/ martes 2 de julio de 2019

GN: ahora o nunca

Vivimos ahora con miedos que no conocíamos.

Cada vez resulta más riesgoso andar por las calles, conducir un auto, salir por las noches o transitar por carreteras.

No hay día que no ocurra un hecho delictivo que deje de provocarnos asombro, terror incluso.

Sabemos a diario de un familiar, de un amigo, vecino o conocido que ha sido presa, víctima de algún suceso criminal.

Pareciera que esa sombra delictiva nos persigue, que cada vez está más cerca.

Es por eso que mucho más allá de filias y fobias, de discursos festivos, de celebraciones o de incluso de marchas de protesta, hoy la mayor expectativa del ciudadano común es que se haga algo, pronto y bien, para frenar los altos índices de delincuencia e impunidad que prevalecen hoy en el país.

Y es justo en ese contexto que dan inicio las operaciones formales de la Guardia Nacional.

Lo hace, en medio de una expectativa enorme.

En la ceremonia de arranque del pasado domingo, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha dicho a los nuevos integrantes de la GN, que de su trabajo “dependerá mucho” llevar a cabo la prometida Cuarta Transformación del país.

Y no exagera.

En su propio diagnóstico asume que en contraste con los adelantos en otros ámbitos, en materia de seguridad “no podemos decir que se ha avanzado”.

El mandatario reconoce la prevalencia de la inseguridad y la violencia.

Las cifras no dejan mentir: el incremento en el índice delictivo es de 12.37 por ciento en los primeros cinco meses del año, y la tendencia de denuncia de más de 160 mil ilícitos en junio, el más alto en la historia del país.

La apuesta del Ejecutivo es la de ahora o nunca, con una estrategia integral que incluye acciones para desterrar la corrupción, promover el empleo, mejorar la salud, la educación y los servicios, ampliar la seguridad social y restaurar el tejido colectivo.

Estos desafíos provienen de la convicción de que la violencia se arraigó en el país y el pueblo estaba en estado de indefensión “porque se dejaron de atender las causas”, además que no había una política de seguridad.

AMLO ha pedido a todos los miembros de la GN “que actúen con honradez, con honestidad, que piensen que es mejor heredar a los hijos pobreza que deshonra”.

Y en ese sentido, los ha instruido a conducirse con disciplina y profesionalismo, y sin violar los derechos humanos. “No se trata de avasallar, de masacrar, de reprimir al pueblo”.

Lo que debe hacerse, dijo, es actuar con legalidad, respetando el derecho al debido proceso y aplicando los principios del uso estrictamente necesario y proporcional de la fuerza.

A su vez, el Secretario de Seguridad Pública del gobierno federal, Alfonso Durazo, sabe el tamaño del reto que significa pacificar al país.

Optimista, a los nuevos policías les recordó que “millones de mexicanos tenemos puestas en ustedes la esperanza de vivir en paz, están llamados a hacer época, a despertar admiración y reconocimiento social. A partir de ahora, serán motivo de tranquilidad y paz para todo un país”.

A su juicio, en las pasadas administraciones dejaron el país en medio de un “sálvese quien pueda”. “La inseguridad se dejó avanzar a niveles de emergencia y heredamos instituciones insuficientes, impregnadas de inseguridad”.

Y dijo algo que removió conciencias: “las nuevas generaciones de mexicanos no saben lo que es la paz”.

Tampoco exagera.

Por todo esto es que no podemos más que confiar en este nuevo esfuerzo institucional cuyo diseño no tiene precedente, si bien como lo expresó el comandante de esta nueva corporación, Luis Rodríguez Bucio, “se debe tener una prudente administración de las expectativas a corto plazo”.

Aun así, destacó, “habremos de contribuir de manera decisiva para que la sociedad vea cumplido su más grande anhelo de vivir en un país con paz y seguridad”.

Así sea.

Vivimos ahora con miedos que no conocíamos.

Cada vez resulta más riesgoso andar por las calles, conducir un auto, salir por las noches o transitar por carreteras.

No hay día que no ocurra un hecho delictivo que deje de provocarnos asombro, terror incluso.

Sabemos a diario de un familiar, de un amigo, vecino o conocido que ha sido presa, víctima de algún suceso criminal.

Pareciera que esa sombra delictiva nos persigue, que cada vez está más cerca.

Es por eso que mucho más allá de filias y fobias, de discursos festivos, de celebraciones o de incluso de marchas de protesta, hoy la mayor expectativa del ciudadano común es que se haga algo, pronto y bien, para frenar los altos índices de delincuencia e impunidad que prevalecen hoy en el país.

Y es justo en ese contexto que dan inicio las operaciones formales de la Guardia Nacional.

Lo hace, en medio de una expectativa enorme.

En la ceremonia de arranque del pasado domingo, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha dicho a los nuevos integrantes de la GN, que de su trabajo “dependerá mucho” llevar a cabo la prometida Cuarta Transformación del país.

Y no exagera.

En su propio diagnóstico asume que en contraste con los adelantos en otros ámbitos, en materia de seguridad “no podemos decir que se ha avanzado”.

El mandatario reconoce la prevalencia de la inseguridad y la violencia.

Las cifras no dejan mentir: el incremento en el índice delictivo es de 12.37 por ciento en los primeros cinco meses del año, y la tendencia de denuncia de más de 160 mil ilícitos en junio, el más alto en la historia del país.

La apuesta del Ejecutivo es la de ahora o nunca, con una estrategia integral que incluye acciones para desterrar la corrupción, promover el empleo, mejorar la salud, la educación y los servicios, ampliar la seguridad social y restaurar el tejido colectivo.

Estos desafíos provienen de la convicción de que la violencia se arraigó en el país y el pueblo estaba en estado de indefensión “porque se dejaron de atender las causas”, además que no había una política de seguridad.

AMLO ha pedido a todos los miembros de la GN “que actúen con honradez, con honestidad, que piensen que es mejor heredar a los hijos pobreza que deshonra”.

Y en ese sentido, los ha instruido a conducirse con disciplina y profesionalismo, y sin violar los derechos humanos. “No se trata de avasallar, de masacrar, de reprimir al pueblo”.

Lo que debe hacerse, dijo, es actuar con legalidad, respetando el derecho al debido proceso y aplicando los principios del uso estrictamente necesario y proporcional de la fuerza.

A su vez, el Secretario de Seguridad Pública del gobierno federal, Alfonso Durazo, sabe el tamaño del reto que significa pacificar al país.

Optimista, a los nuevos policías les recordó que “millones de mexicanos tenemos puestas en ustedes la esperanza de vivir en paz, están llamados a hacer época, a despertar admiración y reconocimiento social. A partir de ahora, serán motivo de tranquilidad y paz para todo un país”.

A su juicio, en las pasadas administraciones dejaron el país en medio de un “sálvese quien pueda”. “La inseguridad se dejó avanzar a niveles de emergencia y heredamos instituciones insuficientes, impregnadas de inseguridad”.

Y dijo algo que removió conciencias: “las nuevas generaciones de mexicanos no saben lo que es la paz”.

Tampoco exagera.

Por todo esto es que no podemos más que confiar en este nuevo esfuerzo institucional cuyo diseño no tiene precedente, si bien como lo expresó el comandante de esta nueva corporación, Luis Rodríguez Bucio, “se debe tener una prudente administración de las expectativas a corto plazo”.

Aun así, destacó, “habremos de contribuir de manera decisiva para que la sociedad vea cumplido su más grande anhelo de vivir en un país con paz y seguridad”.

Así sea.