/ domingo 18 de julio de 2021

“Homo pandemius” o la adaptación a los tiempos

Cuando inició la pandemia de la COVID-19 y con ella la reclusión obligatoria en casa, nadie podía dimensionar el tiempo que llevaría tal encierro. Los cálculos fueron erróneos siempre, unos que apostaron por un mes, otros por tres, pero ninguno acertó. Lo que ocurrió fue que empezamos a reaprender a vivir y convivir como “homo pandemius”, haciendo alegoría al “Homo Videns” de Giovanni Sartori (1997).

En el ámbito laboral se apresuró el aprendizaje del trabajo en casa, home office, y con él también muchas oficinas contratadas cerraron sus puertas, los alquileres se vinieron a la baja. Lo interesante es que hubo adaptación de los trabajadores y de los empresarios a las nuevas Tecnologías de Información y Comunicación (TIC´s), sólo así pudo garantizarse la vida del negocio, el que sea. También se tuvo que identificar el nuevo mercado, las nuevas especificaciones.

Los hoteles y restaurantes, negocios de comida (fondas), salones y jardines de fiestas, muy castigados al inicio, con el respiro que da la vacunación han reorientado su mercadotecnia para recibir aforos del 30% de su capacidad. O la modalidad de venta en línea, incentivando por otro lado las aplicaciones en los celulares para pedir víveres o comida ya elaborada.

Los servicios educativos, sobre todo del sector privado, buscaron nuevos causes cuando profesores fueron despedidos o sus horas reducidas, por lo tanto sus ingresos se afectaron directamente. Los maestros de nivel básico hasta medio superior, de todas las disciplinas (hasta deportes), optaron por ofrecer clases particulares al margen de las escuelas cuando vieron con angustia que la Secretaría de educación Pública no ordenó el regreso presencial a las aulas en 2020. Los padres tampoco están seguros de enviar a sus hijos aunque ya se dio el banderazo con el nuevo calendario escolar 2021-2022 (30 de agosto 2021 a 28 de julio 2022) con una modalidad suena extraña: escalonada.

En la educación superior las cosas no son muy diferentes. Las universidades privadas e incorporadas a la BUAP se reprogramaron, muchas para dar clases en línea y otras que vieron reducida su demanda al grado de verse obligadas a cerrar sus puertas. Tal es el caso de al menos 6 en la ciudad de Puebla, de las consideradas de bajo costo, que desde junio de 2020 anunciaron su liquidación. En otros casos, los jóvenes decidieron irse a la universidad pública o simplemente desertar y dedicarse a trabajar por la necesidad económica latente. El resto, de las 486 universidades en la entidad, según datos del Consejo para la Acreditación de la Educación Superior (COPAES), se quedaron con los programas de mayor demanda. Bueno, la universidad pública también tuvo que acoplarse a los cambios.

Los servicios religiosos también tuvieron su curva de aprendizaje. Al menos en la iglesia católica, las condiciones de pandemia. Por lo pronto las parroquias transmiten misas por Facebook cada vez con más regularidad. La familiarización con el uso de medios se hizo patente para quedarse. Así como los servicios de psicólogos y terapeutas, a distancia pero obligados a la misma profundidad espiritual.

Incluso los congresos y conferencias virtuales han hecho más crítica la realidad virtual, no en el sentido que planteaba Sartori, pero sí para pensar en la nueva dimensión de nuestra vida actual y próxima. La capacidad adaptativa de la humanidad se hace patente y reclama nuevas habilidades para no quedarnos como estatuas de sal.

*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com

Cuando inició la pandemia de la COVID-19 y con ella la reclusión obligatoria en casa, nadie podía dimensionar el tiempo que llevaría tal encierro. Los cálculos fueron erróneos siempre, unos que apostaron por un mes, otros por tres, pero ninguno acertó. Lo que ocurrió fue que empezamos a reaprender a vivir y convivir como “homo pandemius”, haciendo alegoría al “Homo Videns” de Giovanni Sartori (1997).

En el ámbito laboral se apresuró el aprendizaje del trabajo en casa, home office, y con él también muchas oficinas contratadas cerraron sus puertas, los alquileres se vinieron a la baja. Lo interesante es que hubo adaptación de los trabajadores y de los empresarios a las nuevas Tecnologías de Información y Comunicación (TIC´s), sólo así pudo garantizarse la vida del negocio, el que sea. También se tuvo que identificar el nuevo mercado, las nuevas especificaciones.

Los hoteles y restaurantes, negocios de comida (fondas), salones y jardines de fiestas, muy castigados al inicio, con el respiro que da la vacunación han reorientado su mercadotecnia para recibir aforos del 30% de su capacidad. O la modalidad de venta en línea, incentivando por otro lado las aplicaciones en los celulares para pedir víveres o comida ya elaborada.

Los servicios educativos, sobre todo del sector privado, buscaron nuevos causes cuando profesores fueron despedidos o sus horas reducidas, por lo tanto sus ingresos se afectaron directamente. Los maestros de nivel básico hasta medio superior, de todas las disciplinas (hasta deportes), optaron por ofrecer clases particulares al margen de las escuelas cuando vieron con angustia que la Secretaría de educación Pública no ordenó el regreso presencial a las aulas en 2020. Los padres tampoco están seguros de enviar a sus hijos aunque ya se dio el banderazo con el nuevo calendario escolar 2021-2022 (30 de agosto 2021 a 28 de julio 2022) con una modalidad suena extraña: escalonada.

En la educación superior las cosas no son muy diferentes. Las universidades privadas e incorporadas a la BUAP se reprogramaron, muchas para dar clases en línea y otras que vieron reducida su demanda al grado de verse obligadas a cerrar sus puertas. Tal es el caso de al menos 6 en la ciudad de Puebla, de las consideradas de bajo costo, que desde junio de 2020 anunciaron su liquidación. En otros casos, los jóvenes decidieron irse a la universidad pública o simplemente desertar y dedicarse a trabajar por la necesidad económica latente. El resto, de las 486 universidades en la entidad, según datos del Consejo para la Acreditación de la Educación Superior (COPAES), se quedaron con los programas de mayor demanda. Bueno, la universidad pública también tuvo que acoplarse a los cambios.

Los servicios religiosos también tuvieron su curva de aprendizaje. Al menos en la iglesia católica, las condiciones de pandemia. Por lo pronto las parroquias transmiten misas por Facebook cada vez con más regularidad. La familiarización con el uso de medios se hizo patente para quedarse. Así como los servicios de psicólogos y terapeutas, a distancia pero obligados a la misma profundidad espiritual.

Incluso los congresos y conferencias virtuales han hecho más crítica la realidad virtual, no en el sentido que planteaba Sartori, pero sí para pensar en la nueva dimensión de nuestra vida actual y próxima. La capacidad adaptativa de la humanidad se hace patente y reclama nuevas habilidades para no quedarnos como estatuas de sal.

*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com