/ miércoles 26 de agosto de 2020

Hoy sigue siendo ayer, para seguir igual mañana; o, tiempos pre-electorales

El castigo del embustero es no ser creído, aun cuando diga la verdad

Aristóteles

Los padres queremos que los hijos sigan un camino sin dificultades; que actúen con valores y principios, que sepan discernir y disentir con inteligencia; que actúen con responsabilidad social y prudencia.

Deseamos que su formación ética y moral implique la búsqueda de la verdad, que crean en algo o alguien que sea luz en su ruta de éxito.

Mi padre, por ejemplo, nos insistía que el mejor regalo que le pueden dar los hijos a los padres es ser capaces de tomar sus propias resoluciones, que no fuéramos un lastre; que los hijos deben ser independientes, pero no hacerle daño a los demás al tomar decisiones.

Que la vida es sencilla, pero no todo sería fácil; que habría muchas equivocaciones pero que todo error tendría la oportunidad de enmendarse de haber una verdadera voluntad humana.

Que es importante saber perdonar para ser perdonado, pero que no hiciéramos de nuestra vida un chiquero ni embarráramos a los demás con nuestros errores para no tener que pedir perdón. ¡Qué razón han tenido!

Me parece que lo anterior se fomenta en la mayoría de los hogares, pero ¿qué hace que en el camino de la cotidianidad se incurra en acciones contrarias a esas enseñanzas? ¿Cómo es que sea el oportunismo, el aprovechamiento, el acaparamiento, la tranza, el juega vivo… lo que se va apoderando de los seres humanos? Fácil: mentir.

Esto último se hace más patético en la mayoría los políticos, que por lo regular venden discursos de bien, pero en sus huellas les sale el genio mágico interior que les dice: “¡Ahora o nunca, esta es tu oportunidad!” Y salen como caballos sin freno a ver que toman. Luego lloran por los señalamientos, las imputaciones y llegan las justificaciones.

Entonces, como animal de caza, llegado el momento, arremeten unos contra otros, se van devorando en el forcejeo por el poder. Eso ha sucedido antes, esta sucediendo hoy y se empeorará mañana en las próximas elecciones.

No obstante, no es mi pretensión hacer imputaciones sin sustento acerca de lo que está en el escenario político. No acuso si bien sí emito mi opinión de acuerdo a los hechos sobre la guerra mediática actual -que no legal- al publicar inmundicias disque por justicia.

Gobiernos y oposición se han enfrasco en un golpeteo procurando evidenciar quien es más puerco que el otro.

Nos hacen pensar que no vivimos en una sociedad humana sino en una organización porcina, que se despedaza con actitudes gorrinas, propias de un chiquero de vieja calaña. ¡Cómo me recuerda las palabras de mi padre!

Lo que acontece es mediático y no legal porque los caminos legales están ahí, en lo que se llama el debido proceso.

Y ¿qué es el debido proceso? Es una garantía procesal que debe estar presente en toda clase de procesos, no sólo en aquellos de orden penal, sino de tipo civil, administrativo o de cualquier otro.

Es el conjunto de formalidades esenciales que deben observarse en cualquier procedimiento legal, para asegurar o defender los derechos y libertades de toda persona acusada de cometer un delito.

Por un lado, se refiere a los medios que toda persona tiene para hacer valer sus derechos, es decir, para asegurar o defender sus libertades; esto se conoce como “derecho a un recurso”.

El debido proceso incluye también las condiciones que deben cumplirse para asegurar que toda persona acusada de un delito pueda defenderse y garantizar el cumplimiento de sus derechos; esto se conoce como “derecho al debido proceso legal”.

Luego, por qué violar el debido proceso. Sin duda, hay una cultura de corral político rumbo al 2021. ¿Le suena?

El castigo del embustero es no ser creído, aun cuando diga la verdad

Aristóteles

Los padres queremos que los hijos sigan un camino sin dificultades; que actúen con valores y principios, que sepan discernir y disentir con inteligencia; que actúen con responsabilidad social y prudencia.

Deseamos que su formación ética y moral implique la búsqueda de la verdad, que crean en algo o alguien que sea luz en su ruta de éxito.

Mi padre, por ejemplo, nos insistía que el mejor regalo que le pueden dar los hijos a los padres es ser capaces de tomar sus propias resoluciones, que no fuéramos un lastre; que los hijos deben ser independientes, pero no hacerle daño a los demás al tomar decisiones.

Que la vida es sencilla, pero no todo sería fácil; que habría muchas equivocaciones pero que todo error tendría la oportunidad de enmendarse de haber una verdadera voluntad humana.

Que es importante saber perdonar para ser perdonado, pero que no hiciéramos de nuestra vida un chiquero ni embarráramos a los demás con nuestros errores para no tener que pedir perdón. ¡Qué razón han tenido!

Me parece que lo anterior se fomenta en la mayoría de los hogares, pero ¿qué hace que en el camino de la cotidianidad se incurra en acciones contrarias a esas enseñanzas? ¿Cómo es que sea el oportunismo, el aprovechamiento, el acaparamiento, la tranza, el juega vivo… lo que se va apoderando de los seres humanos? Fácil: mentir.

Esto último se hace más patético en la mayoría los políticos, que por lo regular venden discursos de bien, pero en sus huellas les sale el genio mágico interior que les dice: “¡Ahora o nunca, esta es tu oportunidad!” Y salen como caballos sin freno a ver que toman. Luego lloran por los señalamientos, las imputaciones y llegan las justificaciones.

Entonces, como animal de caza, llegado el momento, arremeten unos contra otros, se van devorando en el forcejeo por el poder. Eso ha sucedido antes, esta sucediendo hoy y se empeorará mañana en las próximas elecciones.

No obstante, no es mi pretensión hacer imputaciones sin sustento acerca de lo que está en el escenario político. No acuso si bien sí emito mi opinión de acuerdo a los hechos sobre la guerra mediática actual -que no legal- al publicar inmundicias disque por justicia.

Gobiernos y oposición se han enfrasco en un golpeteo procurando evidenciar quien es más puerco que el otro.

Nos hacen pensar que no vivimos en una sociedad humana sino en una organización porcina, que se despedaza con actitudes gorrinas, propias de un chiquero de vieja calaña. ¡Cómo me recuerda las palabras de mi padre!

Lo que acontece es mediático y no legal porque los caminos legales están ahí, en lo que se llama el debido proceso.

Y ¿qué es el debido proceso? Es una garantía procesal que debe estar presente en toda clase de procesos, no sólo en aquellos de orden penal, sino de tipo civil, administrativo o de cualquier otro.

Es el conjunto de formalidades esenciales que deben observarse en cualquier procedimiento legal, para asegurar o defender los derechos y libertades de toda persona acusada de cometer un delito.

Por un lado, se refiere a los medios que toda persona tiene para hacer valer sus derechos, es decir, para asegurar o defender sus libertades; esto se conoce como “derecho a un recurso”.

El debido proceso incluye también las condiciones que deben cumplirse para asegurar que toda persona acusada de un delito pueda defenderse y garantizar el cumplimiento de sus derechos; esto se conoce como “derecho al debido proceso legal”.

Luego, por qué violar el debido proceso. Sin duda, hay una cultura de corral político rumbo al 2021. ¿Le suena?