/ miércoles 2 de junio de 2021

Joe Biden y López Obrador contra el neoliberalismo

Una de las anécdotas que quedará para la posteridad como ejemplo para los economistas, financieros nacionales y extranjeros, calificadoras internacionales y organismos empresariales, que no es recomendable adelantar vísperas, hacer pronósticos en el curso de 2020, que medio año después resultaron equivocados y exagerados, es que todos los indicadores hablan hoy de que México tendrá en 2021 un crecimiento económico espectacular de 6%.

Y en 2022 la economía nacional crecerá 3 o 4%, lo cual le permitiría superar tan solo en dos años el trauma de la recesión más profunda de los últimos 100 años, es decir, alcanzar los niveles que tenía en 2019, reiniciar el crecimiento real en 2023.

Todos los analistas del sector privado predecían una catástrofe mayor y más prolongada: que la economía tardaría 4, 5 o más años para reconstruirse con tasas de recuperación muy bajas.

Las agencias internacionales, los organismos internacionales como el Banco Mundial (BM), la Organización para el Comercio y Desarrollo Económico (OCDE), el Fondo Monetario Internacional (FMI), y la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), en verdad nunca estuvieron fuera de la realidad, todos acuciaban al gobierno de Andrés Manuel López Obrador a emprender un plan de rescate fiscal y financiero de millones de empresas quebradas, como lo hicieron los gobiernos de todos los países industrializados con sus empresas.

El gobierno del tabasqueño siempre se negó. No tenía recursos fiscales para hacerlo. Es un Estado débil, pobre, sin maniobra financiera, los recursos con que cuenta están atados y comprometidos. No quiso engrosar la enorme deuda pública de 12.5 billones de pesos para rescatar empresas privadas. Sostuvo siempre que la responsabilidad de su gobierno en tiempos de crisis es ayudar a los pobres, no rescatar a los ricos.

Sin ningún salvamento extraordinario, la economía mexicana estaba efectivamente herida, condenada a transitar 4 o 5 años o más en reponerse, para alcanzar los niveles que tenía en 2019. El gobierno lopezobradorista pasaría a la historia con el estigma de cero crecimiento todo su sexenio.

En tales condiciones, el sector privado mexicano y los organismos internacionales tenían razón en adelantar tan catastrófico resultados, como lo hicieron casi todo el 2020. Sin, embargo, las cosas cambiaron milagrosamente, debido a factores externos extraordinarios, no al sombrío panorama interno.

El salvamento de la economía mexicana llegó, como muchas otras ocasiones, de Estados Unidos, pero con efectos extraordinarios, más decisivos, debido al arribo de Joe Biden a la presidencia de Estados Unidos.

Si la economía de nuestro vecino no fuera a crecer este año entre 7 y 8%, como no lo hacía desde más de 50 años, no estaríamos hablando del 6% del crecimiento mexicano, un incremento no alcanzado durante cuatro décadas del período neoliberal.

Biden asesta duro golpe al neoliberalismo, al reinstaurar la figura histórica del Estado fuerte, del Estado benefactor, que Ronald Reagan desapareció. El Estado fuerte invertirá dos billones de dólares en obras de infraestructura nacional, creación de millones de empleos, como no se hacía desde la posguerra, para reactivar la economía.

El Estado benefactor dedica 1.9 billones de dólares en salarios a millones de trabajadores norteamericanos, contribuye al rescate de la clase media y pobre en la crisis económica, reactiva el consumo nacional. Eleva los impuestos a los más ricos.

Biden sostiene que la economía debe crecer de abajo hacia arriba. A la inversa del neoliberalismo, que se pretendió creciera de arriba hacia abajo. Los capitales financieros tienen en sus manos la economía. Acumulan la riqueza, no permiten que fluya hacia abajo.

El jefe de la Casa Blanca llega a fortalecer a los sindicatos, que los obreros tengan a la mano el mejor instrumento para negociar mejores salarios y la elevación de sus niveles de vida.

La máquina estadunidense jala fuerte, más de lo esperado, salva del desastre a la economía mexicana. Soplan vientos propicios para que López Obrador enganche la máquina del modelo social que impulsa en México (también contra el neoliberalismo) a la locomotora del cambio económico y social estadunidense que impulsa Biden. NOS ESCUCHAMOS DIARIAMENTE DE 13 a 14 horas en ABC Radio 1280 de AM.

Una de las anécdotas que quedará para la posteridad como ejemplo para los economistas, financieros nacionales y extranjeros, calificadoras internacionales y organismos empresariales, que no es recomendable adelantar vísperas, hacer pronósticos en el curso de 2020, que medio año después resultaron equivocados y exagerados, es que todos los indicadores hablan hoy de que México tendrá en 2021 un crecimiento económico espectacular de 6%.

Y en 2022 la economía nacional crecerá 3 o 4%, lo cual le permitiría superar tan solo en dos años el trauma de la recesión más profunda de los últimos 100 años, es decir, alcanzar los niveles que tenía en 2019, reiniciar el crecimiento real en 2023.

Todos los analistas del sector privado predecían una catástrofe mayor y más prolongada: que la economía tardaría 4, 5 o más años para reconstruirse con tasas de recuperación muy bajas.

Las agencias internacionales, los organismos internacionales como el Banco Mundial (BM), la Organización para el Comercio y Desarrollo Económico (OCDE), el Fondo Monetario Internacional (FMI), y la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), en verdad nunca estuvieron fuera de la realidad, todos acuciaban al gobierno de Andrés Manuel López Obrador a emprender un plan de rescate fiscal y financiero de millones de empresas quebradas, como lo hicieron los gobiernos de todos los países industrializados con sus empresas.

El gobierno del tabasqueño siempre se negó. No tenía recursos fiscales para hacerlo. Es un Estado débil, pobre, sin maniobra financiera, los recursos con que cuenta están atados y comprometidos. No quiso engrosar la enorme deuda pública de 12.5 billones de pesos para rescatar empresas privadas. Sostuvo siempre que la responsabilidad de su gobierno en tiempos de crisis es ayudar a los pobres, no rescatar a los ricos.

Sin ningún salvamento extraordinario, la economía mexicana estaba efectivamente herida, condenada a transitar 4 o 5 años o más en reponerse, para alcanzar los niveles que tenía en 2019. El gobierno lopezobradorista pasaría a la historia con el estigma de cero crecimiento todo su sexenio.

En tales condiciones, el sector privado mexicano y los organismos internacionales tenían razón en adelantar tan catastrófico resultados, como lo hicieron casi todo el 2020. Sin, embargo, las cosas cambiaron milagrosamente, debido a factores externos extraordinarios, no al sombrío panorama interno.

El salvamento de la economía mexicana llegó, como muchas otras ocasiones, de Estados Unidos, pero con efectos extraordinarios, más decisivos, debido al arribo de Joe Biden a la presidencia de Estados Unidos.

Si la economía de nuestro vecino no fuera a crecer este año entre 7 y 8%, como no lo hacía desde más de 50 años, no estaríamos hablando del 6% del crecimiento mexicano, un incremento no alcanzado durante cuatro décadas del período neoliberal.

Biden asesta duro golpe al neoliberalismo, al reinstaurar la figura histórica del Estado fuerte, del Estado benefactor, que Ronald Reagan desapareció. El Estado fuerte invertirá dos billones de dólares en obras de infraestructura nacional, creación de millones de empleos, como no se hacía desde la posguerra, para reactivar la economía.

El Estado benefactor dedica 1.9 billones de dólares en salarios a millones de trabajadores norteamericanos, contribuye al rescate de la clase media y pobre en la crisis económica, reactiva el consumo nacional. Eleva los impuestos a los más ricos.

Biden sostiene que la economía debe crecer de abajo hacia arriba. A la inversa del neoliberalismo, que se pretendió creciera de arriba hacia abajo. Los capitales financieros tienen en sus manos la economía. Acumulan la riqueza, no permiten que fluya hacia abajo.

El jefe de la Casa Blanca llega a fortalecer a los sindicatos, que los obreros tengan a la mano el mejor instrumento para negociar mejores salarios y la elevación de sus niveles de vida.

La máquina estadunidense jala fuerte, más de lo esperado, salva del desastre a la economía mexicana. Soplan vientos propicios para que López Obrador enganche la máquina del modelo social que impulsa en México (también contra el neoliberalismo) a la locomotora del cambio económico y social estadunidense que impulsa Biden. NOS ESCUCHAMOS DIARIAMENTE DE 13 a 14 horas en ABC Radio 1280 de AM.