/ viernes 23 de marzo de 2018

La confianza (¿excesiva?) en el voto diferenciado

Los resultados obtenidos en Puebla en las elecciones federales de 2006 y 2012, en las que Andrés Manuel López Obrador participó como candidato a presidente de la república, representan un elemento más de seguridad para el morenovallismo.

Si los contendientes del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) esperan ser arrastrados por la ola lopezobradorista para alzarse con la victoria el próximo 1 de julio, los operadores del grupo en el poder creen, casi con fervor religioso, que el voto diferenciado será una realidad que terminará por llevar al triunfo a sus candidatos.

En ambos bandos, tanto en el de los morenistas como en el de los panistas, aliados con sus compinches de otros partidos políticos, podrían presentarse sorpresas desagradables producto del exceso de confianza.

Aun así, los panistas esperan que se replique en este proceso electoral el comportamiento mostrado por los votantes poblanos en aquellas dos contiendas.

En 2006, López Obrador, cobijado entonces por los partidos PRD, PT y Convergencia, logró el segundo lugar, con 639 mil 659 votos, que representaron 32.24 por ciento del total.

Esa vez, el panista Felipe Calderón Hinojosa obtuvo el primer lugar, con 743 mil 831 sufragios, que significaron el 37.49 por ciento de la votación.

Hasta el tercer lugar se fue el priista Roberto Madrazo Pintado, con apenas 460 mil 183 votos, es decir, 23.19 por ciento de la respuesta ciudadana.

Esa ocasión el “efecto López Obrador” no arrastró a sus candidatos a diputados federales ni senadores.

De los 16 distritos en disputa, el PAN se hizo de 12 y el PRI de 4.

Para el PRD no hubo ninguna.

Lo mismo pasó con los abanderados al senado, que se fueron al tercer lugar.

Para 2012, los números fueron parecidos, o peores.

López Obrador ganó la elección en el estado, con 854 mil sufragios, por encima de Josefina Vázquez Mota, que obtuvo 639 mil, y Enrique Peña Nieto, que consiguió 851 mil.

Pese a ello, la coalición electoral que postuló al ‘Peje’, integrada por PRD, PT y Movimiento Ciudadano, no ganó ningún distrito.

De 16 diputaciones federales, 12 fueron para el PRI y 4 para el PAN.

PRI y PAN quedaron en primer y segundo sitio en la contienda por el senado.

Lo que concluyen optimistas alrededor de la campaña de Martha Érika Alonso Hidalgo, candidata al gobierno del estado de la coalición “Por Puebla al frente”, es que esos dos procesos electorales ponen en duda la eventual eficacia de López Obrador para jalar al resto de los abanderados de Morena.

Tanto en 2006 como en 2012, añaden, los abanderados que acompañaban al político tabasqueño quedaron muy por detrás de él.

Es decir, no hubo una votación homogénea para ellos.

Eso es lo que produce ánimo entre los morenovallistas.

Si los poblanos optan por Morena en la presidencial y le dan el triunfo, concluyen en el partido blanquiazul, no necesariamente tiene que ocurrir lo mismo en la elección de gobernador, la que han definido como prioritaria.

¿Será que así va a suceder?

Es posible.

Sin embargo, las características de la elección actual son distintas a las que transcurrieron hace 12 y seis años.

Por lo que se ve, el ‘Peje’ trae más potencial de voto y mejores índices de preferencia que en el pasado.

Y eso no se puede minimizar.


Twitter: @jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx

Los resultados obtenidos en Puebla en las elecciones federales de 2006 y 2012, en las que Andrés Manuel López Obrador participó como candidato a presidente de la república, representan un elemento más de seguridad para el morenovallismo.

Si los contendientes del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) esperan ser arrastrados por la ola lopezobradorista para alzarse con la victoria el próximo 1 de julio, los operadores del grupo en el poder creen, casi con fervor religioso, que el voto diferenciado será una realidad que terminará por llevar al triunfo a sus candidatos.

En ambos bandos, tanto en el de los morenistas como en el de los panistas, aliados con sus compinches de otros partidos políticos, podrían presentarse sorpresas desagradables producto del exceso de confianza.

Aun así, los panistas esperan que se replique en este proceso electoral el comportamiento mostrado por los votantes poblanos en aquellas dos contiendas.

En 2006, López Obrador, cobijado entonces por los partidos PRD, PT y Convergencia, logró el segundo lugar, con 639 mil 659 votos, que representaron 32.24 por ciento del total.

Esa vez, el panista Felipe Calderón Hinojosa obtuvo el primer lugar, con 743 mil 831 sufragios, que significaron el 37.49 por ciento de la votación.

Hasta el tercer lugar se fue el priista Roberto Madrazo Pintado, con apenas 460 mil 183 votos, es decir, 23.19 por ciento de la respuesta ciudadana.

Esa ocasión el “efecto López Obrador” no arrastró a sus candidatos a diputados federales ni senadores.

De los 16 distritos en disputa, el PAN se hizo de 12 y el PRI de 4.

Para el PRD no hubo ninguna.

Lo mismo pasó con los abanderados al senado, que se fueron al tercer lugar.

Para 2012, los números fueron parecidos, o peores.

López Obrador ganó la elección en el estado, con 854 mil sufragios, por encima de Josefina Vázquez Mota, que obtuvo 639 mil, y Enrique Peña Nieto, que consiguió 851 mil.

Pese a ello, la coalición electoral que postuló al ‘Peje’, integrada por PRD, PT y Movimiento Ciudadano, no ganó ningún distrito.

De 16 diputaciones federales, 12 fueron para el PRI y 4 para el PAN.

PRI y PAN quedaron en primer y segundo sitio en la contienda por el senado.

Lo que concluyen optimistas alrededor de la campaña de Martha Érika Alonso Hidalgo, candidata al gobierno del estado de la coalición “Por Puebla al frente”, es que esos dos procesos electorales ponen en duda la eventual eficacia de López Obrador para jalar al resto de los abanderados de Morena.

Tanto en 2006 como en 2012, añaden, los abanderados que acompañaban al político tabasqueño quedaron muy por detrás de él.

Es decir, no hubo una votación homogénea para ellos.

Eso es lo que produce ánimo entre los morenovallistas.

Si los poblanos optan por Morena en la presidencial y le dan el triunfo, concluyen en el partido blanquiazul, no necesariamente tiene que ocurrir lo mismo en la elección de gobernador, la que han definido como prioritaria.

¿Será que así va a suceder?

Es posible.

Sin embargo, las características de la elección actual son distintas a las que transcurrieron hace 12 y seis años.

Por lo que se ve, el ‘Peje’ trae más potencial de voto y mejores índices de preferencia que en el pasado.

Y eso no se puede minimizar.


Twitter: @jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx