/ martes 17 de septiembre de 2019

La cámara de diputados necesita destrabar el estancamiento en 2020

Pese a que el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador anunció en julio que haría una inversión de 485 mil millones de pesos en obras de infraestructura y apoyo a la pequeña y mediana empresa para reactivar la economía, y no obstante el anuncio del sector privado de que realizaría una inversión de 32 mil millones de dólares para echar a caminar la actividad productiva del país, la desaceleración económica continua. Ya se perdió este año.

Todo parece indicar que la semiparálisis industrial, el cierre de turnos de trabajo, el desempleo, la baja en el consumo interno, el descenso en el renglón financiero y crediticio, la austeridad y el subejercicio en el gasto público, el desaliento y la incertidumbre prevalecerán hasta el primer trimestre de 2020, pese a que el paquete económico que presentó la Secretaría de Hacienda anuncia el adelanto de 100 mil millones para reactivar la economía.

El subejercicio del gasto público rebasa ya casi los 190 mil millones de pesos, y la austeridad que ha impuesto el gobierno federal ha rebasado todas las previsiones y la desaceleración puede conducir a una recesión económica, si la Cámara de Diputados no aprueba un presupuesto federal para el 2020 que libere recursos para que el Gobierno Federal pueda financiar el gasto público. La meta del superávit primario deberá ser de 0.5%, y no de 0.7%, como los propone el presupuesto de egresos del año entrante.

Impera un clima de desconfianza, de distanciamiento entre el sector público y privado, el cual culpa al gobierno de que falta de experiencia en la forma de hacer bajar y ejercer el gasto público, lo cual sucede cada inicio de sexenio, pero más ahora por las políticas de austeridad y el combate a la corrupción.

El sector empresarial culpa al gobierno obradorista por sus cambios en las políticas públicas, se mal acostumbró en 36 años de regímenes neoliberales que sólo se dedicaban a servir, a coludirse y hacer negocios con las empresas privadas nacionales y extranjeras; están contra las políticas de bienestar que ha puesto en marcha el gobierno.

El sector privado está en contra de las inversiones que se hacen en la construcción de la refinería de Dos Bocas, igual que las calificadoras internacionales; están en contra del Tren Maya y por la cancelación de la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional en Texcoco. De esa cancelación provino el gran rompimiento ideológico, político y económico, cuando el presidente López Obrador decidió que nunca más negocios entre gobierno e iniciativa privada.

Y aunque López Obrador y los grandes magnates mexicanos han concertado y tenido reuniones de acercamiento, de distensión, de reconciliación, en el fondo, en los hechos, las cosas se han mantenido distantes, Cuando la iniciativa privada anuncia al presidente inversiones por 32 mil millones de dólares, no dice que son sustancialmente menores a las realizadas en 2018 por 50 mil millones de dólares.

Por eso la actividad industrial ha entrado en recesión económica, ha empezado a cancelar empleos y turnos de producción. El comercio ha bajado sus ventas, no renueva los inventarios ni hace nuevos pedidos. El gobierno les adeuda dinero, y no les paga, El círculo económico se está rompiendo.

En el sector financiero hay aprobados muchos créditos para nuevos proyectos de inversión, pero no se ejercen porque las empresas están detenidas, el gobierno que antes les daba adelantos, ahora los obliga a invertir dinero de su capital o préstamos; no les paga y por eso no ejercen los financiamientos, afirma el licenciado Alberto de la Fuente Guzmán, Director de la Unión General de Crédito.

El sector de la construcción, el que mayor número de empleos crea cuando hay inversión pública, es uno de los más deprimidos, de los más afectados, se ha sostenido durante estos últimos 10 años en la plaza de Puebla por la inversión privada, por la construcción de decenas de plazas comerciales, edificios y desarrollos de vivienda. En la reconstrucción por el devastador sismo de septiembre de 2017 puso en juego su propio capital y llevó a cabo el rescate y reconstrucción de decenas de iglesias colapsadas.

Las obras están muy avanzadas o concluidas, pero los recursos del FONDEN no fluyen, esta es la hora que el gobierno federal no ha liberado recursos para pagarles, denuncia el licenciado José Antonio Hernández González, presidente de la Cámara de la Industria de la Construcción de Puebla.

El distanciamiento, las divergencias ideológicas, políticas y económicas entre el sector empresarial y el gobierno de Andrés Manuel, mantiene un clima económico de desconfianza y de incertidumbre. Ambos sectores, con su inactividad, han conducido a una desaceleración que en cualquier momento puede convertirse en una recesión económica, y los paganos serán las masas de trabajadores que serán despedidos. NOS ESCUCHAMOS DIARIAMENTE de las 13 a las 14 horas en ABC Radio 1280 de AM.

Pese a que el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador anunció en julio que haría una inversión de 485 mil millones de pesos en obras de infraestructura y apoyo a la pequeña y mediana empresa para reactivar la economía, y no obstante el anuncio del sector privado de que realizaría una inversión de 32 mil millones de dólares para echar a caminar la actividad productiva del país, la desaceleración económica continua. Ya se perdió este año.

Todo parece indicar que la semiparálisis industrial, el cierre de turnos de trabajo, el desempleo, la baja en el consumo interno, el descenso en el renglón financiero y crediticio, la austeridad y el subejercicio en el gasto público, el desaliento y la incertidumbre prevalecerán hasta el primer trimestre de 2020, pese a que el paquete económico que presentó la Secretaría de Hacienda anuncia el adelanto de 100 mil millones para reactivar la economía.

El subejercicio del gasto público rebasa ya casi los 190 mil millones de pesos, y la austeridad que ha impuesto el gobierno federal ha rebasado todas las previsiones y la desaceleración puede conducir a una recesión económica, si la Cámara de Diputados no aprueba un presupuesto federal para el 2020 que libere recursos para que el Gobierno Federal pueda financiar el gasto público. La meta del superávit primario deberá ser de 0.5%, y no de 0.7%, como los propone el presupuesto de egresos del año entrante.

Impera un clima de desconfianza, de distanciamiento entre el sector público y privado, el cual culpa al gobierno de que falta de experiencia en la forma de hacer bajar y ejercer el gasto público, lo cual sucede cada inicio de sexenio, pero más ahora por las políticas de austeridad y el combate a la corrupción.

El sector empresarial culpa al gobierno obradorista por sus cambios en las políticas públicas, se mal acostumbró en 36 años de regímenes neoliberales que sólo se dedicaban a servir, a coludirse y hacer negocios con las empresas privadas nacionales y extranjeras; están contra las políticas de bienestar que ha puesto en marcha el gobierno.

El sector privado está en contra de las inversiones que se hacen en la construcción de la refinería de Dos Bocas, igual que las calificadoras internacionales; están en contra del Tren Maya y por la cancelación de la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional en Texcoco. De esa cancelación provino el gran rompimiento ideológico, político y económico, cuando el presidente López Obrador decidió que nunca más negocios entre gobierno e iniciativa privada.

Y aunque López Obrador y los grandes magnates mexicanos han concertado y tenido reuniones de acercamiento, de distensión, de reconciliación, en el fondo, en los hechos, las cosas se han mantenido distantes, Cuando la iniciativa privada anuncia al presidente inversiones por 32 mil millones de dólares, no dice que son sustancialmente menores a las realizadas en 2018 por 50 mil millones de dólares.

Por eso la actividad industrial ha entrado en recesión económica, ha empezado a cancelar empleos y turnos de producción. El comercio ha bajado sus ventas, no renueva los inventarios ni hace nuevos pedidos. El gobierno les adeuda dinero, y no les paga, El círculo económico se está rompiendo.

En el sector financiero hay aprobados muchos créditos para nuevos proyectos de inversión, pero no se ejercen porque las empresas están detenidas, el gobierno que antes les daba adelantos, ahora los obliga a invertir dinero de su capital o préstamos; no les paga y por eso no ejercen los financiamientos, afirma el licenciado Alberto de la Fuente Guzmán, Director de la Unión General de Crédito.

El sector de la construcción, el que mayor número de empleos crea cuando hay inversión pública, es uno de los más deprimidos, de los más afectados, se ha sostenido durante estos últimos 10 años en la plaza de Puebla por la inversión privada, por la construcción de decenas de plazas comerciales, edificios y desarrollos de vivienda. En la reconstrucción por el devastador sismo de septiembre de 2017 puso en juego su propio capital y llevó a cabo el rescate y reconstrucción de decenas de iglesias colapsadas.

Las obras están muy avanzadas o concluidas, pero los recursos del FONDEN no fluyen, esta es la hora que el gobierno federal no ha liberado recursos para pagarles, denuncia el licenciado José Antonio Hernández González, presidente de la Cámara de la Industria de la Construcción de Puebla.

El distanciamiento, las divergencias ideológicas, políticas y económicas entre el sector empresarial y el gobierno de Andrés Manuel, mantiene un clima económico de desconfianza y de incertidumbre. Ambos sectores, con su inactividad, han conducido a una desaceleración que en cualquier momento puede convertirse en una recesión económica, y los paganos serán las masas de trabajadores que serán despedidos. NOS ESCUCHAMOS DIARIAMENTE de las 13 a las 14 horas en ABC Radio 1280 de AM.