hablar de buenos y malos es muy complejo en la historia patria, debido a la centenaria división que existe hasta nuestros días. Desde hace mucho tenemos varios Méxicos y desgraciadamente así seguirá siendo.

Pese a lo anterior, hay que analizar los momentos en que hubo la posibilidad de crear un país mejor para la mayoría.

Cuando en nuestro país se piensa en traidores, seguramente habrá una referencia para la Malinche, los tlaxcaltecas o Santa Anna, reproches que creo son infundados, pero considero que si hay a quien atribuirle una gran culpa es a Madero.

Pensemos en el contexto de 1910, México había tenido paz social y un desarrollo económico que no se veía desde un siglo atrás, a la gente no le importaba la democracia, como quizá no le importe hoy, así que la llamada “pax porfiriana” resultaba atractiva. Desde luego que hubo autoritarismos criticables, pero nada diferentes a los que hemos visto recientemente, como los cometidos por el fallecido moreno Valle; también acaecieron asesinatos, como los que han realizado cotidianamente algún gobernante por una ambición política, así que no hay que ver con asombro o gran repulsión lo que sucedía en esos días.

Dice un aforismo: la Conquista la hicieron los indígenas, la Independencia los españoles y la Revolución los Estados Unidos, texto que luce paradójico pero no es más que la verdad. Recordemos que al estabilizarse nuestra nación y crecer como nunca antes, se convertía en una seria amenaza para la hegemonía que pretendía establecer nuestro vecino del norte. No olvidemos que, en ese entonces, la Unión Americana no era colosalmente superior a nuestra patria como sucede hoy, es por eso que tuvo que fraguarse un plan para evitar ese posible despunte.

Así como Washington intervino para imponer a Pinochet en Chile; o para derrocar a Noriega en Panamá, del mismo modo orquestó todo una maniobra para derrocar a Porfirio Díaz. El Plan de San Luis, emblema de Madero, fue redactado al norte del Rio Bravo. No es casualidad que la fronteriza Ciudad Juárez fuera la primera en ser tomada por los rebeldes a don Porfirio. Francisco Madero contó con el aval de los norteamericanos y empezó una lucha con la bandera de la no reelección.

Decía el general Bernardo Reyes que el único pecado de Díaz fue envejecer, quizá esa condición octogenaria no le permitió defender su gobierno y renunció a la presidencia en mayo de 1911, no sin antes decir la profética frase: Madero ha soltado al tigre, veamos si lo puede controlar.

Efectivamente la inexperiencia, superstición o falta de oficio político del coahuilense lo llevaron a cometer diversos errores, el más grave fue haber conservado las estructuras que tanto criticó, por lo cual diversos líderes revolucionarios se manifestaron en su contra.

Al final fue víctima de un complot: el embajador norteamericano, Victoriano Huerta y Félix Díaz derrocaron violentamente al también conocido como el Apóstol de la Democracia.

Los resultados de esa guerra civil fueron: un millón de muertos, la destrucción de la infraestructura productiva, el endeudamiento y la dependencia a EU, sin embargo, el partido surgido de esa lucha (PRI) legitimó el movimiento mediante la historia oficial y múltiples expresiones, como las películas alusivas de la Época de Oro.

Ahora que ese instituto político parece agonizar, el mito de la Revolución debe desaparecer y dar lugar a una reflexión profunda y contundente de que los estallidos sociales nunca han sido benéficos para el país, además de que Madero dista mucho de ser un constructor de algo bueno, más bien creo que es el personaje más nefasto y que ha hecho más daño, quizá sin intención, a la conformación de un verdadero proyecto de nación. Hasta la próxima.


Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.


Pensemos en una mujer lisiada por su ex marido, vieja, pobre, con varios hijos qué mantener, pero quien venera el retrato de aquel que la golpeaba constantemente. Del mismo modo se encuentra nuestro país, rindiendo honores a quien destruyó, en complicidad con otra nación y personas, la posibilidad real de que México fuera una potencia.

Como siempre lo he mencionado, hablar de buenos y malos es muy complejo en la historia patria, debido a la centenaria división que existe hasta nuestros días. Desde hace mucho tenemos varios Méxicos y desgraciadamente así seguirá siendo.

Pese a lo anterior, hay que analizar los momentos en que hubo la posibilidad de crear un país mejor para la mayoría.

Cuando en nuestro país se piensa en traidores, seguramente habrá una referencia para la Malinche, los tlaxcaltecas o Santa Anna, reproches que creo son infundados, pero considero que si hay a quien atribuirle una gran culpa es a Madero.

Pensemos en el contexto de 1910, México había tenido paz social y un desarrollo económico que no se veía desde un siglo atrás, a la gente no le importaba la democracia, como quizá no le importe hoy, así que la llamada “pax porfiriana” resultaba atractiva. Desde luego que hubo autoritarismos criticables, pero nada diferentes a los que hemos visto recientemente, como los cometidos por el fallecido moreno Valle; también acaecieron asesinatos, como los que han realizado cotidianamente algún gobernante por una ambición política, así que no hay que ver con asombro o gran repulsión lo que sucedía en esos días.

Dice un aforismo: la Conquista la hicieron los indígenas, la Independencia los españoles y la Revolución los Estados Unidos, texto que luce paradójico pero no es más que la verdad. Recordemos que al estabilizarse nuestra nación y crecer como nunca antes, se convertía en una seria amenaza para la hegemonía que pretendía establecer nuestro vecino del norte. No olvidemos que, en ese entonces, la Unión Americana no era colosalmente superior a nuestra patria como sucede hoy, es por eso que tuvo que fraguarse un plan para evitar ese posible despunte.

Así como Washington intervino para imponer a Pinochet en Chile; o para derrocar a Noriega en Panamá, del mismo modo orquestó todo una maniobra para derrocar a Porfirio Díaz. El Plan de San Luis, emblema de Madero, fue redactado al norte del Rio Bravo. No es casualidad que la fronteriza Ciudad Juárez fuera la primera en ser tomada por los rebeldes a don Porfirio. Francisco Madero contó con el aval de los norteamericanos y empezó una lucha con la bandera de la no reelección.

Decía el general Bernardo Reyes que el único pecado de Díaz fue envejecer, quizá esa condición octogenaria no le permitió defender su gobierno y renunció a la presidencia en mayo de 1911, no sin antes decir la profética frase: Madero ha soltado al tigre, veamos si lo puede controlar.

Efectivamente la inexperiencia, superstición o falta de oficio político del coahuilense lo llevaron a cometer diversos errores, el más grave fue haber conservado las estructuras que tanto criticó, por lo cual diversos líderes revolucionarios se manifestaron en su contra.

Al final fue víctima de un complot: el embajador norteamericano, Victoriano Huerta y Félix Díaz derrocaron violentamente al también conocido como el Apóstol de la Democracia.

Los resultados de esa guerra civil fueron: un millón de muertos, la destrucción de la infraestructura productiva, el endeudamiento y la dependencia a EU, sin embargo, el partido surgido de esa lucha (PRI) legitimó el movimiento mediante la historia oficial y múltiples expresiones, como las películas alusivas de la Época de Oro.

Ahora que ese instituto político parece agonizar, el mito de la Revolución debe desaparecer y dar lugar a una reflexión profunda y contundente de que los estallidos sociales nunca han sido benéficos para el país, además de que Madero dista mucho de ser un constructor de algo bueno, más bien creo que es el personaje más nefasto y que ha hecho más daño, quizá sin intención, a la conformación de un verdadero proyecto de nación. Hasta la próxima.


Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.