/ viernes 5 de marzo de 2021

¿Hacia dónde vamos México? (Primera parte)

Pudo haber hecho un gran pacto con los ciudadanos de reconciliación y construcción de futuros luminosos, tenía más del 51% de los electores, gozaba de enorme popularidad y gran ascendencia y aprobación, estaba en sus manos… pero decidió hacer más grande la herida entre nosotros, con cada discurso, con sus acciones y decisiones, con sus dichos, sarcasmos e ironías, y terminó por enfrentarnos los unos contra los otros; “fifís” contra “chairos”, conservadores contra liberales, pobres contra ricos; ha denostado a quienes no piensan como él, a quienes lo critican por su política sectarista.

Día con día veo con profundo pesar noticias alarmantes sobre nuestra realidad como país, sobre nuestro futuro, y ello me inquieta como a la mayor parte de gente que conforma la llamada clase media. Si bien es cierto que todo gobierno imprime su sello personal en la política a seguir durante su ejercicio constitucional, no lo es menos que el actual gobierno federal, con su llamada Cuarta Transformación, no tan solo ha impuesto su particular forma de gobernar sino que está cambiando el sistema que nos ha regido por sexenios, imponiendo una serie de cambios legales que en las condiciones actuales -mayoría en las cámaras de Senadores y Diputados- colocan al Presidente en la antesala de la dictadura, sin ningún contrapeso que le haga sombra.

Se acaba de aprobar por la Cámara de Senadores la iniciativa preferente de reforma eléctrica, que privilegia a la CFE por encima de la competencia a la que se había abierto en el pasado sexenio para estar a tono con el libre mercado, apuntando esa política a las energías limpias. Pero con el pretexto de beneficiar a la Comisión Federal de Electricidad, que ya está en quiebra técnica igual que Petróleos Mexicanos, ahora se optará por el carbón y el combustóleo, lo que implica retroceder en más de un siglo como país. Lo mismo podemos afirmar de los proyectos “estrella” de dos bocas y del tren maya, cuando ya en general la industria automotriz se reconvierte a la electricidad y el mundo habla de sustentabilidad y el cuidado del ecosistema.

Pareciera que vamos hacia atrás en todo. Es notorio como el discurso presidencial nos habla constantemente de la historia, pero no nos habla del futuro. La Cuarta Transformación está resultando una transformación de cuarta categoría, en dónde se conjugan los errores del pasado con la visión torpemente nacionalista de regímenes que creíamos olvidados.

Significativo para nosotros resultó la coincidencia o la política a propósito de que el mismo día en que el presidente de los Estados Unidos se reunía con el primer ministro de Canadá, nuestro presidente lo hacía con el presidente de Argentina, Alberto Ángel Fernández, un liberal de izquierda o “liberal progresista” como él mismo se define, y que amante de un pasado “peronista”, busca un nacionalismo a ultranza en la Argentina. Estas son las dos visiones que resultan, por un lado, la visión de futuro de Estados Unidos y Canadá, y por otro la visión del pasado de México y Argentina. No en balde se llevaron bien el presidente López Obrador y Donald Trump, cuya política nacionalista separó a los Estados Unidos del mundo y lo hizo perder grandes alianzas estratégicas que ahora, a marchas forzadas el presidente Biden pretende restaurar.

Reitero lo que dije al principio de esta entrega, me inquieta el rumbo al que nos están llevando. Me inquieta la doble moral con la que se está conduciendo al país, por una parte, el combate a la corrupción y por otra el permiso indiscriminado a los parientes y amigos para traficar y enriquecerse. Me inquieta el manejo criminal de la pandemia. Me inquieta el cierre de negocios y la falta de una política de incentivos para el crecimiento y la inversión. Me inquieta el control de las instituciones en un solo hombre: el presidente de la República.

Continuare. GRACIAS PUEBLA

Pudo haber hecho un gran pacto con los ciudadanos de reconciliación y construcción de futuros luminosos, tenía más del 51% de los electores, gozaba de enorme popularidad y gran ascendencia y aprobación, estaba en sus manos… pero decidió hacer más grande la herida entre nosotros, con cada discurso, con sus acciones y decisiones, con sus dichos, sarcasmos e ironías, y terminó por enfrentarnos los unos contra los otros; “fifís” contra “chairos”, conservadores contra liberales, pobres contra ricos; ha denostado a quienes no piensan como él, a quienes lo critican por su política sectarista.

Día con día veo con profundo pesar noticias alarmantes sobre nuestra realidad como país, sobre nuestro futuro, y ello me inquieta como a la mayor parte de gente que conforma la llamada clase media. Si bien es cierto que todo gobierno imprime su sello personal en la política a seguir durante su ejercicio constitucional, no lo es menos que el actual gobierno federal, con su llamada Cuarta Transformación, no tan solo ha impuesto su particular forma de gobernar sino que está cambiando el sistema que nos ha regido por sexenios, imponiendo una serie de cambios legales que en las condiciones actuales -mayoría en las cámaras de Senadores y Diputados- colocan al Presidente en la antesala de la dictadura, sin ningún contrapeso que le haga sombra.

Se acaba de aprobar por la Cámara de Senadores la iniciativa preferente de reforma eléctrica, que privilegia a la CFE por encima de la competencia a la que se había abierto en el pasado sexenio para estar a tono con el libre mercado, apuntando esa política a las energías limpias. Pero con el pretexto de beneficiar a la Comisión Federal de Electricidad, que ya está en quiebra técnica igual que Petróleos Mexicanos, ahora se optará por el carbón y el combustóleo, lo que implica retroceder en más de un siglo como país. Lo mismo podemos afirmar de los proyectos “estrella” de dos bocas y del tren maya, cuando ya en general la industria automotriz se reconvierte a la electricidad y el mundo habla de sustentabilidad y el cuidado del ecosistema.

Pareciera que vamos hacia atrás en todo. Es notorio como el discurso presidencial nos habla constantemente de la historia, pero no nos habla del futuro. La Cuarta Transformación está resultando una transformación de cuarta categoría, en dónde se conjugan los errores del pasado con la visión torpemente nacionalista de regímenes que creíamos olvidados.

Significativo para nosotros resultó la coincidencia o la política a propósito de que el mismo día en que el presidente de los Estados Unidos se reunía con el primer ministro de Canadá, nuestro presidente lo hacía con el presidente de Argentina, Alberto Ángel Fernández, un liberal de izquierda o “liberal progresista” como él mismo se define, y que amante de un pasado “peronista”, busca un nacionalismo a ultranza en la Argentina. Estas son las dos visiones que resultan, por un lado, la visión de futuro de Estados Unidos y Canadá, y por otro la visión del pasado de México y Argentina. No en balde se llevaron bien el presidente López Obrador y Donald Trump, cuya política nacionalista separó a los Estados Unidos del mundo y lo hizo perder grandes alianzas estratégicas que ahora, a marchas forzadas el presidente Biden pretende restaurar.

Reitero lo que dije al principio de esta entrega, me inquieta el rumbo al que nos están llevando. Me inquieta la doble moral con la que se está conduciendo al país, por una parte, el combate a la corrupción y por otra el permiso indiscriminado a los parientes y amigos para traficar y enriquecerse. Me inquieta el manejo criminal de la pandemia. Me inquieta el cierre de negocios y la falta de una política de incentivos para el crecimiento y la inversión. Me inquieta el control de las instituciones en un solo hombre: el presidente de la República.

Continuare. GRACIAS PUEBLA