/ lunes 21 de junio de 2021

IP, universidades e Iglesia, de nuevo en la agenda municipal

En solo dos semanas a partir de haber ganado la elección de presidente municipal de Puebla, Eduardo Rivera Pérez ha mostrado una de las diferencias fundamentales que existen en dos estilos contrastantes de hacer política, ahora mismo, en este país: el de la izquierda, representada en esta ocasión por Morena, y el de la derecha, abanderado como en ningún otro partido por el PAN.

Hombres y mujeres de negocios organizados en cámaras, liderados por el Consejo Coordinador Empresarial; rectores de instituciones de educación superior aglutinados en torno al Consorcio Universitario de Puebla, y el arzobispo Víctor Sánchez, ni más ni menos que administrador y jerarca de la iglesia católica en estas tierras, forman la lista de personajes inmiscuidos en la vida pública del estado con quienes se ha reunido Rivera Pérez para preparar su arribo al ayuntamiento.

Es sintomático y tiene poderosas razones detrás el hecho de que el edil electo haya ido al encuentro de los dirigentes empresariales, rectores de universidades, principalmente privadas, y la iglesia, tres de las figuras institucionales menospreciadas por el gobierno de Claudia Rivera Vivanco, quien, en sintonía con los supuestos principios de la izquierda, pero sobre todo, de la cuatroté, trató de conducir una administración alejada de todas ellas.

La separación del gobierno municipal con actores de la política “tradicional” barrió con esos personajes que han conversado con el panista en solo catorce días.

En ese intento permanente por empatar la realidad con las palabras, el presidente López Obrador creyó necesario menospreciar e incluso lastimar los intereses de sectores considerados rivales políticos, situación que fue replicada hacia abajo en gobiernos estatales y municipales, como los de Puebla (estatal y municipal).

Para dar forma a ese discurso que expone la búsqueda de una nueva sociedad y justificar las muy cuestionables estrategias de la “cuarta transformación” para lograrlo, Morena y los servidores públicos emanados de ese partido se declararon enemigos de sectores “privilegiados” en el pasado.

Así, Rivera Vivanco no nada más desoyó a los dirigentes de la iniciativa privada, a los rectores y al arzobispo, sino que actuó y habló en contra de ellos, como cuando, tanto ella como sus colaboradores, con René Sánchez Galindo en primera línea, descalificaron a los comerciantes formales del centro histórico por quejarse, imagínese usted, de los ambulantes.

Resulta trascendente y revelador que las primeras reuniones de Eduardo Rivera, encaminadas a elaborar el plan municipal que regirá durante su administración, se hayan llevado a cabo con estos tres entes.

A los empresarios les preguntó cómo les ha ido en la pandemia y les pidió su opinión para hacer un programa de reactivación económica.

Con los rectores, a través de José Mata, habló sobre la inseguridad pública y lo que hay que hacer para mejorar.

Y al arzobispo le ofreció velar por los intereses de todos los grupos sociales, como quien va con el padre de familia a prometerle que todos sus hijos estarán bien cuidados y procurados con él.

Eduardo Rivera sabe que todos ellos fueron ignorados por el ayuntamiento de Morena y conoce la importancia que tienen para el buen manejo político y gubernamental de una ciudad como Puebla, algo que Rivera Vivanco minimizó, como muchas otras cosas.

La comunicación permanente con esos grupos será relevante también para la sucesión de gobernador de 2024, un asunto que le interesa, y mucho, al futuro alcalde, pero ese será tema de otra columna.

Por lo pronto, el único punto que Rivera Pérez tiene que cuidar es el de la percepción.

Cámaras empresariales e iglesia católica pertenecen a esa cara de la sociedad que en el análisis -a veces maniqueísta- de la política se identifica con la extrema derecha y el conservadurismo, supuestos enemigos de los ideales de justicia y libertad que presume defender la izquierda.

Ampliar el abanico de encuentros a otros sectores lo mostrará como un político incluyente y le quitará críticas.

Twitter: @jorgerdzc

En solo dos semanas a partir de haber ganado la elección de presidente municipal de Puebla, Eduardo Rivera Pérez ha mostrado una de las diferencias fundamentales que existen en dos estilos contrastantes de hacer política, ahora mismo, en este país: el de la izquierda, representada en esta ocasión por Morena, y el de la derecha, abanderado como en ningún otro partido por el PAN.

Hombres y mujeres de negocios organizados en cámaras, liderados por el Consejo Coordinador Empresarial; rectores de instituciones de educación superior aglutinados en torno al Consorcio Universitario de Puebla, y el arzobispo Víctor Sánchez, ni más ni menos que administrador y jerarca de la iglesia católica en estas tierras, forman la lista de personajes inmiscuidos en la vida pública del estado con quienes se ha reunido Rivera Pérez para preparar su arribo al ayuntamiento.

Es sintomático y tiene poderosas razones detrás el hecho de que el edil electo haya ido al encuentro de los dirigentes empresariales, rectores de universidades, principalmente privadas, y la iglesia, tres de las figuras institucionales menospreciadas por el gobierno de Claudia Rivera Vivanco, quien, en sintonía con los supuestos principios de la izquierda, pero sobre todo, de la cuatroté, trató de conducir una administración alejada de todas ellas.

La separación del gobierno municipal con actores de la política “tradicional” barrió con esos personajes que han conversado con el panista en solo catorce días.

En ese intento permanente por empatar la realidad con las palabras, el presidente López Obrador creyó necesario menospreciar e incluso lastimar los intereses de sectores considerados rivales políticos, situación que fue replicada hacia abajo en gobiernos estatales y municipales, como los de Puebla (estatal y municipal).

Para dar forma a ese discurso que expone la búsqueda de una nueva sociedad y justificar las muy cuestionables estrategias de la “cuarta transformación” para lograrlo, Morena y los servidores públicos emanados de ese partido se declararon enemigos de sectores “privilegiados” en el pasado.

Así, Rivera Vivanco no nada más desoyó a los dirigentes de la iniciativa privada, a los rectores y al arzobispo, sino que actuó y habló en contra de ellos, como cuando, tanto ella como sus colaboradores, con René Sánchez Galindo en primera línea, descalificaron a los comerciantes formales del centro histórico por quejarse, imagínese usted, de los ambulantes.

Resulta trascendente y revelador que las primeras reuniones de Eduardo Rivera, encaminadas a elaborar el plan municipal que regirá durante su administración, se hayan llevado a cabo con estos tres entes.

A los empresarios les preguntó cómo les ha ido en la pandemia y les pidió su opinión para hacer un programa de reactivación económica.

Con los rectores, a través de José Mata, habló sobre la inseguridad pública y lo que hay que hacer para mejorar.

Y al arzobispo le ofreció velar por los intereses de todos los grupos sociales, como quien va con el padre de familia a prometerle que todos sus hijos estarán bien cuidados y procurados con él.

Eduardo Rivera sabe que todos ellos fueron ignorados por el ayuntamiento de Morena y conoce la importancia que tienen para el buen manejo político y gubernamental de una ciudad como Puebla, algo que Rivera Vivanco minimizó, como muchas otras cosas.

La comunicación permanente con esos grupos será relevante también para la sucesión de gobernador de 2024, un asunto que le interesa, y mucho, al futuro alcalde, pero ese será tema de otra columna.

Por lo pronto, el único punto que Rivera Pérez tiene que cuidar es el de la percepción.

Cámaras empresariales e iglesia católica pertenecen a esa cara de la sociedad que en el análisis -a veces maniqueísta- de la política se identifica con la extrema derecha y el conservadurismo, supuestos enemigos de los ideales de justicia y libertad que presume defender la izquierda.

Ampliar el abanico de encuentros a otros sectores lo mostrará como un político incluyente y le quitará críticas.

Twitter: @jorgerdzc