/ miércoles 16 de junio de 2021

Garmendia va a atrincherarse en Morena

El descarte de Edgar Garmendia de los Santos como diputado local en la próxima legislatura podría merecer una exclamación de gusto por parte del gobernador del estado, Miguel Barbosa Huerta, que de esta manera restará un obstáculo a sus esfuerzos de interlocución con el Congreso, pero las repercusiones del movimiento fallido por parte del líder morenista pueden complicar otros planes.

Si Garmendia no llega al inmueble de la 5 Poniente para despachar como diputado, no estará obligado a dejar el cargo de secretario general, con funciones de presidente, que ocupa en la actualidad en Morena, lo que frenará las aspiraciones de Gabriel Biestro de convertirse en dirigente estatal para tomar las riendas del partido en el futuro inmediato.

El punto es que este acontecimiento podría no nada más perjudicar a Biestro, sino a cualquier otro militante del partido presidencial que vaya con la encomienda del mandatario para hacerse del control de ese instituto político, como, por citar otro ejemplo, Mario Bracamonte González.

Las reglas que impiden la sobrerrepresentación en el Congreso del Estado y que ponen como tope la existencia de 16 legisladores por fracción partidista han dejado fuera a Tonantzin Fernández y Edgar Garmendia, quienes ocuparon las posiciones tres y cuatro en la lista de candidatos plurinominales de Morena.

Debido a que el partido guinda ganó 14 diputaciones por el concepto de mayoría relativa, en las urnas pues, solo puede aspirar a dos posiciones adicionales por la vía de la representación proporcional.

Esas dos diputaciones serán para Daniel Mier Bañuelos y Carlos Evangelista Aniceto.

El hecho es un descalabro para Garmendia, que se quedará sin una posición que le permitiría no solo seguir vigente en la escena política estatal, sino brincar de la esfera partidista al servicio público a través de un cargo de representación popular, algo que han anhelado los militantes de Morena desde que dejaron el movimiento para constituirse como partido.

Con la diputación en la bolsa, Garmendia habría visto premiada su lealtad a los intereses del Comité Ejecutivo Nacional del partido, que no pocas veces fueron distintos a los del gobernador, y conseguiría un escudo frente a posibles represalias de sus rivales.

Sin ese paraguas, es fácil prever que intentará quedarse en el cargo de dirigente partidista que ostenta para sobrevivir.

Eso es lo que pondrá en aprietos a Biestro, a Bracamonte, a cualquier otro barbosista e incluso a Claudia Rivera Vivanco, que tras la sacudida que le ha dejado la derrota electoral volteó a ver la presidencia de Morena, con el ánimo apresurado de quien busca un salvavidas para evitar el ahogamiento.

Garmendia va a atrincherarse en el partido y tendrá que ser la dirigencia nacional, a cargo de Mario Delgado Carrillo, la que decida si opta por entregarle el volante de conducción a Miguel Barbosa, con un nuevo dirigente, o lo deja en manos de sus rivales, para mantener ciertos contrapesos.

Twitter: @jorgerdzc

El descarte de Edgar Garmendia de los Santos como diputado local en la próxima legislatura podría merecer una exclamación de gusto por parte del gobernador del estado, Miguel Barbosa Huerta, que de esta manera restará un obstáculo a sus esfuerzos de interlocución con el Congreso, pero las repercusiones del movimiento fallido por parte del líder morenista pueden complicar otros planes.

Si Garmendia no llega al inmueble de la 5 Poniente para despachar como diputado, no estará obligado a dejar el cargo de secretario general, con funciones de presidente, que ocupa en la actualidad en Morena, lo que frenará las aspiraciones de Gabriel Biestro de convertirse en dirigente estatal para tomar las riendas del partido en el futuro inmediato.

El punto es que este acontecimiento podría no nada más perjudicar a Biestro, sino a cualquier otro militante del partido presidencial que vaya con la encomienda del mandatario para hacerse del control de ese instituto político, como, por citar otro ejemplo, Mario Bracamonte González.

Las reglas que impiden la sobrerrepresentación en el Congreso del Estado y que ponen como tope la existencia de 16 legisladores por fracción partidista han dejado fuera a Tonantzin Fernández y Edgar Garmendia, quienes ocuparon las posiciones tres y cuatro en la lista de candidatos plurinominales de Morena.

Debido a que el partido guinda ganó 14 diputaciones por el concepto de mayoría relativa, en las urnas pues, solo puede aspirar a dos posiciones adicionales por la vía de la representación proporcional.

Esas dos diputaciones serán para Daniel Mier Bañuelos y Carlos Evangelista Aniceto.

El hecho es un descalabro para Garmendia, que se quedará sin una posición que le permitiría no solo seguir vigente en la escena política estatal, sino brincar de la esfera partidista al servicio público a través de un cargo de representación popular, algo que han anhelado los militantes de Morena desde que dejaron el movimiento para constituirse como partido.

Con la diputación en la bolsa, Garmendia habría visto premiada su lealtad a los intereses del Comité Ejecutivo Nacional del partido, que no pocas veces fueron distintos a los del gobernador, y conseguiría un escudo frente a posibles represalias de sus rivales.

Sin ese paraguas, es fácil prever que intentará quedarse en el cargo de dirigente partidista que ostenta para sobrevivir.

Eso es lo que pondrá en aprietos a Biestro, a Bracamonte, a cualquier otro barbosista e incluso a Claudia Rivera Vivanco, que tras la sacudida que le ha dejado la derrota electoral volteó a ver la presidencia de Morena, con el ánimo apresurado de quien busca un salvavidas para evitar el ahogamiento.

Garmendia va a atrincherarse en el partido y tendrá que ser la dirigencia nacional, a cargo de Mario Delgado Carrillo, la que decida si opta por entregarle el volante de conducción a Miguel Barbosa, con un nuevo dirigente, o lo deja en manos de sus rivales, para mantener ciertos contrapesos.

Twitter: @jorgerdzc