/ jueves 1 de abril de 2021

La alzada del animal no importa

En su transformación de animal activista a animal político, Claudia Rivera pudo demostrar al círculo rojo que el tamaño del oponente no importa si se pelea con la estrategia correcta, buen estado de ánimo y se administra el aliento.

Al Goliat que dejó atrás, tendido de bruces, tenía más alzada que ella, colmillos enormes, el lomo plateado, más volumen corporal, arrojaba baba a cántaros por las fauces y rayos fulminantes desde la mirada.

Vencer un rival así reviste. La última victoria de El Canelo fue mediocre por la mediocridad del adversario (Avni Yildirim). Negar el poderío de Biestro en función del aparato que tenía detrás sería necedad. Fue un gran adversario, por supuesto.

Guardando toda proporción, el pasaje bíblico de David contra Goliat nos sirve por lo impensable y sorprendente de tan tremenda hazaña en tierras de Israel. Lo ocurrido en Puebla fue proeza, pero claro.

Jamás debe admitirlo, pero las rodillas de Lalo Rivera temblarán después de lo ocurrido. No es poca cosa lo que hizo Claudia. Derrotar al que derrotó para agenciarse la candidatura de Morena por la ciudad de Puebla es un trofeo político digno de una magnífica vitrina.

La palabra que quizá mejor ajusta a la realidad es que “arrebató” lo que por tradición, no por derecho, correspondía al macho alfa de la comarca. Desgarró la creencia del cacique político que tanto daña a las democracias internas de los partidos.

Hagamos memoria. Claudia fue desdeñada tanto en peligrosidad como en posibilidad. Un cacahuate no apostaron por ella los apostadores, los entregaron todos, en la ventanilla del animal que creyeron más influyente, poderoso y con pujanza financiera. Se equivocaron.

La pelea que antecede a la gran batalla del 6 de junio deja perplejos a más de uno y por supuesto que debe sembrar la duda de lo qué puede ocurrir en una elección donde Morena encabeza las preferencias geográficas del electorado.

En branding político dos son los aspectos fundamentales que deben ser valorados en la construcción de marca. Lo que el político es en realidad y las cualidades que su equipo de asesores desea proyectar de él.

Biestro es el político emblemático de la actual administración estatal. El elegido para perpetuar al grupo élite en años venideros. Cuenta con relaciones de alto nivel, presupuesto público y empuje oficial para su proyección.

Debe ser un gran sujeto, probablemente. Luego entonces, tendría que ser cuidado como gema valiosa, por lo que representa, su cotización tendría que ser a la alza con el valor agregado de tener el afecto del mero mandón pese a su derrota.

Sin embargo lo que hemos visto esta semana contraviene la esencia del brandig en gestión política.

Su gran alzada de lomo plateado proyecta la antítesis de lo que es. Se le percibe enfadado, testarudo, inconforme con la decisión de Morena, dolido, negado a la realidad objetiva.

Claudia ganó la primera batalla pero no ha ganado la guerra; Biestro fracasó en su primer intento de perfilarse al 2024, pero no ha perdido el conflicto total. De esta historia falta por leerse el episodio más importante, donde seguramente habremos de mirar otros animales políticos de estupenda alzada (lomo plateado) queriendo ser gobernadores.


En su transformación de animal activista a animal político, Claudia Rivera pudo demostrar al círculo rojo que el tamaño del oponente no importa si se pelea con la estrategia correcta, buen estado de ánimo y se administra el aliento.

Al Goliat que dejó atrás, tendido de bruces, tenía más alzada que ella, colmillos enormes, el lomo plateado, más volumen corporal, arrojaba baba a cántaros por las fauces y rayos fulminantes desde la mirada.

Vencer un rival así reviste. La última victoria de El Canelo fue mediocre por la mediocridad del adversario (Avni Yildirim). Negar el poderío de Biestro en función del aparato que tenía detrás sería necedad. Fue un gran adversario, por supuesto.

Guardando toda proporción, el pasaje bíblico de David contra Goliat nos sirve por lo impensable y sorprendente de tan tremenda hazaña en tierras de Israel. Lo ocurrido en Puebla fue proeza, pero claro.

Jamás debe admitirlo, pero las rodillas de Lalo Rivera temblarán después de lo ocurrido. No es poca cosa lo que hizo Claudia. Derrotar al que derrotó para agenciarse la candidatura de Morena por la ciudad de Puebla es un trofeo político digno de una magnífica vitrina.

La palabra que quizá mejor ajusta a la realidad es que “arrebató” lo que por tradición, no por derecho, correspondía al macho alfa de la comarca. Desgarró la creencia del cacique político que tanto daña a las democracias internas de los partidos.

Hagamos memoria. Claudia fue desdeñada tanto en peligrosidad como en posibilidad. Un cacahuate no apostaron por ella los apostadores, los entregaron todos, en la ventanilla del animal que creyeron más influyente, poderoso y con pujanza financiera. Se equivocaron.

La pelea que antecede a la gran batalla del 6 de junio deja perplejos a más de uno y por supuesto que debe sembrar la duda de lo qué puede ocurrir en una elección donde Morena encabeza las preferencias geográficas del electorado.

En branding político dos son los aspectos fundamentales que deben ser valorados en la construcción de marca. Lo que el político es en realidad y las cualidades que su equipo de asesores desea proyectar de él.

Biestro es el político emblemático de la actual administración estatal. El elegido para perpetuar al grupo élite en años venideros. Cuenta con relaciones de alto nivel, presupuesto público y empuje oficial para su proyección.

Debe ser un gran sujeto, probablemente. Luego entonces, tendría que ser cuidado como gema valiosa, por lo que representa, su cotización tendría que ser a la alza con el valor agregado de tener el afecto del mero mandón pese a su derrota.

Sin embargo lo que hemos visto esta semana contraviene la esencia del brandig en gestión política.

Su gran alzada de lomo plateado proyecta la antítesis de lo que es. Se le percibe enfadado, testarudo, inconforme con la decisión de Morena, dolido, negado a la realidad objetiva.

Claudia ganó la primera batalla pero no ha ganado la guerra; Biestro fracasó en su primer intento de perfilarse al 2024, pero no ha perdido el conflicto total. De esta historia falta por leerse el episodio más importante, donde seguramente habremos de mirar otros animales políticos de estupenda alzada (lomo plateado) queriendo ser gobernadores.