/ domingo 8 de septiembre de 2019

La capacidad de gobernar, herencia y memoria histórica

En las democracias modernas, los hombres de partidos que ganan elecciones, compitieron para llegar a gobernar. Así pues, tenemos para el último proceso electoral personajes que llegan por primera vez al poder ejecutivo local bajo el signo del partido mayoritario, hoy por hoy Morena.

Pero el dilema al que se enfrentan los noveles gobernantes es que regularmente los ciudadanos quieren ver resultados inmediatos, casi mágicos, una exigencia dado el hartazgo social imperante desde el 2000 al menos, con la cancelación del gobierno hegemónico hasta entonces priísta. Pero los nuevos actores políticos ¿saben cómo gobernar? porque en todo caso se aplicaron para hacer campaña; además, si agregamos que muchos de estos candidatos se habían sumado a la hazaña sólo para “juntos hacer historia”, porque ni remotamente pensaron que podían ganar, tenemos el coctel molotov de la democracia.

Yehezkel Dror, profesor emérito de Ciencias Políticas y Administración Pública, Universidad Hebrea de Jerusalén y pionero de los estudios modernos de política, publicó en el 2001 el libro “La capacidad de gobernar: un informe al Club de Roma”, en el que expone que las “deficiencias de las formas contemporáneas de gobernanza como la fuga de cerebros de la política, la desconfianza de los gobiernos, el peligro de los medios de comunicación y las elecciones dominadas por el dinero, y el fracaso de los gobiernos para encontrar buenas opciones de política en asuntos importantes”.

En tanto que la gobernanza es la buena intervención del Estado para lograr un gobierno eficaz, de calidad, con la participación ciudadana y por tanto legítimo. Pero esa sociedad, la industria, la sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales, “no pueden compensar la incapacidad del gobierno para dar forma al futuro”. Es decir, no van a hacer el trabajo que le corresponde a ese gobierno elegido democráticamente.

También el Profesor Dror diagnostica a los gobiernos contemporáneos como “obsoletos” y propone “cambios en los valores, estructuras, personal, comprensión pública y cultura política” para que la gobernanza pudiera enfrentar los desafíos radicalmente novedosos del siglo XXI (la gobernanza empezó a conceptualizarse desde la caída del Muro de Berlín en 1989).

El énfasis que hace en todo el documento está en torno a la moral, los valores que un buen gobernante requiere para ser capaz de gobernar. Esta obra entonces parece señalar el vacío moral de la vida privada y pública, la ausencia de los valores que se hace patente en la persona del gobernante, como una imagen y semejanza de la sociedad a la que gobierna. Tal vez parezca reiterativa o poco sustanciosa la propuesta de Dror por la urgente necesidad de valores morales y virtudes como la prudencia, la fortaleza, la templanza, la justicia, que debieran regir la acción política, pero no pueden dejarse de lado como pilares del hacer político. Además, eestos valores morales no excluyen el conocimiento, la técnica o la globalización, por el contrario.

Para evitarse acciones que pretendan “borrar” a los gobiernos antecesores (“desapareciendo” sus obras u omitiendo sus beneficios sociales), so pena de caer en la creencia de que se pueden mandar al olvido de la historia, resulta una lectura ineludible. Se trata de anteponer la dignidad humana de todos los gobernados. Podemos discutirlo.

*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com

En las democracias modernas, los hombres de partidos que ganan elecciones, compitieron para llegar a gobernar. Así pues, tenemos para el último proceso electoral personajes que llegan por primera vez al poder ejecutivo local bajo el signo del partido mayoritario, hoy por hoy Morena.

Pero el dilema al que se enfrentan los noveles gobernantes es que regularmente los ciudadanos quieren ver resultados inmediatos, casi mágicos, una exigencia dado el hartazgo social imperante desde el 2000 al menos, con la cancelación del gobierno hegemónico hasta entonces priísta. Pero los nuevos actores políticos ¿saben cómo gobernar? porque en todo caso se aplicaron para hacer campaña; además, si agregamos que muchos de estos candidatos se habían sumado a la hazaña sólo para “juntos hacer historia”, porque ni remotamente pensaron que podían ganar, tenemos el coctel molotov de la democracia.

Yehezkel Dror, profesor emérito de Ciencias Políticas y Administración Pública, Universidad Hebrea de Jerusalén y pionero de los estudios modernos de política, publicó en el 2001 el libro “La capacidad de gobernar: un informe al Club de Roma”, en el que expone que las “deficiencias de las formas contemporáneas de gobernanza como la fuga de cerebros de la política, la desconfianza de los gobiernos, el peligro de los medios de comunicación y las elecciones dominadas por el dinero, y el fracaso de los gobiernos para encontrar buenas opciones de política en asuntos importantes”.

En tanto que la gobernanza es la buena intervención del Estado para lograr un gobierno eficaz, de calidad, con la participación ciudadana y por tanto legítimo. Pero esa sociedad, la industria, la sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales, “no pueden compensar la incapacidad del gobierno para dar forma al futuro”. Es decir, no van a hacer el trabajo que le corresponde a ese gobierno elegido democráticamente.

También el Profesor Dror diagnostica a los gobiernos contemporáneos como “obsoletos” y propone “cambios en los valores, estructuras, personal, comprensión pública y cultura política” para que la gobernanza pudiera enfrentar los desafíos radicalmente novedosos del siglo XXI (la gobernanza empezó a conceptualizarse desde la caída del Muro de Berlín en 1989).

El énfasis que hace en todo el documento está en torno a la moral, los valores que un buen gobernante requiere para ser capaz de gobernar. Esta obra entonces parece señalar el vacío moral de la vida privada y pública, la ausencia de los valores que se hace patente en la persona del gobernante, como una imagen y semejanza de la sociedad a la que gobierna. Tal vez parezca reiterativa o poco sustanciosa la propuesta de Dror por la urgente necesidad de valores morales y virtudes como la prudencia, la fortaleza, la templanza, la justicia, que debieran regir la acción política, pero no pueden dejarse de lado como pilares del hacer político. Además, eestos valores morales no excluyen el conocimiento, la técnica o la globalización, por el contrario.

Para evitarse acciones que pretendan “borrar” a los gobiernos antecesores (“desapareciendo” sus obras u omitiendo sus beneficios sociales), so pena de caer en la creencia de que se pueden mandar al olvido de la historia, resulta una lectura ineludible. Se trata de anteponer la dignidad humana de todos los gobernados. Podemos discutirlo.

*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com