/ sábado 1 de diciembre de 2018

Hay que desearle éxito al nuevo Presidente

Ya tiene aproximadamente una década y media que se empezó a hablar de la posibilidad de que AMLO fuera presidente. Después de haber sufrido un fraude y una derrota electoral, al fin, el objetivo del tabasqueño se hace realidad el día de hoy. Aunque los problemas nacionales son estructurales, quizá sin remedio, hay que esperar que se inicie un proceso de mejora, sin creer en milagros, pero al menos esperando que las cosas ya no empeoren.

Recuerdo que hace seis años escribí algo semejante respecto a Enrique Peña Nieto, en el sentido de manifestar unos parabienes a la nueva administración, no por una cuestión de simpatía política, sino porque creo que cualquier mexicano debe desear que le vaya bien a sus gobernantes en ejercicio de sus funciones.

Indudablemente López Obrador es la figura política más notable de las últimas décadas, un sujeto que genera muchas controversias: hay quien lo odia radicalmente, pero igual tiene a millones de seguidores que han vertido una confianza que llega a ser asombrosa.

Esto obedece a la gran división que existe en el país, en donde queremos asumir que el candidato que nos simpatiza es el bueno; y el que no, el malo, cuando en verdad esos juicios éticos son equivocados. Nadie representa totalmente la bondad o la perversidad, eso obedece a una visión maniquea, reforzada en el medievo con la idea de un cielo y un infierno, es decir, estamos como mil años atrasados en cuanto a esas valorizaciones.

Andrés Manuel fue alguien que tuvo visos de estadista cuando fue jefe de gobierno del Distrito Federal, situación que lo llevó a proyectarse como candidato, aunque también ha cometido acciones que se han sujetado a la crítica, pero lo que sí es indudable es que es alguien que marca una diferencia con la mayoría de los miembros de la clase política.

Como lo he escrito muchas veces, los problemas que padecemos son estructurales, centenarios y muy vigentes en el imaginario de la mayoría de la población. Es totalmente imposible que se resuelvan en un sexenio, sea quien sea el primer mandatario.

Los conflictos mencionados son responsabilidad de todos: si tenemos malos políticos es porque tenemos malos ciudadanos, en una buena parte, sin embargo, también hay quienes no son corruptos y verdaderamente buscan en mejor país.

Ahora veo comentarios de los que hoy se convierten en oposición criticando totalmente al nuevo mandatario, cuando ellos mismos no hicieron nada al respecto cuando tenían el poder. Eso demuestra una vez más que, muchos de los que quieren hacerse ricos del erario, solo les importa ellos mismos, sus intereses y siguen manifestando mentiras de forma sistemática. Así ha sido siempre nuestra política y no veo cómo pueda cambiar esto.

Desde hace décadas, cada vez que se va un presidente, hay un clima de decepción que se ha repetido sin excepción alguna, situación que se mitiga con una alternancia que siempre será sana. El país y las entidades no pertenecen a nadie, aunque hay personajes que se asumen como una especie de señores feudales contemporáneos.

El ejercicio del poder desgasta y en México creo que aún más, el papel de Presidente de la República encierra una complejidad colosal, en donde las críticas y señalamientos son inevitables, sea cual sea el desempeño.

México siempre ha adolecido de corrupción, desunión y falta de identidad, problemas a los que se suman la enorme inseguridad la ambición desmedida que tiene un gobernante, desde los de primer nivel hasta los presidentes municipales del lugar más recóndito del territorio nacional. Esta situación también se ve en los millones de ciudadanos que quieren abusar del otro, cometen rapiña, no cumplen con sus obligaciones y ven en la ilegalidad una forma de vivir. Es decir, en ambos lados se ven cosas nocivas.

En fin, hoy inicia una nueva era, y de verdad espero que las cosas, al menos, no empeoren como ha pasado en los últimos sexenios y pueda haber un inicio de mejora. Deseo que las millones de esperanzas, que han sido depositadas en Amlo, no caigan en la desilusión y que el nuevo presidente pueda verdaderamente iniciar una Cuarta Transformación que reclama el país. Éxito a nuestro nuevo Presidente de la República. Hasta la próxima semana.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.


Ya tiene aproximadamente una década y media que se empezó a hablar de la posibilidad de que AMLO fuera presidente. Después de haber sufrido un fraude y una derrota electoral, al fin, el objetivo del tabasqueño se hace realidad el día de hoy. Aunque los problemas nacionales son estructurales, quizá sin remedio, hay que esperar que se inicie un proceso de mejora, sin creer en milagros, pero al menos esperando que las cosas ya no empeoren.

Recuerdo que hace seis años escribí algo semejante respecto a Enrique Peña Nieto, en el sentido de manifestar unos parabienes a la nueva administración, no por una cuestión de simpatía política, sino porque creo que cualquier mexicano debe desear que le vaya bien a sus gobernantes en ejercicio de sus funciones.

Indudablemente López Obrador es la figura política más notable de las últimas décadas, un sujeto que genera muchas controversias: hay quien lo odia radicalmente, pero igual tiene a millones de seguidores que han vertido una confianza que llega a ser asombrosa.

Esto obedece a la gran división que existe en el país, en donde queremos asumir que el candidato que nos simpatiza es el bueno; y el que no, el malo, cuando en verdad esos juicios éticos son equivocados. Nadie representa totalmente la bondad o la perversidad, eso obedece a una visión maniquea, reforzada en el medievo con la idea de un cielo y un infierno, es decir, estamos como mil años atrasados en cuanto a esas valorizaciones.

Andrés Manuel fue alguien que tuvo visos de estadista cuando fue jefe de gobierno del Distrito Federal, situación que lo llevó a proyectarse como candidato, aunque también ha cometido acciones que se han sujetado a la crítica, pero lo que sí es indudable es que es alguien que marca una diferencia con la mayoría de los miembros de la clase política.

Como lo he escrito muchas veces, los problemas que padecemos son estructurales, centenarios y muy vigentes en el imaginario de la mayoría de la población. Es totalmente imposible que se resuelvan en un sexenio, sea quien sea el primer mandatario.

Los conflictos mencionados son responsabilidad de todos: si tenemos malos políticos es porque tenemos malos ciudadanos, en una buena parte, sin embargo, también hay quienes no son corruptos y verdaderamente buscan en mejor país.

Ahora veo comentarios de los que hoy se convierten en oposición criticando totalmente al nuevo mandatario, cuando ellos mismos no hicieron nada al respecto cuando tenían el poder. Eso demuestra una vez más que, muchos de los que quieren hacerse ricos del erario, solo les importa ellos mismos, sus intereses y siguen manifestando mentiras de forma sistemática. Así ha sido siempre nuestra política y no veo cómo pueda cambiar esto.

Desde hace décadas, cada vez que se va un presidente, hay un clima de decepción que se ha repetido sin excepción alguna, situación que se mitiga con una alternancia que siempre será sana. El país y las entidades no pertenecen a nadie, aunque hay personajes que se asumen como una especie de señores feudales contemporáneos.

El ejercicio del poder desgasta y en México creo que aún más, el papel de Presidente de la República encierra una complejidad colosal, en donde las críticas y señalamientos son inevitables, sea cual sea el desempeño.

México siempre ha adolecido de corrupción, desunión y falta de identidad, problemas a los que se suman la enorme inseguridad la ambición desmedida que tiene un gobernante, desde los de primer nivel hasta los presidentes municipales del lugar más recóndito del territorio nacional. Esta situación también se ve en los millones de ciudadanos que quieren abusar del otro, cometen rapiña, no cumplen con sus obligaciones y ven en la ilegalidad una forma de vivir. Es decir, en ambos lados se ven cosas nocivas.

En fin, hoy inicia una nueva era, y de verdad espero que las cosas, al menos, no empeoren como ha pasado en los últimos sexenios y pueda haber un inicio de mejora. Deseo que las millones de esperanzas, que han sido depositadas en Amlo, no caigan en la desilusión y que el nuevo presidente pueda verdaderamente iniciar una Cuarta Transformación que reclama el país. Éxito a nuestro nuevo Presidente de la República. Hasta la próxima semana.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.