/ domingo 21 de junio de 2020

La autoridad como timonel

Lo que generó la llegada al mundo del covid-19 desde diciembre de 2019 es en realidad una multicrisis: económica, social, relacional, sanitaria, educativa, política, y un largo etcétera. Pero lo que asoma peligrosamente es el colapso de la autoridad del estado. Porque cuando se habla de gobierno se alude directamente a la autoridad y al poder, en cualquier ámbito.

El quiebre está precisamente en el rol del Estado, que para el siglo XX se había definido con altas expectativas, entre otras, que los gobiernos ayuden a proteger a los menos favorecidos. El camino que lideraban las autoridades de los gobiernos en el mundo fue tortuoso y sigue así. La discusión del tamaño del Estado para que no llegara a abusar del ciudadano obligaba a tener un marco legal que lo restringiera; y parecía que iba funcionando.

Finalmente la discusión se centraba en la autoridad que debía eliminar al poder por el poder. Los abusos y excesos que derivaron en autoritarismo se pueden distinguir con más claridad con una mirilla histórica: desde que se inicia aproximadamente en 1920 el fin de los imperios hasta el ascenso y ocaso de dictaduras en los años 80 y 90 en América Latina, hacia dónde navegaron los timoneles.

El ejercicio del poder por el poder no dio respuestas a las necesidades sociales, por eso fue muy común que la corrupción fuera de la mano de personajes como Fulgencio Batista en Cuba (1952-1959), Marcos Pérez Jiménez en Venezuela (1953-1958), Anastasio Somoza García, Luis Somoza Debayle y Anastasio Somoza Debayle en Nicaragua (1937-1979), Juan María Bordaberry en Uruguay (1973-1976), Alfredo Stroessner en Paraguay (1954-1989), “Papa Doc” Duvalier en Haití (1957-1971), Manuel Antonio Noriega en Panamá (1983-1989), Pinochet en Chile (1974-1990), Jorge Rafael Vitela en Argentina (1976-1981), Alberto Fujimori en Perú (1990-2000) [infobae.com]. Una sociedad disminuida y con abusos del autoritarismo es el recuento de un Estado con el poder absolutizado, a manera de pequeñas monarquías-plebeyas pero totalitarias.

Por otro lado, la gran crítica al estado liberal, como contraparte, trajo consigo al capitalismo como sistema económico y al consumismo como forma de vida. Es otra forma de perversión, sujetando a la sociedad a través de la creación de necesidades, con monopolios, y con ello las brechas sociales. Peor los gobiernos de finales del siglo XX, neoliberales, tampoco se alejaron de la corrupción.

Entonces, la pregunta sigue sin responderse ¿cuánto estado para que la sociedad sea atendida en sus necesidades básicas? El panorama no es alentador para las autoridades en la pandemia. Encima de todo ahora crisis sanitaria.

En México suman más de 10 millones como resultado del coronavirus, según el último informe del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval, 11 de mayo 2020), este inesperado pero lógico resultado, hace frágiles a los gobiernos de los tres niveles (federal, estatal y municipal). Pero la respuesta redunda en la autoridad, no en el poder. Es decir, las crisis reales son de autoridad, un precepto que en Ciencia Política se estudia desde el siglo IV A.C. con Aristóteles y otros filósofos. No es un asunto de género, sino a la facultad de dirigir, de mandar, “a puerto seguro”, recordando el concepto del TIMONEL en la “Ética Nicomaquea” del filósofo griego. Así la autoridad del padre que hoy se celebra, no por género, sino por ser el timonel, que igual está en crisis. Valdría la pena recordarlo hoy y darle honor a quien honor merece por dirigir un hogar o un estado “a puerto seguro”, no sólo para tener sino para ser y, claro, alejado de la corrupción.

*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com

Lo que generó la llegada al mundo del covid-19 desde diciembre de 2019 es en realidad una multicrisis: económica, social, relacional, sanitaria, educativa, política, y un largo etcétera. Pero lo que asoma peligrosamente es el colapso de la autoridad del estado. Porque cuando se habla de gobierno se alude directamente a la autoridad y al poder, en cualquier ámbito.

El quiebre está precisamente en el rol del Estado, que para el siglo XX se había definido con altas expectativas, entre otras, que los gobiernos ayuden a proteger a los menos favorecidos. El camino que lideraban las autoridades de los gobiernos en el mundo fue tortuoso y sigue así. La discusión del tamaño del Estado para que no llegara a abusar del ciudadano obligaba a tener un marco legal que lo restringiera; y parecía que iba funcionando.

Finalmente la discusión se centraba en la autoridad que debía eliminar al poder por el poder. Los abusos y excesos que derivaron en autoritarismo se pueden distinguir con más claridad con una mirilla histórica: desde que se inicia aproximadamente en 1920 el fin de los imperios hasta el ascenso y ocaso de dictaduras en los años 80 y 90 en América Latina, hacia dónde navegaron los timoneles.

El ejercicio del poder por el poder no dio respuestas a las necesidades sociales, por eso fue muy común que la corrupción fuera de la mano de personajes como Fulgencio Batista en Cuba (1952-1959), Marcos Pérez Jiménez en Venezuela (1953-1958), Anastasio Somoza García, Luis Somoza Debayle y Anastasio Somoza Debayle en Nicaragua (1937-1979), Juan María Bordaberry en Uruguay (1973-1976), Alfredo Stroessner en Paraguay (1954-1989), “Papa Doc” Duvalier en Haití (1957-1971), Manuel Antonio Noriega en Panamá (1983-1989), Pinochet en Chile (1974-1990), Jorge Rafael Vitela en Argentina (1976-1981), Alberto Fujimori en Perú (1990-2000) [infobae.com]. Una sociedad disminuida y con abusos del autoritarismo es el recuento de un Estado con el poder absolutizado, a manera de pequeñas monarquías-plebeyas pero totalitarias.

Por otro lado, la gran crítica al estado liberal, como contraparte, trajo consigo al capitalismo como sistema económico y al consumismo como forma de vida. Es otra forma de perversión, sujetando a la sociedad a través de la creación de necesidades, con monopolios, y con ello las brechas sociales. Peor los gobiernos de finales del siglo XX, neoliberales, tampoco se alejaron de la corrupción.

Entonces, la pregunta sigue sin responderse ¿cuánto estado para que la sociedad sea atendida en sus necesidades básicas? El panorama no es alentador para las autoridades en la pandemia. Encima de todo ahora crisis sanitaria.

En México suman más de 10 millones como resultado del coronavirus, según el último informe del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval, 11 de mayo 2020), este inesperado pero lógico resultado, hace frágiles a los gobiernos de los tres niveles (federal, estatal y municipal). Pero la respuesta redunda en la autoridad, no en el poder. Es decir, las crisis reales son de autoridad, un precepto que en Ciencia Política se estudia desde el siglo IV A.C. con Aristóteles y otros filósofos. No es un asunto de género, sino a la facultad de dirigir, de mandar, “a puerto seguro”, recordando el concepto del TIMONEL en la “Ética Nicomaquea” del filósofo griego. Así la autoridad del padre que hoy se celebra, no por género, sino por ser el timonel, que igual está en crisis. Valdría la pena recordarlo hoy y darle honor a quien honor merece por dirigir un hogar o un estado “a puerto seguro”, no sólo para tener sino para ser y, claro, alejado de la corrupción.

*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com