/ jueves 30 de abril de 2020

Guerras "invisibles"

Desde el pasado sábado 25 de abril una serie de sucesos violentos en el municipio de Aguililla, en el corazón de la Tierra Caliente michoacana, demostraron la continuidad del fracaso entre el gobierno de Enrique Peña Nieto y el de Andrés Manuel López Obrador ante la ausencia de una estrategia funcional contra el crimen organizado.

El desastre de la participación del Ejército, hoy con uniforme de la Guardia Nacional, quedó retratada en imágenes de militares abatidos en un campamento de adistramiento de milicias, al servicio de bandas locales de traficantes de droga, en un sitio conocido como la Huerta. La impericia de los jefes castrenses fue motivo de propaganda delincuencial, ya que se acusó a los mandos militares de la 43 zona con sede en Apatzingán, de estar al servicio de una de las facciones criminales que se disputan ese territorio.

La importancia de lo ocurrido radica en que, en ese choque armado, se reportó un saldo de 21 muertos, entre los que se encontraban personas de nacionalidad guatemalteca, hondureña, salvadoreña y colombiana, presuntos desertores de las fuerzas armadas de esos países. Estos inviduos, junto a dos militares mexicanos, uno de ellos identificado con credencial de un batallón de Policía Militar desplegado en esa zona, fueron señalados como instructores de pistoleros pertenecientes a la banda criminal conocida como Los Viagras.

La masacre pasó desapercibida en la gran mayoría de los medios de comunicación debido a los estragos de la pandemia de Covid-19 en varios estados del país, pero los reportes alertaron a las autoridades locales desde la noche del sábado y madrugada del domingo, cuando un grupo armado ligado a la organización que se hace llamar Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), llegó a la zona de Aguililla para atacar el campamento donde presuntamente recibían adiestramiento sus enemigos de Los Viagras.

Las fotos y videos que comenzaron a circular desde principios de esta semana en redes sociales y páginas de Internet reflejaban que la ausencia de autoridad y control institucional en esa zona del país sigue vigente, tal y como ocurre desde 2014, cuando los grupos de autodefensa irrumpieron en la región.

La gravedad del suceso es que otra vez fue exhibida la crisis profunda que viven los servicios de inteligencia militar, pues hubo reportes de aeronaves que aterrizaron en los alrededores de Aguilla donde viajaba gente armada sin que el Ejército y la Guardia Nacional se movilizaran.

Los criminales están informados y saben que el coronel Noé Rodríguez Jaramillo, comandante del 30 batallón de infantería con jurisdicción en el lugar, lleva apenas cuatro meses en el cargo y no conoce la región. Su superior inmediato, el general de brigada Darío Ávalos Pedraza, comandante de la 43 zona militar, adolece de experiencia operativa, sus últimos cargos han sido en labores de oficina en el Estado Mayor de las comandancias militares de Torreón, Villahermosa y en la frontera de Baja California.

El discurso presidencial reza que el gobierno "ya no es como antes", sin embargo la terca realidad en la Tierra Caliente michoacana actualizó el desastre de la inseguridad que vive gran parte del país.

@velediaz424

Desde el pasado sábado 25 de abril una serie de sucesos violentos en el municipio de Aguililla, en el corazón de la Tierra Caliente michoacana, demostraron la continuidad del fracaso entre el gobierno de Enrique Peña Nieto y el de Andrés Manuel López Obrador ante la ausencia de una estrategia funcional contra el crimen organizado.

El desastre de la participación del Ejército, hoy con uniforme de la Guardia Nacional, quedó retratada en imágenes de militares abatidos en un campamento de adistramiento de milicias, al servicio de bandas locales de traficantes de droga, en un sitio conocido como la Huerta. La impericia de los jefes castrenses fue motivo de propaganda delincuencial, ya que se acusó a los mandos militares de la 43 zona con sede en Apatzingán, de estar al servicio de una de las facciones criminales que se disputan ese territorio.

La importancia de lo ocurrido radica en que, en ese choque armado, se reportó un saldo de 21 muertos, entre los que se encontraban personas de nacionalidad guatemalteca, hondureña, salvadoreña y colombiana, presuntos desertores de las fuerzas armadas de esos países. Estos inviduos, junto a dos militares mexicanos, uno de ellos identificado con credencial de un batallón de Policía Militar desplegado en esa zona, fueron señalados como instructores de pistoleros pertenecientes a la banda criminal conocida como Los Viagras.

La masacre pasó desapercibida en la gran mayoría de los medios de comunicación debido a los estragos de la pandemia de Covid-19 en varios estados del país, pero los reportes alertaron a las autoridades locales desde la noche del sábado y madrugada del domingo, cuando un grupo armado ligado a la organización que se hace llamar Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), llegó a la zona de Aguililla para atacar el campamento donde presuntamente recibían adiestramiento sus enemigos de Los Viagras.

Las fotos y videos que comenzaron a circular desde principios de esta semana en redes sociales y páginas de Internet reflejaban que la ausencia de autoridad y control institucional en esa zona del país sigue vigente, tal y como ocurre desde 2014, cuando los grupos de autodefensa irrumpieron en la región.

La gravedad del suceso es que otra vez fue exhibida la crisis profunda que viven los servicios de inteligencia militar, pues hubo reportes de aeronaves que aterrizaron en los alrededores de Aguilla donde viajaba gente armada sin que el Ejército y la Guardia Nacional se movilizaran.

Los criminales están informados y saben que el coronel Noé Rodríguez Jaramillo, comandante del 30 batallón de infantería con jurisdicción en el lugar, lleva apenas cuatro meses en el cargo y no conoce la región. Su superior inmediato, el general de brigada Darío Ávalos Pedraza, comandante de la 43 zona militar, adolece de experiencia operativa, sus últimos cargos han sido en labores de oficina en el Estado Mayor de las comandancias militares de Torreón, Villahermosa y en la frontera de Baja California.

El discurso presidencial reza que el gobierno "ya no es como antes", sin embargo la terca realidad en la Tierra Caliente michoacana actualizó el desastre de la inseguridad que vive gran parte del país.

@velediaz424