/ sábado 28 de noviembre de 2020

Guadalupana, brindis y navidad pueden crear un diciembre mortal

La vacuna para el covid-19 se ve cerca y la pandemia no ha tenido un temido gran repunte, situación que genera una peligrosa confianza, esto se suma a las festividades de fin de año que aglomeran a una población que está cansada y estresada, dando lugar a una circunstancialidad muy riesgosa que debemos prevenir.

La otra semana inicia el último mes de este año que ha resultado calamitoso para todo el planeta, situación que ha pegado más en nuestro país por los habituales y añejos problemas que se recrudecieron con el nuevo virus.

Es cierto que el semáforo bajó en la mayoría de las entidades y que la actividad económica está en un proceso de recuperación que resulta necesario.

Este mes resultará crucial debido al posible inicio de la vacunación, pero esto no significa que las cosas mejoren automáticamente, debemos recordar que esto será el inicio de todo un proceso que llevará meses y que no implica el fin del padecimiento, por otro lado, tenemos fechas que tradicionalmente congregan a los ciudadanos.

El espacio en el calendario más peligroso para el país será indudablemente el 12 de diciembre, por cierto, día bastante interesante porque muchos de los que quieren irse a hincar son los mismos que repudian a España, pero eso no es lo malo. En primer lugar afirmo que no quisiera hablar de las profundas contradicciones, como la señalada, pero en la medida que descubramos un poco la verdad, guardando el debido respeto a la fe, podremos vivir una religiosidad más sana. Más allá de que el retablo de la Guadalupana sea una creación humana, hecho ratificado hasta por un ex abad de la basílica, hay que reconocer el fervor que provoca en millones de personas, quienes depositan en la Virgen Morena sus esperanzas y rezos, lo cual no significaría problema alguno si no fuera por la enorme cantidad de personas que asegura que la aparecida en el Tepeyac los protegerá totalmente de los contagios.

Yo soy muy respetuoso de las diferentes creencias, pero no puedo calificar esto como absurdo, como en los tiempos en que los reclutados en las guerras civiles de hace siglo y medio eran convencidos de ir a la batalla simplemente por llevar una estampita de un santo en el sombrero. Duele decirlo, pero México es un país con muchos ignorantes, situación que hemos visto con aquellos que niegan la existencia del covid, pero asumen que una figura de cerámica representa un ser sobrenatural, situación que es válida, pero que en estos días podrá afectar derechos de terceros.

Celebro que la Basílica sea cerrada días antes y días después del 12 próximo, pero esto no será impedimento para que muchos peregrinos acudan cerca del centro mariano, a donde acuden normalmente acuden 10 millones de mexicanos, sí 10 millones que pueden representar el contagio masivo más grande del mundo, más cuando se asume que están protegidos. Ya vimos un ejemplo en la fiesta de San Juditas y esperemos no se replique, sin embargo, ninguna autoridad querrá asumir el costo político de evitar el peregrinaje y muchos mexicanos no les importaría morir con tal de cumplir su manda.

Nos encontramos con un gran problema: hay muchos motivos para dudar de la existencia de cualquier deidad, más por los estragos ocasionados por el coronavirus, pero también recordemos que la fe es, a veces, lo único que da fortaleza a una persona, así que hace de esto conforma algo sumamente complejo.

Otro problema es que las reuniones familiares o de amigos se realizan sin el uso del cubrebocas, situación que echa por tierra las precauciones que se toman en los espacios públicos, esto se ve agudizado por el consumo de alcohol que reduce las medidas preventivas en gran medida. También no podemos olvidar el hartazgo que tenemos muchos y que nos puede llevar a querer realizar fiestas para escapar de una realidad que se puede tornar insoportable. Son muchos los casos de fiestas familiares que desembocan en un contagio colectivo, recordemos que una cosa es tener amor por una persona y otra que eso nos lleve a creer que ese individuo está sano.

No me queda más que invitar a todos a vivir su religiosidad y a festejar de un modo responsable, hemos resistido meses enteros, pero las infecciones se pueden desbocar este último mes, en el cual inicia un invierno incentivador del covid, como un elemento más que hace de este diciembre de 2020 el más peligroso que hayamos vivido. Hasta la próxima.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.

La vacuna para el covid-19 se ve cerca y la pandemia no ha tenido un temido gran repunte, situación que genera una peligrosa confianza, esto se suma a las festividades de fin de año que aglomeran a una población que está cansada y estresada, dando lugar a una circunstancialidad muy riesgosa que debemos prevenir.

La otra semana inicia el último mes de este año que ha resultado calamitoso para todo el planeta, situación que ha pegado más en nuestro país por los habituales y añejos problemas que se recrudecieron con el nuevo virus.

Es cierto que el semáforo bajó en la mayoría de las entidades y que la actividad económica está en un proceso de recuperación que resulta necesario.

Este mes resultará crucial debido al posible inicio de la vacunación, pero esto no significa que las cosas mejoren automáticamente, debemos recordar que esto será el inicio de todo un proceso que llevará meses y que no implica el fin del padecimiento, por otro lado, tenemos fechas que tradicionalmente congregan a los ciudadanos.

El espacio en el calendario más peligroso para el país será indudablemente el 12 de diciembre, por cierto, día bastante interesante porque muchos de los que quieren irse a hincar son los mismos que repudian a España, pero eso no es lo malo. En primer lugar afirmo que no quisiera hablar de las profundas contradicciones, como la señalada, pero en la medida que descubramos un poco la verdad, guardando el debido respeto a la fe, podremos vivir una religiosidad más sana. Más allá de que el retablo de la Guadalupana sea una creación humana, hecho ratificado hasta por un ex abad de la basílica, hay que reconocer el fervor que provoca en millones de personas, quienes depositan en la Virgen Morena sus esperanzas y rezos, lo cual no significaría problema alguno si no fuera por la enorme cantidad de personas que asegura que la aparecida en el Tepeyac los protegerá totalmente de los contagios.

Yo soy muy respetuoso de las diferentes creencias, pero no puedo calificar esto como absurdo, como en los tiempos en que los reclutados en las guerras civiles de hace siglo y medio eran convencidos de ir a la batalla simplemente por llevar una estampita de un santo en el sombrero. Duele decirlo, pero México es un país con muchos ignorantes, situación que hemos visto con aquellos que niegan la existencia del covid, pero asumen que una figura de cerámica representa un ser sobrenatural, situación que es válida, pero que en estos días podrá afectar derechos de terceros.

Celebro que la Basílica sea cerrada días antes y días después del 12 próximo, pero esto no será impedimento para que muchos peregrinos acudan cerca del centro mariano, a donde acuden normalmente acuden 10 millones de mexicanos, sí 10 millones que pueden representar el contagio masivo más grande del mundo, más cuando se asume que están protegidos. Ya vimos un ejemplo en la fiesta de San Juditas y esperemos no se replique, sin embargo, ninguna autoridad querrá asumir el costo político de evitar el peregrinaje y muchos mexicanos no les importaría morir con tal de cumplir su manda.

Nos encontramos con un gran problema: hay muchos motivos para dudar de la existencia de cualquier deidad, más por los estragos ocasionados por el coronavirus, pero también recordemos que la fe es, a veces, lo único que da fortaleza a una persona, así que hace de esto conforma algo sumamente complejo.

Otro problema es que las reuniones familiares o de amigos se realizan sin el uso del cubrebocas, situación que echa por tierra las precauciones que se toman en los espacios públicos, esto se ve agudizado por el consumo de alcohol que reduce las medidas preventivas en gran medida. También no podemos olvidar el hartazgo que tenemos muchos y que nos puede llevar a querer realizar fiestas para escapar de una realidad que se puede tornar insoportable. Son muchos los casos de fiestas familiares que desembocan en un contagio colectivo, recordemos que una cosa es tener amor por una persona y otra que eso nos lleve a creer que ese individuo está sano.

No me queda más que invitar a todos a vivir su religiosidad y a festejar de un modo responsable, hemos resistido meses enteros, pero las infecciones se pueden desbocar este último mes, en el cual inicia un invierno incentivador del covid, como un elemento más que hace de este diciembre de 2020 el más peligroso que hayamos vivido. Hasta la próxima.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.