/ lunes 16 de julio de 2018

Hay que alentar el cambio para que el establishment no termine mediatizándolo

AUN CUANDO FALTAN 5 meses para que reciba la banda presidencial, el superliderazgo que adquirió en las urnas electorales con más de 30 millones de votos ha llevado a Andrés Manuel López Obrador a realizar una toma pública anticipada del poder político, económico y social del país, al grado de que todas las acciones, iniciativas, propuestas y declaraciones que realiza son temas que acaparan la atención de la discusión y el análisis del interés nacional.

DE ESTA MANERA se expresa la ansiedad y el clamor de la sociedad de que se empiecen a producir cuanto antes cambios sustanciales y urgentes en este país; de que se genere un viraje de raíz en el modelo económico y político luego de 36 años de neoliberalismo, en los que cada sexenio los mexicanos vivían más de lo mismo: mediocre crecimiento, desigualdades sociales, pobreza popular y retroceso histórico del país. El signo hoy y mañana es la esperanza del cambio.

ES EL GRITO estruendoso del pueblo en contra del establishment, de lo que ha estado mal, estático, y que aun así se seguía operando y aplicando al margen de la voluntad popular, en contra del interés y del bienestar común. Por eso la proclamación indignada del pueblo el pasado primero de julio en las urnas electorales. Tremendo compromiso el que le espera al tabasqueño para responder a las expectativas de renovación que él mismo creó y sembró en la conciencia y la voluntad nacional.

HOY QUE AMLO ha propuesto ante la Confederación de Cámaras Industriales (CONCAMIN) un crecimiento promedio anual de la economía nacional de 4%, tenemos que recordar que es una tasa más moderada, pero más alcanzable, que la prometida en sus sexenios respectivos por Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.

LOS ÚLTIMOS SEIS presidentes neoliberales (López Obrador es un político de izquierda que viene a trocar el neoliberalismo puro para mezclarlo con el nacionalismo y la economía mixta) prometieron alcanzar tasas promedio de crecimiento de 5 y 7% anual, pero en los hechos solo obtuvieron índices promedio de 2.2% y tasas deficitarias de desempleo, congelamiento de salarios para la clase trabajadora, empobrecimiento del poder adquisitivo, marginación social y los más altos índices de desigualdad económica.

EN TRES DÉCADAS y media la economía mexicana fue desnacionalizada y privatizada; se privilegió al capital extranjero (a Peña Nieto le correspondió privatizar los hidrocarburos y pagó en las urnas muy alto el costo de las privatizaciones que hizo); en tres décadas se ha puesto por delante a la inversión extranjera y se marginó el crecimiento industrial nacional. Hoy unos cuantos cientos de personas tienen en sus manos el grueso de la economía nacional, en tanto hay más de 50 millones en la pobreza y 18 millones en la pobreza extrema, de acuerdo a cifras del Banco Mundial.

PAUL KRUGMAN, el premio Nobel de Economía, describió en una sola frase la tragedia de 36 años de neoliberalismo económico y político cuando expresó que “México padece con el neoliberalismo las peores desigualdades económicas y sociales de toda su historia”. Y, aun así, Peña Nieto y sus antecesores se casaron con el neoliberalismo puro: abrieron y entregaron el mercado interno. Hoy importamos más de lo que exportamos, tenemos una economía anémica y deficitaria incluso con 14 tratados comerciales.

APERTURISMO A ULTRANZA, el cual denuesta hoy Donald Trump porque a Estados Unidos le ha provocado los más altos déficits comerciales y el más alto endeudamiento de su historia. Por eso su guerra comercial contra China, sus socios de América del Norte y la Unión Europea: quiere salvar de manera desesperada y equivocada la economía estadunidense.

LA ECONOMÍA MEXICANA y el TLCAN están en manos de las grandes trasnacionales extranjeras y mexicanas, las cuales controlan el mercado de las exportaciones y de capitales; las industrias micro, pequeña y mediana mexicanas se hallan al margen de la gran tajada del comercio internacional.

POR ESO MÉXICO no crece a tasas mayores de dos por ciento anual desde hace 36 años. Por eso no hay riqueza que repartir. Qué bueno que llegó el cambio. Hay que alentarlo para que el statu quo no termine envolviéndolo y mediatizándolo. ESCÚCHANOS DIARIAMENTE en ABC Radio de las 13 a las 14 horas en 1280 de AM.

AUN CUANDO FALTAN 5 meses para que reciba la banda presidencial, el superliderazgo que adquirió en las urnas electorales con más de 30 millones de votos ha llevado a Andrés Manuel López Obrador a realizar una toma pública anticipada del poder político, económico y social del país, al grado de que todas las acciones, iniciativas, propuestas y declaraciones que realiza son temas que acaparan la atención de la discusión y el análisis del interés nacional.

DE ESTA MANERA se expresa la ansiedad y el clamor de la sociedad de que se empiecen a producir cuanto antes cambios sustanciales y urgentes en este país; de que se genere un viraje de raíz en el modelo económico y político luego de 36 años de neoliberalismo, en los que cada sexenio los mexicanos vivían más de lo mismo: mediocre crecimiento, desigualdades sociales, pobreza popular y retroceso histórico del país. El signo hoy y mañana es la esperanza del cambio.

ES EL GRITO estruendoso del pueblo en contra del establishment, de lo que ha estado mal, estático, y que aun así se seguía operando y aplicando al margen de la voluntad popular, en contra del interés y del bienestar común. Por eso la proclamación indignada del pueblo el pasado primero de julio en las urnas electorales. Tremendo compromiso el que le espera al tabasqueño para responder a las expectativas de renovación que él mismo creó y sembró en la conciencia y la voluntad nacional.

HOY QUE AMLO ha propuesto ante la Confederación de Cámaras Industriales (CONCAMIN) un crecimiento promedio anual de la economía nacional de 4%, tenemos que recordar que es una tasa más moderada, pero más alcanzable, que la prometida en sus sexenios respectivos por Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.

LOS ÚLTIMOS SEIS presidentes neoliberales (López Obrador es un político de izquierda que viene a trocar el neoliberalismo puro para mezclarlo con el nacionalismo y la economía mixta) prometieron alcanzar tasas promedio de crecimiento de 5 y 7% anual, pero en los hechos solo obtuvieron índices promedio de 2.2% y tasas deficitarias de desempleo, congelamiento de salarios para la clase trabajadora, empobrecimiento del poder adquisitivo, marginación social y los más altos índices de desigualdad económica.

EN TRES DÉCADAS y media la economía mexicana fue desnacionalizada y privatizada; se privilegió al capital extranjero (a Peña Nieto le correspondió privatizar los hidrocarburos y pagó en las urnas muy alto el costo de las privatizaciones que hizo); en tres décadas se ha puesto por delante a la inversión extranjera y se marginó el crecimiento industrial nacional. Hoy unos cuantos cientos de personas tienen en sus manos el grueso de la economía nacional, en tanto hay más de 50 millones en la pobreza y 18 millones en la pobreza extrema, de acuerdo a cifras del Banco Mundial.

PAUL KRUGMAN, el premio Nobel de Economía, describió en una sola frase la tragedia de 36 años de neoliberalismo económico y político cuando expresó que “México padece con el neoliberalismo las peores desigualdades económicas y sociales de toda su historia”. Y, aun así, Peña Nieto y sus antecesores se casaron con el neoliberalismo puro: abrieron y entregaron el mercado interno. Hoy importamos más de lo que exportamos, tenemos una economía anémica y deficitaria incluso con 14 tratados comerciales.

APERTURISMO A ULTRANZA, el cual denuesta hoy Donald Trump porque a Estados Unidos le ha provocado los más altos déficits comerciales y el más alto endeudamiento de su historia. Por eso su guerra comercial contra China, sus socios de América del Norte y la Unión Europea: quiere salvar de manera desesperada y equivocada la economía estadunidense.

LA ECONOMÍA MEXICANA y el TLCAN están en manos de las grandes trasnacionales extranjeras y mexicanas, las cuales controlan el mercado de las exportaciones y de capitales; las industrias micro, pequeña y mediana mexicanas se hallan al margen de la gran tajada del comercio internacional.

POR ESO MÉXICO no crece a tasas mayores de dos por ciento anual desde hace 36 años. Por eso no hay riqueza que repartir. Qué bueno que llegó el cambio. Hay que alentarlo para que el statu quo no termine envolviéndolo y mediatizándolo. ESCÚCHANOS DIARIAMENTE en ABC Radio de las 13 a las 14 horas en 1280 de AM.